El año pasado se produjo un punto de inflexión en los conocidos Academy Awards, también conocidos como Oscar de Hollywood, al aumentar el número de miembros de la academia bajo el lema "jornada de puertas abiertas", de tal manera que esto parece más Eurovisión que cualquier otra cosa.
Ya no se vota la calidad, sino que se recurre a otras cosas, como por ejemplo: interés. Si el año pasado ganó una peliculita del montón (No es país para viejos) este año la calidad todavía ha bajado aún más con Slumdog Millionaire, un film que se ha emitido en cine por los pelos, ya que hasta hace poco su salida iba a ser directamente a vídeo. ¿Por qué? Porque es mala de solemnidad. Incluso Ben Stiller bromeaba en la ceremonia diciendo que había sido rodada con un móvil, hecho que no ha sonrojado a los miembros de la Academia (actualmente cualquiera que se lo trabaje un poco) para otorgarle Oscar técnicos o de fotografía (qué despropósito), para un total de ocho de los que, si me apuráis, no merece ni uno. Desde luego no es la mejor película y su dirección, ni de lejos es la mejor. La diferencia entre la mano depurada tras la cámara de David Fincher y la pasividad en este menester de Boyle es tal, que asusta; lo mismo ocurre con la bellísima banda sonora de El curioso caso de Benjamin Button, muy superior a la música étnica, repetitiva y cansina de Slumdog Millionaire. O los efectos de Batman... ¿en serio alguien cree que son mejores los de esta peliculita made in Bollywood?
Pero ahí radica la cuestión: a la industria cinematográfica norteamericana le conviene mucho para sufragar futuros gastos tender puentes con la India. Así que ni denuncia social ni calidad cinematográfica (que como ya demostré en su día no posee) ni nada: sólo dinero, de forma que esta 81 edición de los Oscar pasará a la historia, con diferencia, como la más injusta y calamitosa elección de premiados de todos los tiempos.
Uno puede entender que entre Brad Pitt, Mickey Rourke y Sean Penn, que han alcanzado su candidatura mediante grandes interpretaciones, sea complicado premiar a uno y dejar a los otros dos sin nada. Cualquiera de los tres merecía el galardón, por lo que no se puede hablar de injusticia en la categoría de mejor actor, a pesar de que no ha ganado el favorito (Rourke). Pero ver cómo una de las mayores basuras del año cinematográficamente hablando (su trasfondo social es otra cosa) se lleva ocho estatuillas, incluyendo guión, director y película es motivo suficiente para empezar a aceptar los Oscar como lo que son: 100% política e interés, 0% cine.
La gala estuvo muy bien dirigida por Hugh Jackman como maestro de ceremonias (no se puede decir lo mismo de Angels Barceló, que demostró su absoluta ignorancia al no saber quién era Jessica Biel, a pesar de lo cual dicha pseudoperiodista se encargó de la realización de la ceremonia para España). Lobezno demostró que no sólo es un buen elemento para el cine de acción, sino que también es todo un artista, demostrando amplias dotes para la canción y el baile en varias coreografías al más puro estilo "Gran Musical Hollywoodiense".
El momento más emotivo se produjo cuando Eddie Murphy entregó un Oscar honorífico a Jerry Lewis (de un profesor chiflado a otro) También hubo muchos aplausos cuando se emitieron imágenes de aquellos que nos han dejado este año, como Michael Crichton, Roy Scheider, Ricardo Montalbán o el inolvidable Paul Newman, por citar algunos.
Un cambio importante: los Oscar a actores y actrices no fueron entregados como siempre, de forma que el actor ganador en la edición anterior lo daba a la actriz ganadora en la actualidad y viceversa. Anoche fueron cinco ganadores de otros años, en cada una de las cuatro categorías de interpretación, quienes otorgaron el premio tras una breve presentación de cada nominado. Aquí destacaremos a Robert de Niro que presentó a Sean Penn de la siguiente manera: "es increíble cómo has podido interpretar durante tantos años papeles de heterosexual". Genio y figura.
En fin. A continuación dejo los datos de la edición más infame en la historia de la Academia norteamericana (datos extraídos de la web filmaffinity), que también premió a Penélope Cruz quien, al igual que Bardem el año pasado, recibió la estatuilla por una interpretación de lo más mediana. Mientras tanto, la segunda mejor película del año (El intercambio de Clint Eastwood) sólo estaba nominada en tres categorías (imperdonable) Los tiempos en los que había que ofrecer algo distinto en un plató de cine para que te dieran un premio han pasado. Viva la mediocridad.
