domingo, 31 de octubre de 2010

Los ojos de Julia

Valoración: Buena
El realizador español Guillem Morales (El habitante incierto) dirige Los ojos de Julia, película producida por los mismos productores de El orfanato, entre los que hay que destacar a Guillermo del Toro (Blade II).

Se nos ha vendido la película como cine de terror y, de hecho, se ha englobado como tal en dicho género. Me da la impresión de que ha sido porque muchos pensaban que iba a ser una copia de El orfanato (mismo equipo de producción, misma protagonista, terror psicológico...) Sin embargo, estamos ante un auténtico thriller al más puro estilo Alfred Hitchcock, de quien adopta elementos muy válidos para mantener enganchado al espectador durante todo el relato. Eso sí, entiendo que se califique como película de miedo ya que, en algunas ocasiones, logra alcanzar ese punto de tensión en el que a uno se le eriza el vello del cuerpo.

Técnicamente la factura es impecable. Atmósfera lograda, cuidada puesta en escena, un agudo sentido visual en el que destacan los fabulosos juegos de luces y sombras, la banda sonora adecuada para cada momento (y que ayuda a dar algún que otro respingo), buena utilización de los recursos disponibles...

Por su parte, los actores, en especial Belén Rueda, están fantásticos. Todos ellos hacen creíbles sus personajes, lo que ayuda mucho a que el espectador se introduzca de lleno en la historia.

Pero así como en los apartados técnico e interpretativo no ponemos un solo pero, el guión presenta ciertas irregularidades. Por ejemplo, hay varios personajes importantes en la trama, que están tan mal definidos como maltratados. El ritmo narrativo es un tanto irregular y en el desarrollo argumental aparecen demasiados baches, como si el relato estuviera contado a saltos. También hay un exceso de reflexiones filosóficas, que contribuyen a que el metraje parezca excesivamente largo. Opino que el resultado habría sido muy superior si se hubiese centrado en el suspense.

Sin embargo posee momentos memorables, destacando su clímax final, en una secuencia con influencias más que evidentes de dos películas: La ventana indiscreta de Alfred Hitchcock y Sola en la oscuridad de Terence Young (no oso comparar a Belén Rueda con Audrey Hepburn, simplemente hay elementos en común que saltan a la vista).

En líneas generales diría que es una buena película. Realización talentosa, intérpretes por encima de la media, tensión, suspense y entretenimiento conseguidos y un final airoso. Algunos errores de guión podrían calificarse como graves pero, sopesando pros y contras, la sensación final que queda es bastante satisfactoria.

Jóvenes ocultos 3: Sed de sangre (Lost boys: The thirst)


Valoración: Pasable

Cuando vi la pésima Jóvenes Ocultos 2, ya se rumoreaba que una tercera parte estaba en marcha. Pensando que su calidad sería similar a la de la segunda, me eché a temblar. Sin embargo, ya sabéis que me trago todo lo que sale sobre vampiros (así me va), por lo que me arriesgué y, para mi sorpresa, si bien no me parece una buena película, ni mucho menos, me resultó bastante entretenida.

Utilizando el lenguaje televisivo, se podría decir que Jóvenes ocultos 3 es un spin-off del film original, ya que se ha escogido a uno de los personajes secundarios de la película de Schumacher, Edgar Frog y se le ha dado el rol protagonista. Esto se ha llevado a cabo desde un prisma humorístico, en clave de parodia hacia otros films de vampiros (en especial Blade) y el resultado no ha sido del todo malo, ya que consigue provocar la sonrisa del espectador, que ya es bastante.

También hay mucho de homenaje, tanto a la película original, como al tristemente desaparecido Corey Haim, uno de los protagonistas de aquel film e ídolo adolescente de los 80, por películas como Miedo azul, El romance de Murphy, Lucas, Papá Cadillac o Una chica de ensueño. Falleció el diez de marzo de este año por culpa de una fuerte pulmonía (y no por sobredosis, como la prensa senacionalista se encargó de publicar tan rápida como erróneamente). El homenaje consiste en los numerosos flash-backs con los que el film le obsequia, a modo de honores.

Aunque la nostalgia, el humor y la corta duración de metraje nos hagan pasar un rato más bien ameno, hay que puntualizar que estamos ante una película sacada directamente a DVD, por lo que no veremos grandes efectos, ni disfrutaremos con diálogos profundos ni historias bien estructuradas y desarrolladas. El film está orientado a un determinado tipo de público y se mantiene fiel a su estructura paródica hasta el final. Concebido así, quien no gustara del primer film de Schumacher o no sintiera empatía por los alocados jóvenes intérpretes de aquella película, no disfrutará con su visionado.

Jóvenes ocultos 2: Vampiros del surf (Lost boys: The tribe)


Valoración: Mala

En 1987, Joel Schumacher realizó Jóvenes Ocultos, un film convertido en película de culto por innovar sabiamente el género de vampiros. Entre sus múltiples referencias musicales y cinéfilas (no sólo Tarantino tiene la exclusiva de ello), su hábil mezcla de géneros (humor y terror), su estética moderna para la época, su buena elección en el reparto y su ágil ritmo narrativo, la película alcanzó un mayor éxito del esperado.

Veinte años después, P.J. Pesce (Abierto hasta el amanecer 3) decide aprovecharse del éxito mencionado con una secuela tan infame, que directamente fue a DVD sin pasar por la gran pantalla.

Desde el minuto uno se puede comprobar la falta de imaginación y talento del señor Pesce. El argumento es el mismo: una persona ha sido contagiada por beber sangre de vampiro; la única manera de salvarla de la maldición será acabar con el jefe de un nido de chupasangres.

La elección de actores parece una parodia: el villano es un hermanastro de Kiefer Sutherland que desgraciadamente no heredó el talento interpretativo de la familia; repiten Corey Feldman, pluriempleado como cazavampiros, sacerdote y fabricante de tablas de surf (lo que me dejó sin palabras) y Corey Haim, a quien sólo recordaréis de niño (ahora es irreconocible tanto por el físico como por el hundimiento total de su carrera artística); y para terminar, tenemos una importante colección de jovencitas muy atractivas, las cuales aprovechan cualquier oportunidad para quitarse la ropa, consiguiendo así que el espectador no se duerma, porque aquí ni ritmo ágil, ni giros de guión, ni buenas interpretaciones, ni sorpresas, ni secuencias de acción mínimamente decentes, ni humor, ni terror, ni nada de nada.

En una época en la que se mira con nostalgia a los 80 (ejemplos claros son  El equipo A, Los masters del Universo y El coche fantástico) una película como Jóvenes Ocultos 2 resulta un auténtico insulto. El film original debió haberse mantenido como único, pero la combinación entre éxitos del pasado y falta de talento e imaginación en el presente, hacen que nadie esté libre del peligro de las continuaciones.

Jóvenes ocultos (The lost boys)

Valoración: Notable

En 1987, Joel Schumacher (Un día de furia, Línea mortal) intentó emular a Roman Polansky cuando filmó El baile de los vampiros, tratando de dar un nuevo giro a este género con un film que combina hábilmente terror, humor, buenos efectos técnicos y una magnífica banda sonora, con temas de Aerosmith, The Doors, INXS o Troy Seals entre otros.

