El desconocido Howard McCain nos ofrece esta cinta de acción de Serie B, en la que un soldado interestelar aterriza en la Tierra en plena era vikinga, en pos de un monstruo similar a un dragón, que recuerda sospechosamente a una mezcla entre un "Alien" y un "Predator". De hecho, no sólo el bicho de marras tiene reminiscencias a dichas películas, sino que algunas de las secuencias están bochornosamente calcadas. Pero vayamos al meollo del asunto.
El inicio del largometraje es interesante, ofreciendo muchas posibilidades al relato. Desgraciadamente, conforme avanza la película el argumento va perdiendo punch, así como la trama y la acción, de tal manera que la sensación final es la de que sobran bastantes minutos del metraje.
James Caviezel nunca dará el tipo de un héroe de acción. Su rostro no refleja determinación ni coraje, sino melancolía, demasiada para ser un profesional que debe finalizar una peligrosa misión. Una vez nos adentramos en la historia, la acción (que es de lo que se supone que va esto) va dejando paso a un excesivo sentimentalismo, combinado con vanos intentos de generar comedia al más puro estilo "Humor Amarillo", lo que da una idea de lo que puede ofrecer el film.
No sólo Caviezel resulta poco creíble en su rol. John Hurt no tiene en absoluto el físico de un rey vikingo y Sophia Myles, una futura heredera de un reino nórdico de primer milenio, no cambia un ápice su registro interpretativo de la serie de televisión "Moonlight", donde es una intrépida reportera enamorada de un vampiro... ¿Podría haber dos papeles más diferentes?
No negaré que hay momentos entretenidos, además de algunos interrogantes bien solucionados, como la barrera idiomática. Pero las licencias que se toma la película como lo inteligentemente letales que son los monstruos (más o menos mortíferos en función de a quién ataquen), metales que flotan cuando conviene o la gran capacidad de fabricación que tiene la que debió de ser, sin duda, la mejor fragua de toda Noruega, implican que "Outlander" se gane, por méritos propios, el apelativo de absurda.
Vaya añito llevamos con el 2008, el cual se recordará por la poca calidad de su cine. Esperemos que la pronta llegada del 2009 cure todos los males del Séptimo Arte actual.
El inicio del largometraje es interesante, ofreciendo muchas posibilidades al relato. Desgraciadamente, conforme avanza la película el argumento va perdiendo punch, así como la trama y la acción, de tal manera que la sensación final es la de que sobran bastantes minutos del metraje.
James Caviezel nunca dará el tipo de un héroe de acción. Su rostro no refleja determinación ni coraje, sino melancolía, demasiada para ser un profesional que debe finalizar una peligrosa misión. Una vez nos adentramos en la historia, la acción (que es de lo que se supone que va esto) va dejando paso a un excesivo sentimentalismo, combinado con vanos intentos de generar comedia al más puro estilo "Humor Amarillo", lo que da una idea de lo que puede ofrecer el film.
No sólo Caviezel resulta poco creíble en su rol. John Hurt no tiene en absoluto el físico de un rey vikingo y Sophia Myles, una futura heredera de un reino nórdico de primer milenio, no cambia un ápice su registro interpretativo de la serie de televisión "Moonlight", donde es una intrépida reportera enamorada de un vampiro... ¿Podría haber dos papeles más diferentes?
No negaré que hay momentos entretenidos, además de algunos interrogantes bien solucionados, como la barrera idiomática. Pero las licencias que se toma la película como lo inteligentemente letales que son los monstruos (más o menos mortíferos en función de a quién ataquen), metales que flotan cuando conviene o la gran capacidad de fabricación que tiene la que debió de ser, sin duda, la mejor fragua de toda Noruega, implican que "Outlander" se gane, por méritos propios, el apelativo de absurda.
Vaya añito llevamos con el 2008, el cual se recordará por la poca calidad de su cine. Esperemos que la pronta llegada del 2009 cure todos los males del Séptimo Arte actual.
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