jueves, 29 de abril de 2010

Más allá del tiempo


Valoración: Buena

¿Conocéis una serie que la Fox estrenó en 2009 en España titulada Viajero en el tiempo? Protagonizada por Kevin McKidd (Roma) su argumento se centra en un periodista que, de buenas a primeras, aparece en una época que no le corresponde. La gracia estriba en que no puede controlar dichos viajes y claro, tanto su vida marital como la profesional, comienzan a resentirse por sus injustificadas ausencias. La serie duró sólo una temporada, por lo que a lo mejor a algunos ni os suena.

Confieso que de no haber existido la serie de televisión citada, posiblemente no hubiese ido a ver Más allá del tiempo. Pero al ver el tráiler, me di cuenta de que el argumento era similar y me dije: ¿por qué no? Además el director,Robert Schwentke, había realizado con bastante éxito la entretenidísima Plan de vuelo desaparecida y contaba con una pareja protagonista de altísima calidad.

Me esperaba una pastelada de grandes proporciones. Sin embargo me llevé una grata sorpresa. Sí, el film es un drama romántico, pero la historia de amor está narrada con bastante realismo, sin incurrir en los clásicos efectismos baratos inherentes a este tipo de películas. Además tiene la cualidad de comenzar de forma impactante, captando la atención del público desde el principio, la cual sabe mantener hasta el final del metraje, que no es poco.

El guión narra una historia sencilla: Chico y chica se conocen, se enamoran y terminan por vivir una vida juntos. Quizá su sencillez sea lo que hace que la historia funcione. Simplemente vemos el día a día y el daño que puede hacer, a una relación estable, un hecho extraordinario de esos que tanto gusta utilizar en sus películas al bueno de James Cameron. Contemplarlo desde el punto de vista humano, introducirnos en las dificultades que el protagonista debe sortear en busca de una vida normal, en lugar de convertirse en un thriller de acción made in Schwarzenegger, de esos que tanto me gustan (gustar es poco, me encantan) me ha resultado lo suficientemente atrayente como para no mirar el reloj durante toda la sesión.

Ahora bien: todo esto no hubiese funcionado sin el espectacular trabajo llevado a cabo por Eric Bana y Rachel McAdams. Ambos son dos actores de muchísimo talento, algo que desgraciadamente se echa en falta en muchas “estrellitas” de hoy en día, tipo Orlando Bloom o Kristen Stewart. Bana ha demostrado su vid polifacética en diferentes films como Munich, Black Hawk derribado o Troya, mientras que a McAdams la hemos visto en Vuelo nocturno, La sombra del poder o Sherlock Holmes (en esta última la desaprovecharon torpemente para la función de mujer florero).

Si la historia engancha y los actores son capaces de transmitir sus sentimientos, el relato comienza a hacerse cercano, familiar y, a pesar del toque de ciencia ficción, creíble. Creo que es la razón de que, en su conjunto, me haya parecido un film bastante efectivo. De momento es la sorpresa agradable de la temporada.

En tierra hostil


Valoración: Regular

Ya llevamos varios años en que los Oscar están en entredicho. Pero tras comprobar que Gran Torino, una de las mejores películas de la década, no entró de pleno en ninguna de las últimas dos ediciones (la fecha de su estreno no dejó claro si pertenecía a la ceremonía de 2009 o a la de 2010) un hecho ha quedado fuera de toda duda: estos premios sólo sirven a intereses comerciales y no representan, de ninguna manera, al buen cine. De hecho los Globos de Oro siguen siendo la gran referencia; no en vano premiaron a Avatar, la mejor película del año.

No voy a comparar En tierra hostil, injusta ganadora de las estatuillas a mejor película y dirección, con algo del calado de Avatar. Tampoco lo haré con las grandes películas bélicas de los últimos años, como la fantástica Black Hawk derribado de Ridley Scott. ¿Por qué? Porque este film de Kathryn Bigelow no aguanta comparaciones ni siquiera con Green Zone (aquella película que parecía una continuación del ya mítico Jason Bourne).

