Cuando me enteré de que Vaya par de polis se estrenaba en los cines de casi todo el mundo, excepto en España y poquitos sitios más, me sentí seriamente ofendido. La razón es muy simple: soy fan acérrimo de Bruce Willis. Cuando por fin conseguí ver la película, comprendí que no era, precisamente, una obra maestra, sin embargo he visto, sólo en este 2010, películas mucho peores en una sala de cine. No sé quién decide estas cosas, pero me parece exagerado.
Olvidando el asunto y centrándonos en la película en cuestión, he de reconocer que si no apareciese el protagonista de La jungla de cristal, posiblemente la estuviera calificando de basura. Y es que su director, Kevin Smith, conoció tiempos mejores. La crítica lo aclamó por Persiguiendo a Amy, aunque con ella no me reí ni la mitad que con Dogma y Jay y Bob el silencioso contraatacan. Desde luego, las tres son muy diferentes a sus últimas filmaciones, como Una chica de Jersey o ¿Hacemos una porno? Sencillamente ya no me hacen gracia.
¿Qué es lo que me gusta de Vaya par de polis? Única y exclusivamente Bruce Willis. Hace tiempo que el señor McClane demostró a todo el mundo que no sólo es un ácido, sarcástico, chulo y duro héroe de acción, sino que se desenvuelve con total soltura en comedia (Falsas apariencias), drama (El sexto sentido) o incluso en roles tan complicados como el de un perturbado mental (Doce monos). Incluso en productos muy inferiores a su estatus como la parodia que hoy nos ocupa o el mediocre remake de Chacal, Willis siempre se comporta como un auténtico profesional y sobresale del resto del elenco.
¿Qué es lo que no me gusta de este film? Todo lo que no tiene que ver con Bruce Willis. El guión es un torpe intento de homenajear las buddy movies de los 80 (intento, por supuesto, baldío). Sus diálogos no poseen chispa alguna, algo impensable en los libretos de Kevin Smith de hace años. Uno sólo llega a sonreír brevemente cuando Bruce Willis se ríe de sí mismo y de sus habituales roles de acción, pero nada más. Y en cuanto a sus compañeros de reparto, si la sobreactuación histriónica tuviese premio, tanto Tracy Morgan como Sean William Scott tendrían Oscars a docenas.
Después están las secuencias de acción... ¡Huy!, ¡pero si no hay! Corregidme si me equivoco, pero en mi humilde opinión, cuatro tiros mal pegados no son escenas de acción propiamente dichas. Pero es que, en general, toda la película adolece de una puesta en escena mínimamente en condiciones.
Lo considero un film pasable (de nota un 5) por aquello de que sale Mr. Willis, pero podría haber resumido mi opinión en una frase: contar con Bruce Willis en una película de policías, por muy cómica que ésta sea, sin que le veamos dar un par de buenas palizas y chulear a los malos, además de comprobar que en ciertas situaciones incluso mide sus palabras, es un auténtico insulto.
Olvidando el asunto y centrándonos en la película en cuestión, he de reconocer que si no apareciese el protagonista de La jungla de cristal, posiblemente la estuviera calificando de basura. Y es que su director, Kevin Smith, conoció tiempos mejores. La crítica lo aclamó por Persiguiendo a Amy, aunque con ella no me reí ni la mitad que con Dogma y Jay y Bob el silencioso contraatacan. Desde luego, las tres son muy diferentes a sus últimas filmaciones, como Una chica de Jersey o ¿Hacemos una porno? Sencillamente ya no me hacen gracia.
¿Qué es lo que me gusta de Vaya par de polis? Única y exclusivamente Bruce Willis. Hace tiempo que el señor McClane demostró a todo el mundo que no sólo es un ácido, sarcástico, chulo y duro héroe de acción, sino que se desenvuelve con total soltura en comedia (Falsas apariencias), drama (El sexto sentido) o incluso en roles tan complicados como el de un perturbado mental (Doce monos). Incluso en productos muy inferiores a su estatus como la parodia que hoy nos ocupa o el mediocre remake de Chacal, Willis siempre se comporta como un auténtico profesional y sobresale del resto del elenco.
¿Qué es lo que no me gusta de este film? Todo lo que no tiene que ver con Bruce Willis. El guión es un torpe intento de homenajear las buddy movies de los 80 (intento, por supuesto, baldío). Sus diálogos no poseen chispa alguna, algo impensable en los libretos de Kevin Smith de hace años. Uno sólo llega a sonreír brevemente cuando Bruce Willis se ríe de sí mismo y de sus habituales roles de acción, pero nada más. Y en cuanto a sus compañeros de reparto, si la sobreactuación histriónica tuviese premio, tanto Tracy Morgan como Sean William Scott tendrían Oscars a docenas.
Después están las secuencias de acción... ¡Huy!, ¡pero si no hay! Corregidme si me equivoco, pero en mi humilde opinión, cuatro tiros mal pegados no son escenas de acción propiamente dichas. Pero es que, en general, toda la película adolece de una puesta en escena mínimamente en condiciones.
Lo considero un film pasable (de nota un 5) por aquello de que sale Mr. Willis, pero podría haber resumido mi opinión en una frase: contar con Bruce Willis en una película de policías, por muy cómica que ésta sea, sin que le veamos dar un par de buenas palizas y chulear a los malos, además de comprobar que en ciertas situaciones incluso mide sus palabras, es un auténtico insulto.
Espero quitarme pronto este mal sabor de boca con Red, una película que llega a España a finales de noviembre, protagonizada por Bruce Willis y de la que todos hablan maravillas. Alguien de su talla debe participar en films de este calado y no en productos decadentes como Vaya par de polis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario