Las tres figuras más importantes de una película son, por este orden, productor, director y guionista. Para entender ciertas cosas de “La conspiración del pánico”, debemos detenernos a estudiar este asunto. Por un lado, hay hasta cinco guionistas (Eli Attie, John Glenn, Dan McDermott, Hillary Seitz y Travis Wright) para intentar escribir un relato concebido por el propio Spielberg (mal asunto); por otro tenemos a un director con un nombre de pila (D.J.) que no aporta ninguna tranquilidad y cuyos antecedentes no son nada halagüeños (“Vidas ajenas”, “Apostando al límite”, “Disturbia”). Pero como quien pone el dinero y la historia es el gran Spielberg, uno tiene ciertas expectativas favorables hacia la película... Así que, cuando termina su visionado, sólo un pensamiento llega a la cabeza del sufrido espectador: ¡Qué increíble decepción!.
Resulta complicado poner de acuerdo a tanto guionista así que lo normal es que, al final, este film viva más de sus efectos especiales y de las interpretaciones que del guión, el cual empieza muy bien con una trama en clave de thriller de espías, con algunos toques hitchcockianos y un importante paralelismo con “Matrix”, narrada con un ritmo más que aceptable, llegando a resultar interesante e inquietante. El problema es que aproximadamente a mitad de película, el género cambia de repente para dejar de ser un film muy similar en muchos aspectos a "Enemigo público" y convertirse en una historieta de ciencia ficción de los ochenta, calcada a los innumerables largometrajes que surgieron en aquella época relacionados con la inteligencia artificial, lo cual da una idea del lío mental que tenía el equipo de escritores con los que Spielberg contaba. Llegados al tramo final, el film recupera en parte la tensión inicial pero, a la hora del remate, un último minuto de patetismo, perdón, de patriotismo chovinista, termina de destrozar la función.
Como ya he comentado antes, ante esta situación eran de esperar unos efectos especiales impecables, sobre todo tratándose de la factoría Spielberg. Ciertamente todas las explosiones son visualmente más que correctas y las persecuciones de las que está plagado el film resultan vertiginosas, pero ¿cómo es posible que en una película donde la acción termina resultando lo más importante no se den ni tiroteos en condiciones ni una sola buena pelea? Además, tampoco hay originalidad ya que todas las secuencias de este tipo suenan a “déjà vu” (sobre todo una calcada a “La jungla 4.0”, aunque de inferior calidad).
Así que nos queda un reparto que poco puede hacer ante el maltrato del guión hacia los diferentes caracteres. Para sobrevivir a esta producción habría hecho falta contar con auténticos buques insignia del séptimo arte. Shia LaBeouf (el hijo de Indiana Jones) cumple, pero no es Tom Cruise (es un personaje que habría venido como anillo al dedo al Cruise de hace unos cuantos años, claro). Michelle Monaghan (“Misión imposible 3”) también resulta creíble en su rol, pero no es Lyv Tyler (alguien que habría resultado perfecta). Y, desde luego, el agente del FBI que tiene que intentar juntar las piezas del puzzle para su resolución, Billy Bob Thornton, no es mal actor pero ni se acerca a Kiefer Sutherland, que habría dotado a su personaje de muchísimo más carisma y, a buen seguro, más solvencia. Por si esto fuera poco, la mejor intérprete de todo el elenco, Rosario Dawson (“Alejandro Magno”), es con diferencia lo más desaprovechado del film, limitándose a cumplir una insultante función de mujer florero para una actriz de su talla.
En resumidas cuentas: un guión que nos deja fríos a mitad de película, unos actores que cumplen pero sin extralimitarse, unos efectos técnicos brillantes de ejecución pero incompletos en su desarrollo, una dirección mediocre y carente de imaginación... Teniendo en cuenta todo esto, lo mejor de la película, con diferencia, fue su tráiler, lo cual es un arma de doble filo porque si bien un buen avance puede llegar a ser un imán para atraer a público al cine, al final la decepción ante tanta mediocridad resulta muchísimo mayor y, desde luego, el boca a boca se correrá, haciendo que tras el primer fin de semana la recaudación baje en picado. ¡Qué pena!.
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