No es que Schumacher fuera el primero, desde Polansky, en utilizar el humor en una historia de vampiros. Por ejemplo Tom Holland estuvo magnífico en la realización de Noche de miedo en 1985. Sin embargo, podría decirse que la película se Schumacher es más completa, aunque ciertamente ambas entran en la categoría de películas de culto.

Así pues, Jóvenes ocultos entremezcla elementos tradicionales típicos de películas como Nosferatu o Drácula con otros que van más en la línea de Los Goonies (película a la que, por cierto, se hace referencia y con la que comparte un intérprete: Corey Feldman). Quizá radique ahí su éxito, en su narración gamberra y desenfadada de una historia que, habitualmente, daría miedo.

Otro de sus puntos fuertes es la estética: peinados de lo más moderno para la época (recordemos que hablamos de los ochenta), bandas de moteros con sus peculiares trajes, juergas nocturnas con todo lo que conllevan...

La última de sus bondades es el reparto. El gran Kiefer Sutherland (aunque ahora todos lo conocemos como Jack Bauer) borda su rol de malvado vampiro; Dianne Wiest (Balas sobre Broadway) es posiblemente la que mejor entiende el espíritu del guión, pues aporta dramatismo y humor en dosis iguales a su papel de madre preocupada por su familia; por otro lado tenemos a dos estrellas juveniles del momento, el ya mencionado Corey Feldman y Corey Haim (Miedo azul); también destacaré al abuelo de la familia, un desternillante Barnard Hughes (Doc Hollywood, Tron) que hará las delicias de todo el mundo con sus ácidos chascarrillos.

Pero claro, si Jóvenes Ocultos no es una gran película, es porque también tiene graves fallos. Ya que estamos con los actores, dos de sus protagonistas, Jason Patric y Jami Gertz, son lo peor de todo el film, con unas actuaciones muy por debajo de la media de todo el elenco.

Además está el guión, que si bien acierta con la mezcla de géneros y tiene un buen ritmo narrativo, que convierte la historia en amena y entretenida, adolece de profundidad de personajes y de trama consolidada, con una resolución final excesivamente facilona.
En líneas generales, podemos afirmar que Jóvenes ocultos es una buena película de vampiros, con tono autoparódico, que aportó en su día frescura al género. Por lo tanto, un film más que recomendable.

El exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose)


Valoración: Muy buena

En 2005 pudimos disfrutar de este excelente y a la vez sobrecogedor relato, basado en el único caso de exorcismo reconocido oficialmente por la Iglesia Católica hasta la fecha.

Estamos ante un drama aterrador, que funciona a la perfección por su inteligente guión, el cual entremezcla sabiamente el thriller judicial con el género de terror, mediante espeluznantes flash-backs sobre la posesión de Emily Rose, encarnada magistralmente por Jennifer Carpenter, actriz a quien muchos conoceréis como "la hermana de Dexter".

El director, Scott Derrickson (Ultimátum a la tierra) consigue generar un miedo atroz gracias, entre otras cosas, a su inestimable trabajo con los actores, quienes logran aterrorizarnos con sus impecables interpretaciones. Es una vuelta al terror clásico, a aquellas películas como Al final de la escalera, en la que uno no pasaba miedo viendo qué había en el último tramo de escaleras, sino observando la desencajada cara de la protagonista (Trish Van Devere) cuando fijaba la mirada en lo que había al final de los peldaños, siguiendo esa máxima de que asusta más lo que se insinúa que lo que se enseña.

Se agradece que el film, en su mayoría, olvide los fáciles sustos efectistas que suelen abundar en este tipo de producciones (aunque reconozco que alguno hay) y se centre en la esencia misma del mal, alcanzando así grandes cotas de miedo profundo y continuado. Y tampoco viene mal que, después de hacernos pasar tanto miedo, el tramo final contenga un importante mensaje de esperanza.

Además de la mencionada protagonista, me gustaría destacar la labor de varios actores. Empezaré por Tom Wilkinson, muy lejos de su rol en Full Monty, encarnando a la perfección a un sacerdote que se sobrepone al miedo para llevar a cabo su misión, la cual se desvelará al final de la película. Me parece un personaje de especial relevancia, ya que hace de hilo conductor durante el relato. También destacaré la labor de la siempre eficiente Laura Linney como abogada defensora, a quien ya habíamos visto con anterioridad en un estrado, enfrentándose a Richard Gere en la magnífica Las dos caras de la verdad. El reparto se completa con actores de la talla de Colm Feore (El intercambio, 24), Campbell Scott (La trama, Morir todavía) o Henry Czerny (Misión imposible, Peligro inminente).

En un momento en que el cine de terror está en horas bajas, El exorcismo de Emily Rose consigue devolver la fe a todos los amantes del género, con una película de altísima calidad, capaz de poner los pelos de punta a cualquiera, totalmente recomendable para todo aquel que sepa disfrutar no sólo del género de terror, sino también del buen cine.

Lo he dicho muchas veces: las películas de miedo se hacen, en su mayoría, con total descuido. El exorcismo de Emily Rose demuestra que, invirtiendo en buenos intérpretes y trabajando el guión, este género es tan bueno como cualquier otro para producir películas de gran calidad.

Lo que está claro es que, después de verla, las tres de la mañana ya nunca serán una hora cualquiera más.

Especial Halloween 2010

El año pasado comencé los especiales de Halloween con una recopilación de cinco clásicos del cine de terror, los cuales podéis revisar pinchando en cualquiera de sus títulos: El doctor Frankenstein, La novia de Frankenstein, Drácula, La momia y El hombre lobo.

Este año volverán a ser cinco películas que, a pesar de ser modernas, engloban tres subgéneros diferentes. Empezaré con El exorcismo de Emily Rose, cumpliendo así la petición de un amigo. Esta película encarna el miedo total, su visionado provocó un sobrecogimiento extremo no sólo en mí, sino en toda la sala de cine. Nunca olvidaré la jugada que me prepararon mis queridos amigos, cuando todos se metieron a ver Plan de vuelo: desaparecida (la cual yo ya había visto) y me dejaron solo en El exorcismo de Emily Rose. Las caras de todo el público asistente esa noche, al final de la sesión, no dejaban lugar a la duda: todos terminamos completamente aterrorizados.


Después rebajaré la tensión con una trilogía: Jóvenes ocultos. La primera fue una película ochentera que terminó convirtiéndose en film de culto entre los amantes del cine de vampiros. Además sale mi amigo Jack Bauer... ¿Qué más se puede pedir? Las otras dos rebajan muchísimo el nivel (salieron directamente a vídeo) pero así completo la serie. Lo que está claro es que en ninguna pasaremos miedo. Todo lo contrario: incluso esbozaremos alguna que otra sonrisa. Teniendo en cuenta que estos días he analizado otras dos películas de vampiros, creo que vamos más que servidos en este asunto.


