miércoles, 13 de octubre de 2010

Wall Street 2: El dinero nunca duerme


Valoración: Buena

Veintitrés años después, Oliver Stone recupera el mundo de las finanzas con esta segunda parte de Wall Street, la cual, a mi modesto entender, se queda fuera del manido dicho de "segundas partes nunca fueron buenas", ya que me ha parecido bastante completa.

Técnicamente el film es fabuloso. Stone ha querido demostrar la diferencia de edad entre ambas películas y nos regala la vista con un diseño de producción de lujo, además de su consabida habilidad con el manejo de la cámara, recreándose con planos cenitales, secuencias de tiempo acelerado, divisiones de pantalla, todo tipo de vistas de Nueva York, pequeños secuenciales... Me encanta este tipo de virtuosismo y creedme, no todo el mundo tiene talento para ello.

Después está la historia, atacada por muchos, defendida por otros. Me encuentro en el segundo grupo, ya que me ha gustado bastante. Ha habido un cambio en los papeles: el nuevo tiburón y villano de la función es Josh Brolin, bordando su interpretación de tipo que dicta las reglas del juego, mientras que el joven ambicioso recae, en esta ocasión, en manos de un muy solvente Shia LaBeouf, cuya estrella sigue creciendo en el firmamento hollywoodiense.

¿Y qué pasa con Michael Douglas y su Gordon Gekko? Fue el auténtico alma del film de 1987, llegando a ganar el Oscar. Así que, evidentemente, tiene una parte importante en este nuevo relato, que comienza con dicho personaje saliendo de prisión. Nuevamente Douglas, a pesar de no ser el auténtico protagonista, vuelve a comerse en pantalla a todo el que sale junto a él. En esta ocasión recuerda a Mario Conde y a la hipocresía de ciertos medios de comunicación, que lejos de ver en él a un criminal (por algo ha estado en la cárcel) lo entrevistan y publicitan su libro, tratándolo de genio.

La película es larga, entre otras cosas porque aborda muchos asuntos. El punto de conflicto entre los dos protagonistas, la actual crisis económica mundial y hasta un melodrama familiar. Para que todo funcione hay que dotar de profundidad a los personajes, lo que conlleva tiempo. Ahora bien, prefiero una película larga a causa de un guión bien trabajado, como éste que suscriben Allan Loeb (Cosas que perdimos en el fuego) y Stephen Schiff (Ejecución inminente) que un film rápido de noventa minutos en el que muchas cosas queden a medias.

Así pues tenemos una película de actualidad (un diez para el oportunismo de Stone), que vuelve a criticar duramente la especulación bursátil, narrada con precisión y cuidado, soberbiamente interpretada (a los tres protagonistas mencionados hay que añadir nombres de la talla de Susan Sarandon, Frank Langella o un muy carismático Eli Wallach), con sorpresas hábilmente insertadas, como el simpático cameo de Charlie Sheen recuperando a su personaje de la primera parte, técnicamente fantástica, puesta en escena conseguida y detallista... En definitiva, lo que puede entenderse como una buena película. Gustará o no, como todo, pero aquí hay talento. Ojalá pudiera decir lo mismo cada vez que salgo del cine.

2 comentarios:

  1. La verdad es que es raro que una segunda parte sea tan buena como la primera, aunque siempre hay excepciones (Shrek, Toy Story, etc). En esta la verdad, hemos leido opiniones contradictorias, y por nuestra parte, pues no podemos decirlo pués aun no la hemos visto.

    Lo que a uno le viene en mente siempre en estos casos es: "¿Hacía falta una segunda parte 23 años después?", seguida de: "¿Tan falto de imaginación anda el bueno de Stone?" ains...

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  2. Posiblemente tengáis razón en que no hacía falta una segunda parte. Sin embargo, hace años que la imaginación en Hollywood está bastante en entredicho.

    Fui con miedo ya que había leído cosas bastante malas. El caso es que me gustó bastante, aunque prefiero la primera.

    Supongo que como soy economista, el argumento me atrae quizá más que a otros.

    Puede que al final le sobre algo de metraje, no lo discuto, pero, como os digo, salí bastante satisfecho del cine.

    En cuanto al señor Stone, desde Un domingo cualquiera (1999) no terminaba de satisfacerme con sus películas. De todas ellas la que menos me disgustó fue Alejandro Magno, aunque tampoco es para tirar cohetes.

    Esta Wall Street 2 creo que es muy superior a cualquiera de las que ha dirigido en los últimos once años.

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