Las películas de narración efectista suelen ser denostadas ampliamente por los mal llamados "entendidos" en cine. Sus críticas son tan feroces ante este tipo de films que no sólo se limitan a cebarse a modo con el director de turno, sino que también faltan al respeto al espectador con frases del tipo "película para público poco exigente". Y digo yo, ¿es que "Slumdog Millionaire" no basa por completo su éxito en el efectismo? Porque una historia sobre unos niños que sufren tragedias y barbaridades por doquier encoge el corazón a cualquiera, pero no por su calidad cinematográfica (la cual, por cierto, no posee) sino porque ninguna persona normal se quedaría impasible al comprobar las miserias a las que deben enfrentarse muchos menores de edad en la India.
Pero no son los únicos trucos de efecto con los que Danny Boyle se conforma, ya que tanto la historia de amor como el hecho de utilizar el famoso concurso que en su día presentó Carlos Sobera en la versión española se mueven descaradamente por dichos derroteros.
¿Por qué entonces la aclamación popular? ¿Por qué nadie se atreve a decir que no hay ritmo narrativo ni buenas interpretaciones? ¿Por qué no se habla de la carencia de grandes planos y el poco virtuosismo que su director demuestra tras la cámara? ¿Por qué tratar de ocultar el hecho de que estamos ante un buen documental de gran calado social pero que dista mucho de ser una película propiamente dicha?
Quizá es que nadie se atreva a criticar un documento de interés humano que denuncia parte de las atrocidades que, desgraciadamente, se producen en nuestro mundo. Pero el cine es un arte y, con los Oscar en ciernes, hay que valorarlo como tal.
El año pasado venció una película bastante mediocre (No es país para viejos) también aclamada por la crítica. Pocos valientes osaron comentar que el guión era irrisorio y las actuaciones, sobre todo la de Bardem, muy pobres. Este año, la mejor película con diferencia es "El curioso caso de Benjamin Button", pero como su realizador filmó en su día la polémica "El club de la lucha"... ¿Hace falta que lo explique?
Para lo que sí va a servir "Slumdog Millionaire" es para ratificar un hecho consumado: Danny Boyle es ya, por derecho propio, el cineasta más altamente sobrevalorado en la historia del Reino Unido. Dentro de poco seguro que lo llaman para dirigir la saga Bond. Espero, por el bien de 007, que esto no suceda jamás.
Pero no son los únicos trucos de efecto con los que Danny Boyle se conforma, ya que tanto la historia de amor como el hecho de utilizar el famoso concurso que en su día presentó Carlos Sobera en la versión española se mueven descaradamente por dichos derroteros.
¿Por qué entonces la aclamación popular? ¿Por qué nadie se atreve a decir que no hay ritmo narrativo ni buenas interpretaciones? ¿Por qué no se habla de la carencia de grandes planos y el poco virtuosismo que su director demuestra tras la cámara? ¿Por qué tratar de ocultar el hecho de que estamos ante un buen documental de gran calado social pero que dista mucho de ser una película propiamente dicha?
Quizá es que nadie se atreva a criticar un documento de interés humano que denuncia parte de las atrocidades que, desgraciadamente, se producen en nuestro mundo. Pero el cine es un arte y, con los Oscar en ciernes, hay que valorarlo como tal.
El año pasado venció una película bastante mediocre (No es país para viejos) también aclamada por la crítica. Pocos valientes osaron comentar que el guión era irrisorio y las actuaciones, sobre todo la de Bardem, muy pobres. Este año, la mejor película con diferencia es "El curioso caso de Benjamin Button", pero como su realizador filmó en su día la polémica "El club de la lucha"... ¿Hace falta que lo explique?
Para lo que sí va a servir "Slumdog Millionaire" es para ratificar un hecho consumado: Danny Boyle es ya, por derecho propio, el cineasta más altamente sobrevalorado en la historia del Reino Unido. Dentro de poco seguro que lo llaman para dirigir la saga Bond. Espero, por el bien de 007, que esto no suceda jamás.
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