Confieso que de no haber existido la serie de televisión citada, posiblemente no hubiese ido a ver Más allá del tiempo. Pero al ver el tráiler, me di cuenta de que el argumento era similar y me dije: ¿por qué no? Además el director,Robert Schwentke, había realizado con bastante éxito la entretenidísima Plan de vuelo desaparecida y contaba con una pareja protagonista de altísima calidad.
Me esperaba una pastelada de grandes proporciones. Sin embargo me llevé una grata sorpresa. Sí, el film es un drama romántico, pero la historia de amor está narrada con bastante realismo, sin incurrir en los clásicos efectismos baratos inherentes a este tipo de películas. Además tiene la cualidad de comenzar de forma impactante, captando la atención del público desde el principio, la cual sabe mantener hasta el final del metraje, que no es poco.
El guión narra una historia sencilla: Chico y chica se conocen, se enamoran y terminan por vivir una vida juntos. Quizá su sencillez sea lo que hace que la historia funcione. Simplemente vemos el día a día y el daño que puede hacer, a una relación estable, un hecho extraordinario de esos que tanto gusta utilizar en sus películas al bueno de James Cameron. Contemplarlo desde el punto de vista humano, introducirnos en las dificultades que el protagonista debe sortear en busca de una vida normal, en lugar de convertirse en un thriller de acción made in Schwarzenegger, de esos que tanto me gustan (gustar es poco, me encantan) me ha resultado lo suficientemente atrayente como para no mirar el reloj durante toda la sesión.
Ahora bien: todo esto no hubiese funcionado sin el espectacular trabajo llevado a cabo por Eric Bana y Rachel McAdams. Ambos son dos actores de muchísimo talento, algo que desgraciadamente se echa en falta en muchas “estrellitas” de hoy en día, tipo Orlando Bloom o Kristen Stewart. Bana ha demostrado su vid polifacética en diferentes films como Munich, Black Hawk derribado o Troya, mientras que a McAdams la hemos visto en Vuelo nocturno, La sombra del poder o Sherlock Holmes (en esta última la desaprovecharon torpemente para la función de mujer florero).
Si la historia engancha y los actores son capaces de transmitir sus sentimientos, el relato comienza a hacerse cercano, familiar y, a pesar del toque de ciencia ficción, creíble. Creo que es la razón de que, en su conjunto, me haya parecido un film bastante efectivo. De momento es la sorpresa agradable de la temporada.
Esta película tiene una cosa buena y una mala. La buena es que uno se encuentra lo que espera; curiosamente, dicha circunstancia también es la mala. Me explicaré: director francés que narra una historia de Luc Besson (El quinto elemento) y cuyo título suena a parodia de James Bond. ¿Expectativa? Ruido, ruido, más ruido y apenas nada que contar. Lamentablemente, en este caso, la expectativa se cumplió.
La mejor película de Pierre Morel (el director galo en cuestión) hasta la fecha, es Transporter y no es decir mucho, entre otras cosas porque únicamente fue director de fotografía. Aquel film fue bastante entretenido, ya que supieron montar una película para explotar al máximo a un Jason Statham, que se mueve como pez en el agua en películas de acción pura y dura. Aún así, la película iba desinflándose poco a poco, quedando su interés sujeto únicamente a la chulería del señor Statham, tratando de seguir la línea de uno de los más grandes en este apartado: Bruce Willis. Lo que pasa es que ni Transporter era La jungla de cristal ni el protagonista John McClane.
Diréis que me estoy desviando del asunto que nos ocupa, pero es que no hay mucho que decir acerca de Desde París con amor. Se podría resumir como un compendio de disparos, explosiones y persecuciones a toda velocidad, con giros rocambolescos de cámara, sin ningún sentido y sin un relato que despierte cierto interés. Es decir, llevar a cabo en escenarios europeos lo que Michael Bay realiza en tierras norteamericanas, ni más ni menos.
Así las cosas, John Travolta encaja perfectamente pegando tiros a diestro y siniestro mientras se pone chulo con los malos y no para de decir tacos. Bueno, no tan perfectamente, ya que su incipiente barriga no concuerda demasiado con lo que esperamos de un James Bond americano. Así pues resulta sobreactuado y paródico. Lo único atrayente de Travolta en este film es cierta gracia que se permite en homenaje a Pulp Fiction, la cual no desvelaré.
Pero no todo es de baja calidad en Desde París con amor. De hecho, la interpretación de Jonathan Rhys Meyers (Match Point, Los Tudor) resulta tan gratificante como inesperada. Se podría decir que es el único actor que interpreta de todo el elenco. Meyers representa a un delegado de la embajada que ve cómo, de la noche a la mañana, su idílico mundo se hunde. Lo bueno es que sabe dotar a su personaje de profundidad y sentimientos; lo malo que no es un film en el que eso se vaya a valorar.
En resumidas cuentas, una película plagada de situaciones tan absurdas como previsibles, de montaje un tanto caótico, rodada de forma estrambótica, con influencias de las buddy movies de acción y, sobre todo, ruidosa, muy pero que muy ruidosa.