Dejaré el turno final al estreno de terror de la semana en España: Los ojos de Julia. Acabo de verla y me ha parecido un buen thriller psicológico. Tiene más de suspense que de terror (además un tipo de suspense hitchcockiano bastante logrado) pero hay dos o tres momentos en los que se pasa miedo.


El año pasado recuerdo que gustó mi recopilación de clásicos (muchos me escribisteis al correo en lugar de hacerlo en el blog, pero creo que esa costumbre ya no os la quitaré). Espero que la de este año no os defraude.

jueves, 28 de octubre de 2010

Déjame entrar (Let me in - 2010)


Valoración: Floja

Un homenaje sin innovación no es homenaje, sino karaoke. Aunque la cita no es mía (pertenece a Matt Zoller Seitz del New York Times) no es la primera vez que la empleo, a causa de la cada vez más preocupante falta de imaginación de los guionistas de Hollywood. En pocos días he visto el film original de 2008 y su remake de 2010 (¡¡¡sólo dos años entre ambas versiones!!!) y, sinceramente, una es un calco de la otra.

Tal es así que podría perfectamente hacer un copia y pega con el análisis que efectué sobre la versión sueca, cambiando sólo la parte del elenco (a diferencia del primer film, aquí los niños sí interpretan) pero no quiero cometer la misma falta de respeto que Matt Reeves, que tampoco pecó de original con Monstruoso, apuntándose a la moda de la filmación cámara en mano. Prefiero centrarme en algunos aspectos a los que no otorgué la debida atención la primera vez.

Se habla de este relato como algo fresco y novedoso. Sin embargo todo lo que ofrece ya ha sido utilizado en un sinfín de ocasiones. Si se refieren a la relación entre la niña y su cuidador, hasta el mismísimo Conde Drácula necesitaba la ayuda de un humano (Reinfeld) para sobrevivir. Y si se acogen a la ridícula parte romántica del relato, ¿es que es la primera película de vampiros que ven? Porque el asunto es más que recurrente en el género. Y eso por no hablar sobre los desplazamientos de la protagonista, que parecen una lamentable copia de un cruce entre otras dos célebres niñas: la de El Exorcista y la omnipresente de las películas de terror asiático.

¿Por qué tildo de ridícula la relación entre los niños? Porque ella, por mucho que se encuentre dentro de alguien con el físico de doce años, es una mujer adulta. Comportarse como una menor de edad sólo tendría sentido si encerrase la pretensión de engañar al niño, para que fuese su nuevo guardián (algo perfectamente explotado, pero con adultos, en la fabulosa El ansia, de Tony Scott). Sin embargo el relato nos deja bien claro que hay amor entre ambos, por muy inverosímil que esto sea.

No es la primera vampiro que vemos de tierna edad. En Entrevista con el vampiro, se profundizaba de manera fantástica sobre los inconvenientes de transformar en vampiro a un humano que no se hubiese realizado plenamente. De hecho es tal la influencia de Anne Rice en Déjame entrar, que tildarla de nueva es absolutamente irrisorio. Todo el mundo tiene derecho a opinar, está claro, pero hacerlo desde fundamentos falsos, no es de recibo.

Una vez más la maquinaria propagandística ha funcionado. Se hizo con Millennium y se repite con Déjame entrar, que ni siquiera en esto ha sido original. Cada cual con lo suyo, pero, como he dicho otras veces, no me trago la fábula del traje del emperador.

Déjame entrar (Let the right one in - 2008)


Valoración: Floja

Hay películas que tienen suerte. Me refiero a que, por uno u otro motivo, prendan a un sector de la crítica que va de intelectual y, a partir de ahí, nadie se atreve a hablar de sus defectos, como si sacarlos a relucir fuese quedar como un ignorante. Por mi parte, creo que en esto del cine cada uno debe dar su opinión libremente y eso es lo que voy a hacer, aún a riesgo de enfadar al club de fans de esta vampirita sueca.

Película europea basada en un aclamado best-seller, con aire de independiente y atrevimiento, mucho atrevimiento. Hasta ahí bien, suficiente como para que nos llame la atención y decidamos verla. A partir de ahí, desglosémosla por partes.

La adaptación al cine, aunque el guión sea del propio escritor de la novela original, se come situaciones y personajes que considero importantes para la trama. En lugar de ello pierde mucho tiempo con la presentación de los niños protagonistas, la cual efectúa con ciertas deficiencias. La parte de terror se ve muy reducida y, desde luego, no da ningún miedo. Uno puede ser un gran novelista, pero redactar un libreto cinematográfico es muy diferente a escribir un libro.

Centrándonos en la película, el argumento nos cuenta la vida de un niño, hijo de padres separados, maltratado en su colegio, que se hace amigo de una niña-vampiro. Parte de las deficiencias del guión tienen que ver con lo poco que se profundiza en las situaciones familiar y colegial. El divorcio de sus padres no parece afectar mucho al chico y la situación en su escuela es tan simplona como tópica. ¿Realismo? En esta parte no, desde luego.

Sobre las interpretaciones, Kare Hedebrant (el niño) no cambia su cara de pasmado en todo el film (no me extraña que en clase le tuvieran ganas). Por su parte, Lina Leandersson (la vampirita) está mejor, aunque no lleva a cabo ningún alarde interpretativo. Bien a la hora de expresar tristeza por lo que es, pero nada más.

Técnicamente estamos ante una producción muy pobre. La atmósfera ochentera y las localizaciones nórdicas están logradas, pero la ejecución de la acción parece sacada de la televisión, sin planos relevantes ni un verdadero aprovechamiento del 16/9.

Voy sumando y cada vez me acuerdo más de la saga Millennium: película escandinava, adaptación muy pobre de un super-ventas, corte independiente, factura visual propia de un telefilm y excesivamente sobrevalorada porque emite, sin miedo ni pudor alguno, secuencias de explícito contenido violento.

Sin embargo hay dos diferencias muy importantes a favor de Déjame entrar: termina por despertar el interés del espectador y el clímax final está muy por encima del resto del film, por lo que la sensación que le queda a uno no es mala del todo. Aún así, mirando el conjunto, no puedo por menos que calificarla como un tanto floja.

lunes, 25 de octubre de 2010

Paranormal Activity 2


Valoración: Muy mala

Cada vez estoy más en contra de las películas filmadas con el estilo de El proyecto de la Bruja de Blair. El virtuosismo tras las cámaras para ejecutar diferentes planos es todo un arte y este tipo de películas nos privan de ello. Una de las primeras en usarlo, Holocausto caníbal, al menos alternaba estas secuencias con otras más propiamente dichas de película. Y otras como Monstruoso, eran capaces de introducir efectos especiales bastante dignos.

Creo que de todas ellas mi favorita es REC (la primera, claro) aunque, como digo, este estilo no me convence. Todos somos capaces de filmar algo así: nos vamos con los amigos a un lugar oscuro, nos pasamos la cámara de mano en mano, comenzamos a hacer el tonto, de vez en cuando alguien tira la cámara al suelo y se pone a gritar y ya está. Ya sólo falta que Steven Spielberg nos haga un favor diciendo que ha pasado miedo con ello y a sentarse a ganar dinero sin hacer nada.

