viernes, 4 de diciembre de 2009

Paranormal Activity


Valoración: Muy mala

Internet es una gran herramienta que, utilizada de forma adecuada, puede hacer que uno se forre con una minúscula inversión de dinero, pasando del anonimato a la celebridad en cuestión de segundos. Ésa es la historia del éxito de Paranormal Activity, una colosal tomadura de pelo maquinada por Steven Spielberg. Cuenta la leyenda que el gran Spielberg pasó tanto miedo viendo esta cinta, que decidió comprar sus derechos para hacer un remake. Pero claro, cuando decidieron que un grupo reducido de gente viera la original en una sala, el pavor provocado entre los asistentes fue tal, que decidieron sacarla al cine sin modificación alguna.

Spielberg demostró ser un maestro del terror dirigiendo Tiburón y escribiendo Poltergeist, así que ¿en serio alguien cree que ha pasado un ápice de miedo viendo este soberano aburrimiento? Claro que no, pero Spielberg no sólo es el genio cinematográfico responsable de Indiana Jones, E.T. y tantas otras, sino también un negociante de fábula. Los trailers emitidos para aumentar la venta de entradas muestran, sobre todo, la reacción de un público aterrorizado y muy poco de la película (aún así, prácticamente desvelan el final). Y una de dos: o bien los españoles somos muy, pero que muy duros o bien los norteamericanos son unos bochornosos miedicas, porque esta tarde en la sala de cine en la que he estado, sólo se escuchaban bostezos.

Sobre la peliculita en sí poco hay que decir: un guión inexistente, que narra las tonterías y desvaríos de una pareja que compra una cámara de video para rodar mientras ambos duermen, ya que creen que un ente acosa a uno de los dos (la chica) desde la infancia. Ello deviene en casi hora y media soporífera, viendo lo que la cámara va grabando, es decir, un plagio de la nefasta El proyecto de la bruja de Blair, que también basó su éxito taquillero en la publicidad por internet.

Encima el director, el desconocido Oren Peli, tiene el morro de salir en múltiples entrevistas y decir que se ha visto desbordado por un éxito inesperado para él. Trata de explicarlo porque, según cuenta, el público tiene miedo al pensar que a uno le pueden suceder cosas extrañas cuando duerme, momento en que estamos absolutamente indefensos... Hace falta tener morro.

En resumidas cuentas: un film minimalista, patético en sus intentos de dar miedo, con un guión penoso, personajes tan lamentables como el agente de bolsa con más tiempo libre del mundo o el medium más inútil de la historia (nada que ver con la carismática Zelda Rubinstein de la antes citada Poltergeist) y con un final copiado descaradamente de las tediosas películas de miedo de origen japonés. Todo un insulto para el género del terror que servirá, únicamente, para que Spielberg y su Dreamworks se llenen los bolsillos con una inversión mínima.

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