domingo, 31 de octubre de 2010

Jóvenes ocultos 2: Vampiros del surf (Lost boys: The tribe)


Valoración: Mala

En 1987, Joel Schumacher realizó Jóvenes Ocultos, un film convertido en película de culto por innovar sabiamente el género de vampiros. Entre sus múltiples referencias musicales y cinéfilas (no sólo Tarantino tiene la exclusiva de ello), su hábil mezcla de géneros (humor y terror), su estética moderna para la época, su buena elección en el reparto y su ágil ritmo narrativo, la película alcanzó un mayor éxito del esperado.

Veinte años después, P.J. Pesce (Abierto hasta el amanecer 3) decide aprovecharse del éxito mencionado con una secuela tan infame, que directamente fue a DVD sin pasar por la gran pantalla.

Desde el minuto uno se puede comprobar la falta de imaginación y talento del señor Pesce. El argumento es el mismo: una persona ha sido contagiada por beber sangre de vampiro; la única manera de salvarla de la maldición será acabar con el jefe de un nido de chupasangres.

La elección de actores parece una parodia: el villano es un hermanastro de Kiefer Sutherland que desgraciadamente no heredó el talento interpretativo de la familia; repiten Corey Feldman, pluriempleado como cazavampiros, sacerdote y fabricante de tablas de surf (lo que me dejó sin palabras) y Corey Haim, a quien sólo recordaréis de niño (ahora es irreconocible tanto por el físico como por el hundimiento total de su carrera artística); y para terminar, tenemos una importante colección de jovencitas muy atractivas, las cuales aprovechan cualquier oportunidad para quitarse la ropa, consiguiendo así que el espectador no se duerma, porque aquí ni ritmo ágil, ni giros de guión, ni buenas interpretaciones, ni sorpresas, ni secuencias de acción mínimamente decentes, ni humor, ni terror, ni nada de nada.

En una época en la que se mira con nostalgia a los 80 (ejemplos claros son  El equipo A, Los masters del Universo y El coche fantástico) una película como Jóvenes Ocultos 2 resulta un auténtico insulto. El film original debió haberse mantenido como único, pero la combinación entre éxitos del pasado y falta de talento e imaginación en el presente, hacen que nadie esté libre del peligro de las continuaciones.

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