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jueves, 29 de abril de 2010
Desde París con amor
Valoración:
Esta película tiene una cosa buena y una mala. La buena es que uno se encuentra lo que espera; curiosamente, dicha circunstancia también es la mala. Me explicaré: director francés que narra una historia de Luc Besson (El quinto elemento) y cuyo título suena a parodia de James Bond. ¿Expectativa? Ruido, ruido, más ruido y apenas nada que contar. Lamentablemente, en este caso, la expectativa se cumplió.
La mejor película de Pierre Morel (el director galo en cuestión) hasta la fecha, es Transporter y no es decir mucho, entre otras cosas porque únicamente fue director de fotografía. Aquel film fue bastante entretenido, ya que supieron montar una película para explotar al máximo a un Jason Statham, que se mueve como pez en el agua en películas de acción pura y dura. Aún así, la película iba desinflándose poco a poco, quedando su interés sujeto únicamente a la chulería del señor Statham, tratando de seguir la línea de uno de los más grandes en este apartado: Bruce Willis. Lo que pasa es que ni Transporter era La jungla de cristal ni el protagonista John McClane.
Diréis que me estoy desviando del asunto que nos ocupa, pero es que no hay mucho que decir acerca de Desde París con amor. Se podría resumir como un compendio de disparos, explosiones y persecuciones a toda velocidad, con giros rocambolescos de cámara, sin ningún sentido y sin un relato que despierte cierto interés. Es decir, llevar a cabo en escenarios europeos lo que Michael Bay realiza en tierras norteamericanas, ni más ni menos.
Así las cosas, John Travolta encaja perfectamente pegando tiros a diestro y siniestro mientras se pone chulo con los malos y no para de decir tacos. Bueno, no tan perfectamente, ya que su incipiente barriga no concuerda demasiado con lo que esperamos de un James Bond americano. Así pues resulta sobreactuado y paródico. Lo único atrayente de Travolta en este film es cierta gracia que se permite en homenaje a Pulp Fiction, la cual no desvelaré.
Pero no todo es de baja calidad en Desde París con amor. De hecho, la interpretación de Jonathan Rhys Meyers (Match Point, Los Tudor) resulta tan gratificante como inesperada. Se podría decir que es el único actor que interpreta de todo el elenco. Meyers representa a un delegado de la embajada que ve cómo, de la noche a la mañana, su idílico mundo se hunde. Lo bueno es que sabe dotar a su personaje de profundidad y sentimientos; lo malo que no es un film en el que eso se vaya a valorar.
En resumidas cuentas, una película plagada de situaciones tan absurdas como previsibles, de montaje un tanto caótico, rodada de forma estrambótica, con influencias de las buddy movies de acción y, sobre todo, ruidosa, muy pero que muy ruidosa.
Esta película tiene una cosa buena y una mala. La buena es que uno se encuentra lo que espera; curiosamente, dicha circunstancia también es la mala. Me explicaré: director francés que narra una historia de Luc Besson (El quinto elemento) y cuyo título suena a parodia de James Bond. ¿Expectativa? Ruido, ruido, más ruido y apenas nada que contar. Lamentablemente, en este caso, la expectativa se cumplió.
La mejor película de Pierre Morel (el director galo en cuestión) hasta la fecha, es Transporter y no es decir mucho, entre otras cosas porque únicamente fue director de fotografía. Aquel film fue bastante entretenido, ya que supieron montar una película para explotar al máximo a un Jason Statham, que se mueve como pez en el agua en películas de acción pura y dura. Aún así, la película iba desinflándose poco a poco, quedando su interés sujeto únicamente a la chulería del señor Statham, tratando de seguir la línea de uno de los más grandes en este apartado: Bruce Willis. Lo que pasa es que ni Transporter era La jungla de cristal ni el protagonista John McClane.
Diréis que me estoy desviando del asunto que nos ocupa, pero es que no hay mucho que decir acerca de Desde París con amor. Se podría resumir como un compendio de disparos, explosiones y persecuciones a toda velocidad, con giros rocambolescos de cámara, sin ningún sentido y sin un relato que despierte cierto interés. Es decir, llevar a cabo en escenarios europeos lo que Michael Bay realiza en tierras norteamericanas, ni más ni menos.
Así las cosas, John Travolta encaja perfectamente pegando tiros a diestro y siniestro mientras se pone chulo con los malos y no para de decir tacos. Bueno, no tan perfectamente, ya que su incipiente barriga no concuerda demasiado con lo que esperamos de un James Bond americano. Así pues resulta sobreactuado y paródico. Lo único atrayente de Travolta en este film es cierta gracia que se permite en homenaje a Pulp Fiction, la cual no desvelaré.
Pero no todo es de baja calidad en Desde París con amor. De hecho, la interpretación de Jonathan Rhys Meyers (Match Point, Los Tudor) resulta tan gratificante como inesperada. Se podría decir que es el único actor que interpreta de todo el elenco. Meyers representa a un delegado de la embajada que ve cómo, de la noche a la mañana, su idílico mundo se hunde. Lo bueno es que sabe dotar a su personaje de profundidad y sentimientos; lo malo que no es un film en el que eso se vaya a valorar.
En resumidas cuentas, una película plagada de situaciones tan absurdas como previsibles, de montaje un tanto caótico, rodada de forma estrambótica, con influencias de las buddy movies de acción y, sobre todo, ruidosa, muy pero que muy ruidosa.