Kathryn Bigelow es una directora de talento. Seguro que todos recordáis Le llaman Bodhi, protagonizada por el difunto Patrick Swayze. Personalmente, mi favorita de toda su filmografía es Días extraños. El caso es que Bigelow cuenta con capacidad para un buen manejo de cámara, además de saber armar bastante bien las secuencias y cuidar con esmero la puesta en escena (parece que aprendió mucho mientras estuvo casada con James Cameron). Todas esas facultades las podemos ver en En tierra hostil, pero ¿qué pasa con el guión?, ¿dónde está el interés por la trama? No estamos ante una película, ya que simplemente es un documental sobre unos tipos que desactivan bombas en Irak. Nada más. Así que, una vez vistos los primeros minutos, comprobar cómo el libreto va repitiendo una y otra vez la misma situación, termina por aburrir de forma soberana.

En cuanto al elenco, hay un asunto que me trae de cabeza: ¿cómo es posible contar con Ralph Fiennes, uno de los mejores intérpretes del planeta y relegarlo a un rol semejante al de un cameo largo? ¿Acaso no es más efectiva la capacidad de un buen actor para transmitir tensión que un par de inesperadas explosiones? En el mundo del deporte profesional, si un entrenador deja en el banquillo a su mejor exponente, se puede llegar a montar un auténtico escándalo. Aquí debería pasar lo mismo. De hecho, desperdiciar así a este genial actor británico es motivo más que suficiente como para otorgar un suspenso a esta producción. En su lugar debemos soportar a un tipo sin ningún carisma ni expresividad como Anthony Mackie (La conspiración del pánico) y la irreal y chulesca interpretación de un desactivador de bombas que lleva a cabo Jeremy Renner (El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford). Después aparece brevemente Evangeline Lilly y uno se pregunta, ¿será para atraer al nutrido grupo de fieles de Perdidos? No sería de extrañar en los tiempos que corren.

En resumidas cuentas, podríamos decir que En tierra hostil es una película muy bien realizada en estilo documental, perfectamente montada, con todos los aspectos visuales cuidados al detalle, pero mediocremente interpretada y con un problema todavía mayor: Bigelow necesita más de dos horas para contar algo que no debería exceder los veinte minutos. Así las cosas, uno recuerda los apenas cinco minutos que necesitó su ex-marido para narrar el futuro apocalíptico que esperaba a la humanidad en Terminator 2 y termina de evidenciar las graves carencias en el relato de un film que, de no ser por la pésima Distrito 9, sería, de largo, la película más sobrevalorada del año.

Desde París con amor


Valoración: Floja

Esta película tiene una cosa buena y una mala. La buena es que uno se encuentra lo que espera; curiosamente, dicha circunstancia también es la mala. Me explicaré: director francés que narra una historia de Luc Besson (El quinto elemento) y cuyo título suena a parodia de James Bond. ¿Expectativa? Ruido, ruido, más ruido y apenas nada que contar. Lamentablemente, en este caso, la expectativa se cumplió.

La mejor película de Pierre Morel (el director galo en cuestión) hasta la fecha, es Transporter y no es decir mucho, entre otras cosas porque únicamente fue director de fotografía. Aquel film fue bastante entretenido, ya que supieron montar una película para explotar al máximo a un Jason Statham, que se mueve como pez en el agua en películas de acción pura y dura. Aún así, la película iba desinflándose poco a poco, quedando su interés sujeto únicamente a la chulería del señor Statham, tratando de seguir la línea de uno de los más grandes en este apartado: Bruce Willis. Lo que pasa es que ni Transporter era La jungla de cristal ni el protagonista John McClane.

Diréis que me estoy desviando del asunto que nos ocupa, pero es que no hay mucho que decir acerca de Desde París con amor. Se podría resumir como un compendio de disparos, explosiones y persecuciones a toda velocidad, con giros rocambolescos de cámara, sin ningún sentido y sin un relato que despierte cierto interés. Es decir, llevar a cabo en escenarios europeos lo que Michael Bay realiza en tierras norteamericanas, ni más ni menos.

