En los últimos tres años, Steven Spielberg ha producido tres películas de ciencia ficción con tres cosas en común: el mismo protagonista (Shia LaBeouf), un guión lamentable y un uso absolutamente machista de las actrices, utilizadas como meras comparsas para la función de hacer más vistoso el filme. ¿Qué ha sido del derroche de imaginación que supuso Minority Report? ¿Qué hay de la gran calidad que atesoró Encuentros en la tercera fase, toda una referencia del género?
No puedo enfadarme con el genio que realizó Indiana Jones, Tiburón o E.T., pero precisamente eso es lo que más me molesta: que un cineasta de la altura de Spielberg permita que Michael Bay ponga las manos en uno de sus proyectos. A Bay se le acabó la chispa tras La Roca y Armageddon... Me refiero a la chispa que implica llevar a cabo una película medianamente buena, porque en lo que sí ha demostrado ser un auténtico filón es en culminar productos con beneficios megamillonarios. Así Spielberg puede volver a intentar que a Dreamworks le concedan varios Oscar por efectos especiales (estará resentido porque en la primera Transformers no se llevó nada) además de ganar dinerito contante y sonante, verdadero leit motiv del Hollywood actual.
¿Qué puedo contar de Transformers 2? Básicamente que los robots malos vuelven a la Tierra para intentar vapulear a los buenos mientras Megan Fox pasea por la gran pantalla su exhuberante físico, entrando en el "selecto" grupo que forman Jessica Alba y Kate Bosworth, a saber: no tenemos talento para la interpretación, pero estamos tan buenas que da igual.
Como en la primera parte el guión era muy flojito, en esta segunda han decidido prescindir de él. Así la factoría Dreamworks y Michael Bay pueden dedicarse por completo, los ¡¡¡15o minutos de metraje!!! en demostrarnos que son los mejores del mundo en el apartado técnico de una película. Los efectos son colosales, alucinantes, casi tan impresionantes como Megan Fox. Pero claro, dos horas y media de cine sin contar absolutamente nada pueden llegar a desesperar a cualquiera.
Así pues tenemos explosiones, giros rocambolescos de cámara, más explosiones, edificios arrasados, todavía más explosiones, vehículos volando, más explosiones aún y ninguna historia que contar. Teniendo en cuenta todo el dineral gastado en producir, realizar y montar toda esta cantidad de efectos, ¿no habría sido mejor reducir media hora en la duración final y, con ese dinero ahorrado, pagar a un buen guionista para que, al menos, el resultado final fuera el de una película entretenida?
Para mí Spielberg es un ídolo pero, sinceramente, cada día lo entiendo menos.
No puedo enfadarme con el genio que realizó Indiana Jones, Tiburón o E.T., pero precisamente eso es lo que más me molesta: que un cineasta de la altura de Spielberg permita que Michael Bay ponga las manos en uno de sus proyectos. A Bay se le acabó la chispa tras La Roca y Armageddon... Me refiero a la chispa que implica llevar a cabo una película medianamente buena, porque en lo que sí ha demostrado ser un auténtico filón es en culminar productos con beneficios megamillonarios. Así Spielberg puede volver a intentar que a Dreamworks le concedan varios Oscar por efectos especiales (estará resentido porque en la primera Transformers no se llevó nada) además de ganar dinerito contante y sonante, verdadero leit motiv del Hollywood actual.
¿Qué puedo contar de Transformers 2? Básicamente que los robots malos vuelven a la Tierra para intentar vapulear a los buenos mientras Megan Fox pasea por la gran pantalla su exhuberante físico, entrando en el "selecto" grupo que forman Jessica Alba y Kate Bosworth, a saber: no tenemos talento para la interpretación, pero estamos tan buenas que da igual.
Como en la primera parte el guión era muy flojito, en esta segunda han decidido prescindir de él. Así la factoría Dreamworks y Michael Bay pueden dedicarse por completo, los ¡¡¡15o minutos de metraje!!! en demostrarnos que son los mejores del mundo en el apartado técnico de una película. Los efectos son colosales, alucinantes, casi tan impresionantes como Megan Fox. Pero claro, dos horas y media de cine sin contar absolutamente nada pueden llegar a desesperar a cualquiera.
Así pues tenemos explosiones, giros rocambolescos de cámara, más explosiones, edificios arrasados, todavía más explosiones, vehículos volando, más explosiones aún y ninguna historia que contar. Teniendo en cuenta todo el dineral gastado en producir, realizar y montar toda esta cantidad de efectos, ¿no habría sido mejor reducir media hora en la duración final y, con ese dinero ahorrado, pagar a un buen guionista para que, al menos, el resultado final fuera el de una película entretenida?
Para mí Spielberg es un ídolo pero, sinceramente, cada día lo entiendo menos.
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