Esto no es cine, directamente es una vergüenza y lo denuncio como tal. He preferido invertir la mayor parte de estas líneas en emitir una protesta porque el análisis sobre Paranormal Activity 2 se podría efectuar en una sola frase: Explicación para tontos de lo sucedido en la primera Paranormal Activity.

Entiendo perfectamente que todo aquel que viera el año pasado el film original, lejos de haber tenido problemas para conciliar el sueño, lo haya olvidado con facilidad. Pero si recordáis su argumento (¡ah!, pero ¿lo tenía?) una chica era poseída por un diablo. Pues bien, en esta segunda parte nos amplían la información. Así se explica que repita Katie Featherston, como hermana de Sprague Grayden (la pérfida hija de la presidente Taylor en la séptima temporada de 24) que es aquí la principal protagonista.

La nueva historieta coincide en el tiempo con la primera. Veremos el origen de todo esto (muy mal explicado) y cómo termina (esperemos que no haya una tercera). ¿Qué hay de nuevo? Algún sobresalto de tipo efectista, que hará pegar un respingo a más de uno y nada más, porque el desarrollo es idéntico: la mayoría del metraje es una película casera de dudoso interés, para pasar al tramo de terror en los últimos minutos. Es decir: asegura los bostezos exactamente igual que la primera parte.

Avisados estáis.

Nota de archivo: Quien esté interesado en leer el análisis que escribí el año pasado sobre el primer film, que pinche en el siguiente enlace: Paranormal Activity.

sábado, 23 de octubre de 2010

Stone


Valoración: Mala

En 2001 Frank Oz reunió a Robert de Niro, Edward Norton y Marlon Brando en The Score (Un golpe perfecto). Las expectativas eran muy altas, pero el resultado final fue bastante flojo. Nueve años después, De Niro y Norton vuelven a coincidir en Stone y, desafortunadamente, no podemos decir que la cosa haya mejorado, en esta adaptación cinematográfica de una obra teatral de Angus Maclachlan.

El primer golpe nos lo llevamos al descubrir que, a pesar de lo visto en el tráiler, no estamos ante un thriller carcelario. La mayoría de la acción se desarrolla en la cárcel, sí, pero si fuera realmente un thriller, nadie iría perdiendo paulatinamente el interés por lo que pasa, como sucede a medida que avanza el metraje, hasta el punto de que llega a convertirse en toda una invitación a Morfeo.

Técnicamente es muy pobre, tanto que me atrevería a decir que la simplona puesta en escena es propia de la pequeña pantalla. Esperaba bastante más en este apartado, dado que la realización está llevada a cabo por John Curran, director de El velo pintado.

Pero lo peor de toda la producción es el guión del propio MacLachlan, que exhibe una gran torpeza tanto a la hora de narrar la historia, como en la parte destinada a la evolución de los protagonistas. Intenta, de forma fallida y un tanto manipuladora, profundizar sobre temas como la edad, el matrimonio, las influencias religiosas y el sexo, a través de las vidas de un agente de la condicional (De Niro), un preso encerrado por pirómano (Norton) y la mujer de éste (Milla Jovovich). Pero la parte religiosa está manipulada en exceso (con moralina incluida), la matrimonial se narra a base de retazos inconexos, dejando partes importantes sin explicar y la sexual es demasiado explícita y burda (en clave de thriller erótico habría ganado mucho).

Me centro especialmente en el libreto porque es una continua pérdida de posibilidades en sus dos frentes principales. El primero, sobre la transformación de mentalidad y actitud en el personaje de Norton tras sus entrevistas con el encarnado por De Niro, se explica con un cambio de look y poco más. Y el segundo, la relación entre De Niro y Jovovich, que habría dado mucho juego explotando posibilidades como el chantaje o el sentimiento de culpa, se queda en una mera excusa para que veamos el esbelto cuerpo desnudo de la mata-zombies más famosa de Hollywood.

Supongo que a muchos os habrá pasado lo mismo que a mí, que en cuanto he visto a dos de mis actores favoritos junto a la espectacular Milla Jovovich en el mismo cartel, he corrido ilusionado al cine, pensando que con semejantes mimbres no se podía hacer nada malo. Sin embargo, me he llevado el mismo chasco que en su día sufrí al ver Los vengadores, con Sean Connery, Ralph Fiennes y Uma Thurman. Así de fuerte ha sido el descalabro.

viernes, 22 de octubre de 2010

La otra hija


Valoración: Mala

Algo muy extraño está sucediendo con el cine en España: películas que no contienen escenas de sexo ni desnudez alguna son calificadas como X (Saw VI); films que se estrenan en las salas de cine de todo el mundo aquí lo hacen en los vídeo-clubs (recientemente ha sucedido con la última de Bruce Willis, Vaya par de polis); y bodrios como esta La otra hija, que en la meca del cine, Estados Unidos, salen directamente a DVD, en España se estrenan en la gran pantalla. ¿Son cosas mías o estamos ante un comportamiento verdaderamente anormal?

Siguiendo esta línea de pensamiento, me sobreviene la siguiente pregunta: ¿en qué se diferencia La otra hija de un telefilm de domingo por la tarde? Única y exclusivamente en la presencia de una estrella como Kevin Costner, con mucho lo único salvable de este gran desastre, dirigido por el español Luis Berdejo, guionista de REC. Porque entre la torpe puesta en escena, que queda todavía más en entredicho al intentar copiar descaradamente la estética de M. Night Shyamalan en films como Señales o El bosque (estoy reñido con el hindú por sus últimas cuatro películas, pero técnicamente es impecable), el torpe y plomizo guión de John Travis (The Haunting of Molly Hartley) repleto de fallos y situaciones sin resolver, la incapacidad para la interpretación de todo el elenco excepto, como ya he dicho, Kevin Costner (no sé quién lo engañó para participar aquí pero ya puede cambiar de agente) lo previsible que es todo y la ausencia de efectos, entiendo perfectamente que en norteamérica no haya llegado a la gran pantalla.

Por si no os he convencido y todavía os preguntáis de qué va el relato, una familia se traslada a un enorme caserón en el bosque, donde empezarán a suceder fenómenos extraños. O lo que es lo mismo: imaginación al poder. No digo que no se puedan repetir argumentos ya utilizados, pero entonces hay que esforzarse en otro tipo de cosas, como definir a los personajes para que se entienda el drama familiar, ser capaz de crear una atmósfera de terror o, por lo menos, narrar algo que tenga pies y cabeza (me he vuelto tan blando que ya ni exijo que sea entretenido).

Pero La otra hija no cumple nada de eso. Nos encontramos ante un soporífero aburrimiento, filmado con la torpeza propia de un principiante. Hasta tal punto llega la poca habilidad como narrador de historias de Berdejo, que convierte al espectador en omnisciente desde el principio, al mostrar al monstruo en los primeros minutos del metraje. Resulta bastante ridículo observar a Costner y compañía preguntándose qué pasa, cuando el público ya lo sabe. Lo suyo sería dosificar la información, pero donde no hay talento...