Así las cosas, John Travolta encaja perfectamente pegando tiros a diestro y siniestro mientras se pone chulo con los malos y no para de decir tacos. Bueno, no tan perfectamente, ya que su incipiente barriga no concuerda demasiado con lo que esperamos de un James Bond americano. Así pues resulta sobreactuado y paródico. Lo único atrayente de Travolta en este film es cierta gracia que se permite en homenaje a Pulp Fiction, la cual no desvelaré.

Pero no todo es de baja calidad en Desde París con amor. De hecho, la interpretación de Jonathan Rhys Meyers (Match Point, Los Tudor) resulta tan gratificante como inesperada. Se podría decir que es el único actor que interpreta de todo el elenco. Meyers representa a un delegado de la embajada que ve cómo, de la noche a la mañana, su idílico mundo se hunde. Lo bueno es que sabe dotar a su personaje de profundidad y sentimientos; lo malo que no es un film en el que eso se vaya a valorar.

En resumidas cuentas, una película plagada de situaciones tan absurdas como previsibles, de montaje un tanto caótico, rodada de forma estrambótica, con influencias de las buddy movies de acción y, sobre todo, ruidosa, muy pero que muy ruidosa.

viernes, 23 de abril de 2010

Alicia en el país de las maravillas


Valoración: Floja

No es fácil criticar a Tim Burton, ya que enseguida se te echa encima su amplia legión de incondicionales, pero Alicia en el País de las Maravillas confirma un hecho que se lleva cumpliendo en sus últimas películas: una abismal diferencia entre la inventiva visual y el interés por la trama.

Siendo honestos, si Burton ha cosechado esa colección de fieles es por la gran calidad que atesoran muchas de sus películas. Conviene recordar que entre su filmografía se encuentran joyas como Eduardo Manostijeras, Ed Wood o mi favorita, Batman. Pero desde que en 2001 rodó una penosa versión de El planeta de los simios, se diría que Burton ha entrado en barrena.

Siempre se alude a su imaginación y a su puesta en escena. De lo segundo, atendiendo sólo a los efectos visuales, estoy de acuerdo. Pero jamás podría tildarse de imaginativa una película que, a imitación de lo que Spielberg hizo en Hook, versiona un cuento infantil desde el punto de vista de un adulto que ya ha olvidado sus peripecias de la infancia. Y el resultado es similar, pues si el gran Spielberg fracasó con un Peter Pan adulto en el film mencionado, a Burton le sucede lo mismo con una Alicia que huye de sus obligaciones sociales como mujer en edad casadera, para volver al País de las Maravillas en busca de nuevas aventuras.

En cuanto al espíritu del libro y a la fidelidad del libreto, podríamos decir que es una historia tan poco fiel como lo fue en su día Sleepy Hollow. Entiendo que se nos puede acusar, a quienes nos gustó esta leyenda (hablo de la novela escrita), de ser excesivamente críticos con Burton en aquella ocasión, pero lo que es indudablemente cierto es que no respetó en absoluto el relato de Washington Irving.

Ahora hace lo propio con la obra de Lewis Carroll. No es que una versión cinematográfica tenga que ser exactamente igual que un libro, pero al menos ha de mantenerse fiel al espíritu, como tan bien supo recrear Peter Jackson con la primera parte de El señor de los anillos. Curiosamente dicha trilogía sirve para ilustrar el poco respeto de Burton por los originales en que se basa, ya que es similar a lo cometido por Jackson contra la inolvidable obra de J.R.R. Tolkien en las partes segunda y tercera.

Después tenemos la elección del reparto, con una protagonista, Mia Wasikowska (En terapia) incapaz de transmitir absolutamente nada. ¡Cuánto habría ganado la película con Dakota Fanning (El fuego de la venganza, Push) en el papel principal! Y, cómo no, Johnny Depp (que parece hacer siempre el mismo papel con Burton) y Helena Bonham Carter formando parte del elenco, como si no existiesen más actores en el panorama hollywoodiense.

