Valoración:
Cuando vi Saw III, pensé que era el colofón a una magnífica trilogía del cine de terror, de la cual destacaría, además de la frescura y originalidad de la primera parte, sus tramas complejas y bien hilvanadas a lo largo de las tres películas, su montaje frenético y repleto de flash backs, los excesos de primeros planos unidos a movimientos violentos de cámara, su estética particular, su complicada puesta en escena y su atmósfera claustrofóbica e intensa, a la que ayudaba su estridente banda sonora y, por supuesto, sus extravagantes, maquiavélicas y horrendas muertes.
Pero hace tiempo que Hollywood es un negocio, así que tras forrarse a manos llenas (en Estados Unidos la hasta entonces trilogía había recaudado un montante total de 222 millones de dólares en taquilla) los responsables de la saga decidieron que había que seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro. Y de paso James Wan, verdadero artífice de Saw, se desmarcó por completo del plano artístico, ya que ni dirige ni forma parte del guión de esta cuarta entrega, quedando únicamente como productor ejecutivo (o lo que es lo mismo: a cobrar pasta).
Tras la muerte de Jigsaw en el capítulo anterior, muchos nos preguntábamos: ¿Y ahora qué? Como era de esperar, alguien sigue los pasos de Puzzle y vuelta a las matanzas sádicas y laboriosas. Considero que no tiene el menor sentido, ya que el personaje encarnado por Tobin Bell poseía una inteligencia fuera de lo común, además de conocimientos de mecánica propios de un físico o un ingeniero. Teniendo en cuenta que estaba loco de atar, encontrar a alguien de similares características parece misión imposible. Se podría perdonar como licencia si el guión lo narrase, no diré con calidad, pero sí con el efectismo conseguido en las partes anteriores. Sin embargo es tan aburrido como carente de sentido.
Perdido el interés por lo absurdo de la trama, sólo nos queda la curiosidad por saber qué nuevas y grotescas formas de matar se les han ocurrido a los nuevos guionistas (los responsables del libreto de Feast, Patrick Melton y Marcus Dunstan) aunque, si os digo la verdad, con tanta cadena y elementos propios de un mecano, uno tiene la sensación, en todo momento, de déjà vu.
Volvió a ser un relativo éxito de taquilla, ya que en norteamérica ingresó más que la primera Saw (66 millones de dólares por los 55 que obtuvo el film original) sin embargo, en mi humilde opinión, fue más por la inercia que hasta el momento llevaba la saga que por otra cosa. Y viendo que se trató de la última vez que encargaron la dirección a Darren Lynn Bousman (realizador de las partes dos y tres) creo que no voy desencaminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario