jueves, 2 de septiembre de 2010

The Karate Kid


Valoración: Interesante

Will Smith y esposa producen este remake actualizado de la exitosa película de 1984, Karate Kid, protagonizada por el hijo de ambos, Jaden Smith (Ultimátum a la Tierra) y dirigida por Harald Zwart, un director de poco o ningún renombre, cuyas realizaciones más conocidas son Superagente Cody Banks y la lamentable Comando Hamilton.

Con este panorama, los Smith se aseguraban control absoluto sobre el primer papel protagonista de su hijo (no creo que un director holandés de segunda se atreva a replicarles) lo que, de entrada, daba cierto miedo. Pero he de decir que me he sorprendido gratamente ya que, a pesar de su previsibilidad (sigue fielmente las pautas del modelo original) y su excesiva duración (más de dos horas) el relato no me aburrió en ningún momento.

Posiblemente los mayores responsables de que la película se haga amena son sus dos protagonistas: el ya mencionado Jaden Smith parece haber heredado el magnetismo de su padre (no sólo interpreta bien, sino que la cámara le quiere) y un magistral Jackie Chan, que cambia su clásicos roles cómicos de acción por una serena y bien conseguida interpretación dramática.

El guión trata de actualizar la trama cambiando algunas cosas que servirán para añadir una serie de matices. Como en la original, un chico y su madre cambian de residencia, sólo que en esta ocasión se van del país, nada más y nada menos que a China, tratando de explotar el choque de culturas. Ahora el extranjero es el aprendiz y en su intento de aclimatarse, se creará problemas con una pandilla de violentos mocosos, por culpa de una chica.

Es aquí donde llegan las situaciones inverosímiles. Si recordáis al personaje de Daniel Larusso, era un adolescente, por lo que los problemas de faldas eran más creíbles; aquí son auténticos niños, así que dicho asunto no termina de quedar bien. Pero todavía es más increíble que un nene de doce años logre dominar el arte del kung-fu en únicamente varias semanas, hasta el punto de llegar a efectuar patadas a la altura de Bruce Lee. Ese encanto que tenía la película de 1984, con un protagonista que apenas si dominaba tres o cuatro golpes, se pierde por intentar atraer al público con una mejor factura técnica en las diferentes coreografías de lucha. Están muy logradas, sí, pero pierde toda la credibilidad que poseía el film original.

Hablando de kung-fu, ¿la película no se titula The karate kid? ¿Cómo entonces no se practica este arte marcial? Ciertamente es un error importante.

Otra de las cosas que no me han gustado es la puesta en escena. Zwart trata de ocultar sus limitaciones a este respecto con planos de bellos paisajes de China, pero en las escenas propiamente dichas, no sabe aprovechar los 16:9, de tal manera que parece más una producción televisiva que una cinematográfica.

A pesar de los fallos y de quedar bastante por debajo de las primeras aventuras vividas entre Daniel Sam y el profesor Miyagi (recalco lo de primeras, porque las continuaciones bajaron muchísimo) esta reinterpretación moderna de aquel film resulta más que aceptable, con altas dosis de emotividad, repitiendo el mensaje de que las artes marciales son una forma de vida y no dar golpes sin parar y, por qué no reconocerlo, una película bastante entretenida.

En esta semana de remakes, The Karate Kid supera con creces esa abominación llamada Predators. Quizá eso me haya influido a la hora de valorarla positivamente. Desde luego, entre una y otra no hay color.

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