En el tramo final trata de amenizar la cosa con tiros y persecuciones, pero lo único que consigue demostrar es que es tan malo en el género del terror como en el de la acción. En pocas palabras, un film tan absurdo como insufrible.

¿Cómo es posible que un producto de semejantes características opte al premio en Sitges? Como he dicho al principio, algo muy raro está pasando con el cine en España.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Saw VI


Valoración: Regular

Saw VI
tiene el dudoso honor de ser la única película sin escenas de sexo, calificada X por el Ministerio de Cultura. Por ese motivo no fue estrenada cuando tocaba, en octubre de 2009. Ahora, justo un año después, llega por fin a nuestras pantallas con un metraje acortado en unos tres minutos, consiguiendo así perder la calificación X. Y yo me pregunto, ¿qué diferencia hay entre esta versión y la del año pasado? Si no hay sexo, la X sólo se entiende por hacer apología de la violencia. Si esto fuera cierto, toda la saga Saw, además de Viernes 13, Halloween y cualquier película de miedo con psicópata como protagonista, merecería la misma calificación.

Diría que se han tomado muy a la ligera eso de que Saw VI incitaba a la violencia. Por poner un ejemplo fuera del cine de terror, la mejor serie de la historia de la televisión, 24, utiliza un alto grado de violencia y además la justifica, ya que gracias a que Jack Bauer se salta las normas y rompe unos cuantos huesos a los terroristas de turno, se evitan catástrofes nucleares. ¿Le ponemos una X? Claro que no.

No tiene sentido, máxime cuando en el mismo 2009 se emitió, sin ninguna pega, la infame Anticristo de Lars Von Trier, la cual sí contenía secuencias propias de una película pornográfica, además de un alto grado de violencia innecesaria y de muy mal gusto. Pero claro, este tipo y su amiguete Michael Haneke, a pesar de que filman películas deleznables, están considerados abanderados del cine europeo y se les permite todo, lo que demuestra que aspectos como la hipocresía y la censura siguen vigentes en pleno siglo XXI. Y luego algunos van de progres... ¡Qué pena!

Centrándonos en Saw VI, hay muy poco que decir. Es mejor que las partes cuarta y quinta (lo cual no es complicado) pero no llega a las cotas alcanzadas en las tres primeras. Nuestro buen amigo Puzzle, a pesar de estar muerto, sigue siendo un auténtico dolor de cabeza (menudo eufemismo acabo de soltar). El juego continúa, hay nuevas formas de matar (aunque ya no son tan novedosas, pues parecen modificaciones de otras vistas en los capítulos anteriores) y el único suspense es saber quién vivirá, quién morirá y en qué consistirán las terroríficas pruebas de turno.

Así pues, Jigsaw y sus seguidores (a estas alturas ya se conocen todos) nos ofrecen una nueva versión de su justicia sádica y macabra, que nos acerca al final de los planes de Puzzle. El ritmo narrativo es bueno, diría que la duración es correcta pero no puedo (le faltan tres minutos), el clímax final aceptable y las interpretaciones, exceptuando al inexpresivo Costas Mandylor, bastante buenas.

La película se despide con un tráiler de lo que veremos en la séptima, la cual, cómo no, podrá verse en 3D. Se supone que es la última entrega de una saga que, para mi gusto, debió haberse quedado en trilogía. ¿Será verdad? Como ya he dicho otras veces, la taquilla dictará sentencia y, teniendo en cuenta el bajón de ésta sexta parte (ha recaudado en Estados Unidos menos de la mitad que cualquiera de las otras cinco) no creo que se dilate mucho más.

Saw V


Valoración: Mala

James Wan ofreció una gran contribución al cine de terror con Saw, un relato atrevido, original e imaginativo de psicópatas, con ciertas reminiscencias a Cube. El éxito fue tal que se convirtió en productor, fue dejando poco a poco las labores de dirección y guión a gente bastante mediocre (así el desembolso en dichas tareas era mínimo) y, a partir de ahí, ha ido creando una franquicia al estilo Viernes 13 o Halloween, de tal manera que sigue recaudando mucho dinero con cada nueva entrega, del mismo modo que va perdiendo originalidad, frescura, imaginación y, sobre todo, calidad.

Para que todos podamos hacernos una idea del calamitoso rumbo que lleva esta serie, bastará con poner un ejemplo sobre la diferencia de reparto entre la primera y la quinta: Danny Glover, Cary Elwes y Monica Potter eran los actores más conocidos en la película original, mientras que en esta quinta, los más "famosos" provienen de célebres series como Dexter (Julie Benz) o 24 (Carlo Rota). Por cierto, ya que mencionamos la mejor serie jamás realizada para la televisión, resulta que el malvado Jigsaw (Tobin Bell) también fue villano de 24, en concreto en su segunda temporada. ¿Aprendería de Jack Bauer sus habilidades para torturar?

Volviendo a la película, el desarrollo de la trama es similar al de sus predecesoras, sólo que aquí conocemos la identidad del sucesor de Puzzle a los pocos minutos de metraje, lo que implica que el suspense decae muchísimos enteros, convirtiéndose en una cinta de terror de lo más previsible y aburrida, que a buen seguro no gustará ni siquiera a los incondicionales de la saga (un servidor es un ejemplo válido de ello).

Mientras llene las salas de cine, seguiremos siendo torturados por esta interminable serie que está cayendo en un patetismo atroz. Lamentable.

Saw IV


Valoración: Mala

Cuando vi Saw III, pensé que era el colofón a una magnífica trilogía del cine de terror, de la cual destacaría, además de la frescura y originalidad de la primera parte, sus tramas complejas y bien hilvanadas a lo largo de las tres películas, su montaje frenético y repleto de flash backs, los excesos de primeros planos unidos a movimientos violentos de cámara, su estética particular, su complicada puesta en escena y su atmósfera claustrofóbica e intensa, a la que ayudaba su estridente banda sonora y, por supuesto, sus extravagantes, maquiavélicas y horrendas muertes.

Pero hace tiempo que Hollywood es un negocio, así que tras forrarse a manos llenas (en Estados Unidos la hasta entonces trilogía había recaudado un montante total de 222 millones de dólares en taquilla) los responsables de la saga decidieron que había que seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro. Y de paso James Wan, verdadero artífice de Saw, se desmarcó por completo del plano artístico, ya que ni dirige ni forma parte del guión de esta cuarta entrega, quedando únicamente como productor ejecutivo (o lo que es lo mismo: a cobrar pasta).

Tras la muerte de Jigsaw en el capítulo anterior, muchos nos preguntábamos: ¿Y ahora qué? Como era de esperar, alguien sigue los pasos de Puzzle y vuelta a las matanzas sádicas y laboriosas. Considero que no tiene el menor sentido, ya que el personaje encarnado por Tobin Bell poseía una inteligencia fuera de lo común, además de conocimientos de mecánica propios de un físico o un ingeniero. Teniendo en cuenta que estaba loco de atar, encontrar a alguien de similares características parece misión imposible. Se podría perdonar como licencia si el guión lo narrase, no diré con calidad, pero sí con el efectismo conseguido en las partes anteriores. Sin embargo es tan aburrido como carente de sentido.

Perdido el interés por lo absurdo de la trama, sólo nos queda la curiosidad por saber qué nuevas y grotescas formas de matar se les han ocurrido a los nuevos guionistas (los responsables del libreto de Feast, Patrick Melton y Marcus Dunstan) aunque, si os digo la verdad, con tanta cadena y elementos propios de un mecano, uno tiene la sensación, en todo momento, de déjà vu.

Volvió a ser un relativo éxito de taquilla, ya que en norteamérica ingresó más que la primera Saw (66 millones de dólares por los 55 que obtuvo el film original) sin embargo, en mi humilde opinión, fue más por la inercia que hasta el momento llevaba la saga que por otra cosa. Y viendo que se trató de la última vez que encargaron la dirección a Darren Lynn Bousman (realizador de las partes dos y tres) creo que no voy desencaminado.

martes, 19 de octubre de 2010

Saw III


Valoración: Interesante

En 2004 James Wan realizó Saw, una magnífica película de terror, llena de originalidad, capaz de mantener el suspense y la sorpresa hasta el último minuto. El film obtuvo un gran éxito por lo que rápidamente se encargó la segunda parte, filmada por Darren Lynn Bousman, que resultó ser de una calidad notablemente inferior. Así pues había cierto temor antes de ver esta tercera parte, pues repite Bousman en la dirección. Pero teniendo en cuenta que la historia es de Wan, la película ha sabido estar a la altura, llegando a conformar lo que en su día pensamos que era una de las mejores trilogías de terror de la historia del cine.

Todo habría quedado muy bien hilvanado si se hubiera quedado en una historia dividida en tres partes, ya que esta tercera parece concebida como el capítulo final. Sin embargo la recaudación volvió a ser sustancial (80 millones de dólares en Estados Unidos) y claro, ¿cómo desperdiciar semejante negocio? Lamentablemente las partes cuarta, quinta y sexta quedaron muy por debajo y aún nos queda una séptima, aprovechando el tirón del 3D. Veremos cómo acaba.

Centrándonos en Saw III, el argumento trata de conjugar lo visto en las dos primeras partes, con un último estudio (así llama Puzzle a sus macabras y sádicas torturas) . Los diferentes caracteres del film experimentarán sentimientos como ira, venganza, culpa e incluso perdón, mientras se debaten entre complicadísimas decisiones de carácter mortal. Pero hay otros dos sentimientos muy por encima de ellos: el miedo atroz que padecerán las víctimas y la mala uva del enfermizo y moralista asesino.

La trama inserta numerosos flash-backs que ayudan a relacionar esta película con las anteriores, en medio de toda una odisea que involucra a dos protagonistas: por un lado un hombre, Angus MacFadyen (Braveheart) tiene la posibilidad de ver cumplida su venganza por su hijo muerto y por otro, una neurocirujana, Bahar Soomekh (24) debe mantener vivo al malvado Jigsaw para así conservar su propia vida. Al final todo encajará perfectamente, como en un rompecabezas y el espectador tendrá por fin conciencia sobre la magnitud de la obra de este psicópata tan particular.

No tiene la frescura del film original, pero sabe mantener la tensión, tanto por los espeluznantes y cada vez más elaborados juegos que se suceden, como por las magníficas interpretaciones de todo el elenco de actores, que confieren a la obra un gran dramatismo.

Si la cosa hubiese quedado ahí, Saw III habría supuesto un gran apoteosis final, no apto para personas sensibles, lleno de momentos de tensión, el giro de tuerca del último tramo muy propio de esta serie y, cómo no, grandes dosis de sangre y vísceras, las cuales aumentan en cada película. Pero la ambición, tan bien retratada durante toda la saga, hizo mella en los responsables del producto, convirtiendo lo original en repetitivo con interminables secuelas. Una pena.

lunes, 18 de octubre de 2010

Saw II


Valoración: Interesante

Tras el éxito de la magnífica y controvertida Saw, la secuela no se hizo esperar. Un año después llegó a los cines Saw II, siguiendo el precepto más importante de la saga: recaudar altos ingresos con una inversión pequeña. De hecho, si la primera parte obtuvo en la taquilla norteamericana 55 millones de dólares, con ésta segunda se hicieron de oro, al conseguir la nada desdeñable cifra de 87 kilitos (sólo costó cuatro) siendo a fecha de hoy, la parte más rentable de toda la serie.

James Wan, director de la original, se pasó a labores de producción durante el resto de la saga (muy inteligente ya que los beneficios han sido redondos). El nuevo director (un jovencito llamado Darren Lynn Bousman) responsable también del argumento (retocado por Leigh Whannell, coguionista del primer Saw) ofrece una cinta con un mayor número de minutos destinados a la acción, en detrimento del suspense, lo que inevitablemente termina por reducir la calidad del conjunto.

El punto de partida es diferente, entre otras cosas porque ya sabemos la identidad del sanguinario Jigsaw. El argumento se divide en dos tramas principales: por un lado las víctimas de turno, encerradas en una casa llena de trampas y acertijos, con influencias más que evidentes del clásico de Agatha Christie Diez negritos; por otro, la intensa y estresante búsqueda contra reloj que un detective de la policía (Donnie Wahlberg) debe llevar a cabo, enfrentado cara a cara con el mismísimo Puzzle, ya que dentro de la mencionada casa hay alguien de suma importancia para él.

Con respecto a la primera, este film aumenta en gran cantidad los litros de sangre, los muertos y el maléfico ingenio y mimo con los que el protagonista prepara nuevas y horrendas formas de morir. La pena es que pierde en frescura, originalidad y talento. Aún así, es una secuela bastante efectiva, de desarrollo intenso y clímax final en clave de sorpresa, explicado mediante varios flash-backs por si acaso los espectadores, con tanta atrocidad, nos habíamos olvidado de elementos clave del argumento.

También se le puede reprochar que si bien el guión profundiza sobre la historia de Jigsaw, varios personajes que parecen importantes en la trama (a tenor de lo escuchado en ciertos diálogos) están muy mal definidos. Quizá con menos sangre y más tiempo dedicado a preparar los personajes secundarios, como hizo Wan en el fantástico film original, la película habría subido muchos enteros. Aún así, diré que es una secuela aceptable, lo mismo que la siguiente, Saw III. A partir de ahí, la serie iría cuesta abajo y sin frenos.

Saw


Valoración: Notable

En 2004, James Wan consiguió revolucionar el género del terror con Saw, un inquietante y asfixiante thriller psicológico, englobado en el subgénero de los slashers.