Cuando los seguidores de Burton lean esto, supongo que me crucificarán. Sin embargo, al rato, cuando dejen de tomárselo como algo personal (nunca he entendido por qué la gente se enfada con las opiniones cinéfilas, pero así es) no podrán por menos que reconocer que estamos ante una película muy inferior a las capacidades de este director, con un guión aburrido y nada original (la responsable es la escritora de La bella y la bestia y El rey león, Linda Woolverton) y una concepción claramente comercial, orientada a obtener grandes beneficios a costa del 3D. Por cierto, ya que estamos, sobre esta tecnología el único que por el momento le ha dado un buen uso es James Cameron, por mucho que la envidia haga que algunos se empeñen en pensar lo contrario.

¿Volverá Burton a sus orígenes o seguirá sin esforzarse lo más mínimo en filmar una buena historia? El tiempo y el dinero recaudado nos lo dirán.

viernes, 16 de abril de 2010

Exposados


Valoración: Pasable

Tras la desternillante La cruda realidad, tenía curiosidad por volver a ver al polifacético protagonista de 300, Gerard Butler, en un rol de comedia. Si además está dirigido por el realizador de la divertidísima Hitch (Andy Tennant) y tiene al lado a la atractiva y siempre graciosa Jennifer Aniston, la expectativa era, cuanto menos, amena. Ésa era mi pretensión y se cumplió: pasar un rato agradable, desinhibido por completo de los problemas reales. Por lo tanto, como mero entretenimiento, merece el aprobado.

Evidentemente Exposados no va a pasar a la historia del Séptimo Arte. Ni siquiera se mencionará en un futuro como referencia a las comedias románticas. Hablamos de uno de esos productos que se disfrutan como un fast-food: agradable mientras dura, pero fácilmente olvidable.

Ahora que lo pienso, más que como comedia romántica, el film se mueve en la línea de la Screwball Comedy, que viene a significar algo así como comedia loca o zigzagueante, también conocida como comedia de enredo. El término se obtuvo del baseball (alude a una clase de lanzamiento en que la bola puede coger diferentes efectos) y se refiere a un tipo de comedia que causó furor en los años treinta y cuarenta en Estados Unidos. En este subgénero son típicas las situaciones alocadas, inverosímiles y rocambolescas, aunque también, desgraciadamente, la previsibilidad de la trama. Y todo ello se ejecuta desde un contexto de pareja, en el que los protagonistas suelen llevarse como el perro y el gato. Aunque también podríamos definirla como lo hizo el crítico norteamericano Andrew Sarris: una comedia de sexo sin el sexo.

Sobre el desarrollo del film, imagino que quien más, quien menos, se irá figurando la sucesión de acontecimientos. Por ello, el fuerte debería estar en cada situación que atraviesan los protagonistas. Sin embargo, el guión concebido por Sara Thorp (autora del libreto de Giro inesperado, uno de los peores thrillers que he visto) deja mucho que desear a este respecto, tanto por el poco dinamismo de ciertas partes de la trama, como por la pobreza y poca imaginación de algunos diálogos. Trata de ocultarlo entremezclando una subtrama policíaca, pero no consigue su objetivo ya que el ritmo, en general, es bastante irregular.

Al final todo queda supeditado a la gracia de los dos protagonistas y, afortunadamente, ambos la poseen en abundancia. Y si una comedia hace reír, en mi humilde opinión, se salva.

domingo, 11 de abril de 2010

El escritor


Valoración: Pasable

En esta era en la que los efectos especiales priman muy por encima de una buena historia, esperaba con ganas lo nuevo de Roman Polanski. Sin embargo, esta pequeña historia con grandes reminiscencias de Hitchcock, desarrollo previsible y final nada original, me dejó bastante frío.

Polanski trata de volver a los relatos de espías de los años 50 y 60. Fijado el estilo, el guión narra las peripecias de un escritor a quien se le encarga escribir las memorias de un polémico ex-primer ministro británico.