Ya no se vota la calidad, sino que se recurre a otras cosas, como por ejemplo: interés. Si el año pasado ganó una peliculita del montón (No es país para viejos) este año la calidad todavía ha bajado aún más con Slumdog Millionaire, un film que se ha emitido en cine por los pelos, ya que hasta hace poco su salida iba a ser directamente a vídeo. ¿Por qué? Porque es mala de solemnidad. Incluso Ben Stiller bromeaba en la ceremonia diciendo que había sido rodada con un móvil, hecho que no ha sonrojado a los miembros de la Academia (actualmente cualquiera que se lo trabaje un poco) para otorgarle Oscar técnicos o de fotografía (qué despropósito), para un total de ocho de los que, si me apuráis, no merece ni uno. Desde luego no es la mejor película y su dirección, ni de lejos es la mejor. La diferencia entre la mano depurada tras la cámara de David Fincher y la pasividad en este menester de Boyle es tal, que asusta; lo mismo ocurre con la bellísima banda sonora de El curioso caso de Benjamin Button, muy superior a la música étnica, repetitiva y cansina de Slumdog Millionaire. O los efectos de Batman... ¿en serio alguien cree que son mejores los de esta peliculita made in Bollywood?
Pero ahí radica la cuestión: a la industria cinematográfica norteamericana le conviene mucho para sufragar futuros gastos tender puentes con la India. Así que ni denuncia social ni calidad cinematográfica (que como ya demostré en su día no posee) ni nada: sólo dinero, de forma que esta 81 edición de los Oscar pasará a la historia, con diferencia, como la más injusta y calamitosa elección de premiados de todos los tiempos.
Uno puede entender que entre Brad Pitt, Mickey Rourke y Sean Penn, que han alcanzado su candidatura mediante grandes interpretaciones, sea complicado premiar a uno y dejar a los otros dos sin nada. Cualquiera de los tres merecía el galardón, por lo que no se puede hablar de injusticia en la categoría de mejor actor, a pesar de que no ha ganado el favorito (Rourke). Pero ver cómo una de las mayores basuras del año cinematográficamente hablando (su trasfondo social es otra cosa) se lleva ocho estatuillas, incluyendo guión, director y película es motivo suficiente para empezar a aceptar los Oscar como lo que son: 100% política e interés, 0% cine.
La gala estuvo muy bien dirigida por Hugh Jackman como maestro de ceremonias (no se puede decir lo mismo de Angels Barceló, que demostró su absoluta ignorancia al no saber quién era Jessica Biel, a pesar de lo cual dicha pseudoperiodista se encargó de la realización de la ceremonia para España). Lobezno demostró que no sólo es un buen elemento para el cine de acción, sino que también es todo un artista, demostrando amplias dotes para la canción y el baile en varias coreografías al más puro estilo "Gran Musical Hollywoodiense".
El momento más emotivo se produjo cuando Eddie Murphy entregó un Oscar honorífico a Jerry Lewis (de un profesor chiflado a otro) También hubo muchos aplausos cuando se emitieron imágenes de aquellos que nos han dejado este año, como Michael Crichton, Roy Scheider, Ricardo Montalbán o el inolvidable Paul Newman, por citar algunos.
Un cambio importante: los Oscar a actores y actrices no fueron entregados como siempre, de forma que el actor ganador en la edición anterior lo daba a la actriz ganadora en la actualidad y viceversa. Anoche fueron cinco ganadores de otros años, en cada una de las cuatro categorías de interpretación, quienes otorgaron el premio tras una breve presentación de cada nominado. Aquí destacaremos a Robert de Niro que presentó a Sean Penn de la siguiente manera: "es increíble cómo has podido interpretar durante tantos años papeles de heterosexual". Genio y figura.
En fin. A continuación dejo los datos de la edición más infame en la historia de la Academia norteamericana (datos extraídos de la web filmaffinity), que también premió a Penélope Cruz quien, al igual que Bardem el año pasado, recibió la estatuilla por una interpretación de lo más mediana. Mientras tanto, la segunda mejor película del año (El intercambio de Clint Eastwood) sólo estaba nominada en tres categorías (imperdonable) Los tiempos en los que había que ofrecer algo distinto en un plató de cine para que te dieran un premio han pasado. Viva la mediocridad.
Mejor película Ganador:
Nominados:
Mejor director Ganador:
Nominados:
Mejor actor principal Ganador:
Nominados:
Mejor actriz principal Ganador:
Nominados:
Mejor actor de reparto Ganador:
Nominados:
Mejor actriz de reparto Ganador:
Nominados:
Mejor película de habla no inglesa Ganador: Mejor guión original Ganador:
Nominados:
Mejor guión adaptado Ganador:
Nominados:
Mejor fotografía Ganador:
Nominados:
Mejor banda sonora Ganador:
Nominados:
Mejor canción Ganador:
Nominados:
Mejor montaje Ganador:
Nominados:
Mejor dirección artística Ganador:
Nominados:
Mejor vestuario Ganador:
Nominados:
Mejor maquillaje Ganador:
Nominados:
Mejor sonido Ganador:
Nominados:
Mejores efectos sonoros Ganador:
Nominados:
Mejores efectos visuales Ganador:
Nominados:
Mejor largometraje animación Ganador:
Nominados:
Mejor largometraje documental Ganador: Nominados:
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