En muchas ocasiones he denunciado el maltrato que sufren las películas de miedo. Directores con muy poco talento tratan de obtener beneficio con un producto que todavía vende, por malo que éste sea. Parece que el público adolescente se contenta con ver muertes, litros de sangre y sustos facilones, calcando todos los elementos inherentes a este tipo de películas. Sin embargo Wan creó una maravilla, demostrando que, por muchas películas de psicópatas que se hayan llevado a cabo, todavía se puede ser original.

En Saw no veremos a una cuadrilla de chavales de fiesta en un instituto o un cámping, que son descuartizados uno a uno. Tampoco se trata de una película en la que un psicópata va matando y los policías son los caracteres principales. Wan toma el punto de vista de las víctimas, dos hombres que aparecen en un sótano abandonado encadenados y sin tener ni idea de lo que pasa. Poco a poco van haciendo memoria y descubriendo pistas, hasta caer en la cuenta de que son los elementos principales de un juego macabro y mortal.

Una de las cosas que hizo famosa a Saw fue la imaginación del asesino. Cada muerte es diferente de la anterior, muy complicada, impensable, pero con una pequeña esperanza para la posible víctima, ya que siempre hay una minúscula ocasión para escapar, la cual, todo sea dicho, exige un importante sacrificio. Aquí se define el carácter del malvado villano, un ser monstruoso capaz de otorgar una última oportunidad a personas que, según él, están desperdiciando sus vidas.

Además de ello, considero un acierto que el guión no transcurra por completo en el sótano mencionado, ya que así se agiliza la trama (recordad lo pesada que se hizo Buried, por ejemplo). Así también el reparto es mayor, lo que Wan utiliza sabiamente para jugar con el espectador, que se preguntará durante todo el metraje quién de ellos es el asesino.

Saw es, por méritos propios (y deméritos del resto de "autores" del género) una de las mejores películas de miedo realizada en la primera década de 2000. Aunque contiene elementos gore y secuencias que pueden dañar la sensibilidad, no se centra únicamente en eso (como películas tipo Hostel) sino que genera una buena trama de intriga, contiene sorpresas y consigue, sobre todo, alcanzar una atmósfera opresiva y claustrofóbica imponente, que llega a provocar miedo y angustia en el espectador. Imprescindible.

sábado, 16 de octubre de 2010

La red social


Valoración: Notable

Algunas películas versan sobre ciertos asuntos que a uno, de entrada, no le seducen demasiado. Para alguien como yo, que no otorga al famoso Facebook la misma importancia que otras personas (prefiero charlar con mis amigos frente a una buena cerveza que hacerlo tras la pantalla de un ordenador) el argumento de La red social no me atraía demasiado. Sin embargo salió mi vena cinéfila. Y es que un guión de Aaron Sorkin (creador de la genial El ala oeste de la Casa Blanca) dirigido por todo un maestro como David Fincher, indefectiblemente tiene que ser algo digno de verse.

La evolución de Fincher en la realización ha sido fulgurante. Si bien no estuvo muy afortunado con Alien 3, alcanzó el reconocimiento con fabulosos thrillers como la asfixiante Seven, la adrenalítica The game o la original y polémica El club de la lucha. Con Zodiac comenzó a cambiar de estilo, narrando con sobriedad la historia real en la que se basó el mítico Don Siegel para filmar Harry el sucio, demostrando una gran pericia para narrar una complicadísima historia de investigación policial. Luego revolucionó el género fantástico con El curioso caso de Benjamin Button y ahora nos maravilla con este imponente retrato sobre el creador de Facebook. Es innegable, pues, que estamos ante uno de los más solventes y polifacéticos cineastas del momento.

El argumento narra la vida de Marc Zuckerberg a través de flashbacks perfectamente insertados, mientras se celebra un careo entre sus abogados y los de sus demandantes. La ironía es un punto clave en su desarrollo, ya que el genio que se enriqueció con la mayor red social del mundo, en realidad es un tipo solitario y aislado emocionalmente, un auténtico friki que no ha sabido cuidar al único amigo que tenía.

La película es un compendio de sentimientos, un estudio psicológico del protagonista. Hablamos de un genio informático que comenzó su famosa carrera a causa del odio y el resentimiento generados por el desplante de una chica. Además comprobaremos las envidias generadas en universidades de prestigio como Harvard ante el éxito rápido, el oportunismo de ciertos parásitos sociales que saben reconocer dónde se puede sacar tajada y la amargura y tristeza de quien se siente traicionado. La habilidad de Fincher para plasmar todo esto en imágenes e introducir al espectador de lleno en la historia es deslumbrante.

Sobre el montaje, diré que me recuerda mucho a Zodiac. No es tan complicado como aquél, pero funciona exactamente igual de bien: como un reloj. Y sobre los efectos especiales... ¡Sorpresa! Apenas hay. ¿Qué se demuestra aquí? Que una gran película se consigue con una buena historia, la profundidad con que ésta es narrada, la habilidad para rodarla (decir que Fincher es un virtuoso de la cámara y la puesta en escena no es descubrir nada nuevo) y la capacidad de los actores para meterse en el papel. Los efectos visuales siempre gustan, pero no pasan de ser un adorno, un elemento decorativo del que Fincher, aquí, decide prescindir.

Por último, ya que mencionamos a los intérpretes, destacaré a tres por su importancia en el relato: Jesse Eisenberg (Bienvenidos a Zombieland) interpreta de forma creíble y solvente al genio protagonista, con todas las dificultades que entraña su tortuoso y particular carácter; Andrew Garfield (El imaginario del doctor Parnassus) refleja la amargura del amigo herido y sacrificado; el tercero es el cantante Justin Timberlake, que representa al diablo en forma de atractiva tentación, confiriendo al conjunto cierto toque de tragedia clásica adaptada al siglo XXI.

Se mire por donde uno quiera, una película redonda de principio a fin. En la edición número 81 de los Oscar, Fincher perdió injustamente con su Benjamin Button, ante una mediocre y sobrevalorada tomadura de pelo titulada Slumdog Millionaire. ¿Será recompensado por aquello en la próxima edición de estos premios? Sólo el tiempo lo dirá.

jueves, 14 de octubre de 2010

300


Valoración: Notable

Tras El amanecer de los muertos, Zack Snyder dejó a un lado el cine de terror para deleitarnos, en 2007, con la espectacular 300, un impactante espectáculo audiovisual el cual, con toda seguridad, no habrá dejado indiferente a nadie que lo haya visto.

La película está basada en la novela gráfica homónima de Frank Miller, sobre la batalla de las Termópilas. Es habitual que en este tipo de adaptaciones cinematográficas haya lío, sobre todo con los puristas. Sin embargo no creo que éste sea el caso, ya que estamos ante un guión bastante completo, que no trata únicamente la contienda en sí, sino que va más allá, mostrando el valor y el coraje de un pueblo, que prefiere morir libre a vivir en sumisión. Asimismo hay varias líneas argumentales, como las dedicadas a las intrigas políticas, lo que le da juego para contraponer sentimientos como la lealtad frente a la traición en distintos frentes.