He aquí donde encontramos el primer gran error de esta producción: la contratación de Ewan McGregor para el papel protagonista. McGregor me recuerda en muchas cosas a Matt Damon, sobre todo en sus escasas dotes para la interpretación. La diferencia es que Damon lo supo solventar orientando su carrera hacia el cine de acción, mientras que McGregor sigue insistiendo en filmes que le vienen grandes.

Un personaje que se ve en medio de una conspiración, en la que posiblemente acabe muerto, debería ser capaz de transmitirnos sentimientos como miedo o ansiedad, pero su rostro permanece casi invariable, lo mismo que sus movimientos o gestos. Tampoco interpreta de forma solvente esos momentos, supuestamente adictivos, en los que alguien que investiga va resolviendo las piezas del rompecabezas de turno. Para intentar hacerme entender, lo resumiré con una pregunta: ¿Os imagináis Con la muerte en los talones protagonizada por un actor sin carisma, incapaz de transmitir lo que ocurre en su fuero interno, en lugar del gran Cary Grant? Pues eso.

Pero el protagonista no es lo más decepcionante, ya que el libreto dista mucho de ser original. No tengo ningún problema con que un cineasta huya de los golpes de efecto o de espectaculares secuencias de acción. Pero claro, si es así, la trama debería ser más atrayente, menos convencional y estar mejor narrada.

No negaré que hay pequeños detalles en los que Polansky demuestra su calidad como cineasta. Lamentablemente estos breves momentos quedan relegados a tomas aisladas o a ciertos planos de mérito. Considero que el director de grandes films como El baile de los vampiros o El pianista debería haberse esforzado mucho más. ¿Habrá tenido algo que ver la interrupción del rodaje por haber sido encarcelado cuando visitaba tierras suizas?

Como curiosidad, citaré los nombres del resto del elenco, ya que algunos de ellos son ilustres veteranos: 007 Pierce Brosnan, el que fuera gran promesa de Hollywood (y se quedara en ello) Timothy Hutton, un irreconocible James Belushi (famoso actor cómico de películas como El rector, Danko: Calor Rojo o Superagente K-9), el ya anciano Eli Wallach (el inolvidable Tuco de El bueno, el feo y el malo), el cumplidor Tom Wilkinson (Full Monty, Valkiria) y las televisivas Olivia Williams (Dollhouse) y Kim Kattrall (Sexo en Nueva York). Todos ellos hacen empequeñecer al protagonista. ¿Culpable? El director de casting.

miércoles, 7 de abril de 2010

Furia de Titanes


Valoración: Regular

En una ocasión, un literato amigo mío me comentaba que, en lo que a libros se refiere, ya estaba todo inventado. Hablamos sobre la ocurrencia de Camilo José Cela en Cristo versus Arizona, de escribir toda la novela sin signos de puntuación (bueno, con uno, el punto del final). También hizo referencia a los juegos gráficos que propuso Cabrera Infante en Tres tristes tigres o al distinto uso del color en La historia interminable, en la que Michael Ende utilizaba el rojo para referirse a los momentos en los que Bastian entraba en Fantasía y el negro para el mundo real. Incluso se ha llegado a combinar cartas del tarot para narrar diferentes historias, típico de la novela combinatoria, como hizo Italo Calvino en El castillo de los destinos cruzados.

Todo lo que sea innovar me parece muy bien, pero al final, si la novela no tiene un argumento interesante y bien desarrollado, los recursos antes mencionados se quedan en meros juegos de artificio, bonitos envoltorios para tratar de ocultar la falta de talento, es decir, lo que ha hecho Louis Leterrier en Furia de Titanes.

Me esperaba más de Leterrier, teniendo en cuenta que, tras Danny the dog y Transporter 2, por fin supo aunar efectos especiales con una buena historia en El increíble Hulk (la de 2008, no confundir con la pésima Hulk de Ang Lee de 2003). El primer gran artificio es introducir el 3D en una película que no se había filmado con esta técnica, sino que se superpuso después. El resultado es francamente decepcionante, ya que a diferencia de las magistrales tomas de Avatar, aquí las tres dimensiones despistan más que otra cosa.