Pero, evidentemente, lo más destacable del film son sus increíbles efectos visuales, hasta el punto de que marcaron una época. Podemos apreciar su magnitud, por ejemplo, en los combates, muy violentos y salvajes, pero tratados tan hábilmente que también podrían calificarse como bellos. Tal es así que Snyder utiliza el recurso de la cámara lenta en ciertos momentos, para que el espectador no pierda detalle.

En esta línea también hay que hacer referencia a la gama cromática, combinando fuertes tonos ocre con suaves grises, simbolizando distintos momentos de la historia.

El elenco de actores escogido no era, en aquel momento, el más famoso del mundo, ya que los protagonistas venían de intervenir en films tan poco recomendables como La sonrisa de Mona Lisa, Rumores que matan o Time Line, en las que aparecieron Dominic West, Lena Headey y Gerard Butler respectivamente. A pesar de ello, sus interpretaciones resultaron impecables, en especial la de Butler, cuya encarnación de Leónidas lo catapultó al estrellato.

Así pues Zack Snyder logró completar un magnífico y sofisticado entretenimiento, con ciertas dosis de humor en forma de sutiles y ácidos comentarios emitidos por el personaje principal y muchísima acción, cuidada ésta al detalle tanto en coreografías como en efectos técnicos. En pocas palabras, toda una maravilla.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Wall Street 2: El dinero nunca duerme


Valoración: Buena

Veintitrés años después, Oliver Stone recupera el mundo de las finanzas con esta segunda parte de Wall Street, la cual, a mi modesto entender, se queda fuera del manido dicho de "segundas partes nunca fueron buenas", ya que me ha parecido bastante completa.

Técnicamente el film es fabuloso. Stone ha querido demostrar la diferencia de edad entre ambas películas y nos regala la vista con un diseño de producción de lujo, además de su consabida habilidad con el manejo de la cámara, recreándose con planos cenitales, secuencias de tiempo acelerado, divisiones de pantalla, todo tipo de vistas de Nueva York, pequeños secuenciales... Me encanta este tipo de virtuosismo y creedme, no todo el mundo tiene talento para ello.

Después está la historia, atacada por muchos, defendida por otros. Me encuentro en el segundo grupo, ya que me ha gustado bastante. Ha habido un cambio en los papeles: el nuevo tiburón y villano de la función es Josh Brolin, bordando su interpretación de tipo que dicta las reglas del juego, mientras que el joven ambicioso recae, en esta ocasión, en manos de un muy solvente Shia LaBeouf, cuya estrella sigue creciendo en el firmamento hollywoodiense.

¿Y qué pasa con Michael Douglas y su Gordon Gekko? Fue el auténtico alma del film de 1987, llegando a ganar el Oscar. Así que, evidentemente, tiene una parte importante en este nuevo relato, que comienza con dicho personaje saliendo de prisión. Nuevamente Douglas, a pesar de no ser el auténtico protagonista, vuelve a comerse en pantalla a todo el que sale junto a él. En esta ocasión recuerda a Mario Conde y a la hipocresía de ciertos medios de comunicación, que lejos de ver en él a un criminal (por algo ha estado en la cárcel) lo entrevistan y publicitan su libro, tratándolo de genio.

La película es larga, entre otras cosas porque aborda muchos asuntos. El punto de conflicto entre los dos protagonistas, la actual crisis económica mundial y hasta un melodrama familiar. Para que todo funcione hay que dotar de profundidad a los personajes, lo que conlleva tiempo. Ahora bien, prefiero una película larga a causa de un guión bien trabajado, como éste que suscriben Allan Loeb (Cosas que perdimos en el fuego) y Stephen Schiff (Ejecución inminente) que un film rápido de noventa minutos en el que muchas cosas queden a medias.

Así pues tenemos una película de actualidad (un diez para el oportunismo de Stone), que vuelve a criticar duramente la especulación bursátil, narrada con precisión y cuidado, soberbiamente interpretada (a los tres protagonistas mencionados hay que añadir nombres de la talla de Susan Sarandon, Frank Langella o un muy carismático Eli Wallach), con sorpresas hábilmente insertadas, como el simpático cameo de Charlie Sheen recuperando a su personaje de la primera parte, técnicamente fantástica, puesta en escena conseguida y detallista... En definitiva, lo que puede entenderse como una buena película. Gustará o no, como todo, pero aquí hay talento. Ojalá pudiera decir lo mismo cada vez que salgo del cine.

Wall Street


Valoración: Notable

En 1987, Oliver Stone dirigió Wall Street, una magnífica película sobre asuntos tan célebres en Estados Unidos como la bolsa, la especulación y la búsqueda de dinero fácil. Para ello contó con un impresionante Michael Douglas, auténtico alma de este film, cuyo personaje, el implacable Gordon Gekko, fue premiado con el Oscar de la Academia.

Gekko es un tiburón, alguien que se hizo de la nada a base de comprar y vender empresas. Su ingenio es tan grande como su maldad, de ahí que resulte alguien engañosamente fascinante. Las consecuencias de su comportamiento (enriquecimiento a base de montar y desmontar negocios) provocan burbujas financieras, familias arruinadas y montones de nuevos desempleados.

Sin embargo el protagonista es Charlie Sheen (correcto en líneas generales pero sin desarrollar del todo los posibles matices de su personaje) un joven que, en su afán por convertirse en un triunfador, logra entrar en la vida de Gekko.

El guión escrito por el propio Stone en colaboración con Stanley Weiser (Proyecto X, W.) juega hábilmente mezclando el meteórico ascenso del personaje central con las implicaciones morales del mismo, ya que en el duro mundo del capitalismo, siempre que alguien se enriquece es a costa de otros. Ahí es donde el libreto aprovecha para introducir ciertos elementos dramáticos, para conferir más realismo a la obra.

El ritmo de la película es bastante ágil. Por un lado tenemos el duro e implacable mundo financiero de Wall Street. Por otro la interacción entre un ambicioso e ingénuo joven que cae en las garras de un frío manipulador sin conciencia, que lo utilizará en propio beneficio mientras le hace creer que es su protegido. Al final todo se reducirá a una lucha entre el bien y el mal, elección que se tornará difícil ya que hacer lo correcto puede significar perderlo todo: lujos, bellezas, éxito, poder... Se podría decir que nos encontramos ante una parábola sobre la codicia y las ansias de triunfar por encima de todo, con una brutal moraleja final.

Hay algunos fallos en el film, como el desaprovechado uso de los personajes encarnados por Daryl Hannah (una atractiva diseñadora pretendida por Sheen) o Sean Young (esposa de Gekko). Otros secundarios como Martin Sheen (padre del protagonista tanto en la película como en la vida real) o Terence Stamp (duro rival de Gekko) tienen bastante más peso en el devenir de los acontecimientos.

A pesar de ello y de cierta previsibilidad en el último tramo, diría que Wall Street es una película redonda: argumento muy completo que entrelaza varias tramas, Michael Douglas en estado de gracia, puesta en escena detallista y bien cuidada, dominio de la cámara con planos secuenciales muy propios de Stone y, sobre todo, un relato entretenido y adictivo hasta el final. En definitiva, toda una referencia cinematográfica para el mundo de los negocios.