Siguiendo con los efectos, se nota el excesivo uso del ordenador. Una cosa es que ciertas secuencias no se puedan generar de ninguna otra manera y otras que el director no utilice la imaginación. ¿Qué habría sido de Indiana Jones en el templo maldito si en lugar de Spielberg, el realizador hubiese sido Leterrier? Secuencias como la del puente en el tramo final, habrían perdido toda la gracia.

Si una película que basa todo su fuerte en la técnica, obtiene un suspenso en efectos especiales, lo lleva crudo. Es aquí donde hablaremos de su facilón guión, que cuenta la misma historia que la película original de Desmond Davis de 1981, sin aportar nada nuevo (incluso diría que narra menos acontecimientos). Los diálogos, en muchos casos, podrían calificarse como suprimibles, ya que parecen escritos como mero vehículo de la chulería de algunos personajes. Por no hablar de su insatisfactorio final, con el que me extenderé en la zona spoiler.

Hablando de héroes de frases lapidarias: Sam Worthington no lo es. No voy a compararlo con los grandes en este apartado, como Schwarzenneger o Bruce Willis, porque queda incluso por detrás de Jason Statham, con el que ya trabajó Leterrier en Transporter 2. Worthington se ha hecho de oro al protagonizar Avatar, pero ni en la película de Cameron, ni en la infame Terminator 4, ni aquí, da la talla, ya que el tipo es músculos y poquito más.

He llegado a la conclusión de que la principal figura de muchas de las grandes superproducciones de hoy en día es el economista. Se efectúa un estudio de mercado para elegir al actor de moda de turno, al que se acompaña de modelos reconvertidas a actrices y grandes actores en roles secundarios (el maltrato que el guión depara a Ralph Fiennes y Liam Neeson es, como poco, insultante). Después se elabora un libreto que vaya en la línea de los últimos taquillazos (aparecen similitudes con El Señor de los anillos por todos sitios) se rellena con un montón de ruido y efectos, se narra de forma lineal y simplista, se apuesta por un final comercial y ¡hala! Taquillazo seguro.

¿Cómo vamos a esperar que los productores de hoy en día gasten dinero en la contratación de un buen guionista, si productos que descuidan la importancia de narrar una historia con el debido cuidado y la necesaria profundización en los personajes, como hace Furia de Titanes, arrasan después en taquilla?

Luego os extrañaréis de que cada día me guste más Clint Eastwood.

Zona Spoiler: Es preferible no leer lo que viene a continuación si no se ha visto la película.

El final de Furia de Titanes nos termina de descolocar. ¿Os imagináis que en el final de Troya, Brad Pitt (Aquiles) hubiera salido indemne y se hubiera quedado con la bella sacerdotisa con la que huía? No queda muy bien, ¿verdad? A Aquiles le dejan bien claro su destino: de ir a la guerra, sería largamente recordado en la historia, pero moriría; por el contrario, si se quedaba en casa, viviría feliz pero nadie lo recordaría. Aquiles toma la decisión de ser un héroe y la afronta con todas las consecuencias, muriendo al final de una herida en su talón.

A Perseo le sucede algo parecido: unas brujas le confirman que le espera la muerte si sigue empecinado en luchar como un humano. Hasta Zeus, por miedo a su muerte, le ofrece un lugar en el Olimpo. Pero, ¿qué sucede al final? Perseo, más chulo que nadie, se los carga a todos (incluido el temible cracken) sin sufrir el menor rasguño. Pero eso no fue del todo convincente, comercialmente hablando, para productores, director, guionista, economista o quien quiera que sea el culpable: Zeus baja a la tierra y resucita a una belleza para que el bueno de Perseo no pase sus días de mortal en soledad. O lo que es lo mismo: nos cargamos una de las partes más importantes en toda historia épica: afrontar un destino con todas sus consecuencias. Patético.