El western es el género clásico del cine por excelencia a pesar de que últimamente sus producciones puedan contarse con los dedos de una mano. Además de existir pocos proyectos, las últimas películas del oeste tienen en común su rasgo de crepuscularidad, por lo que ponerse manos a la obra para llevar a cabo una de vaqueros a la antigua, era peligroso y complicado.
Sin embargo James Mangold ha ejecutado a la perfección este remake de la película del mismo nombre de 1957 dirigida por todo un especialista como Delmer Daves ("El árbol del ahorcado", "Jubal", "La ley del talión"), lo cual tiene más mérito al tener en cuenta que Mangold, si bien es un cineasta estupendo ("Inocencia interrumpida", "Identidad", "En la cuerda floja") nunca se había dedicado al mundo del oeste, aunque se acercó bastante con "Copland", donde consiguió sacar lo mejor de Stallone en una película muy similar en ciertas cosas a "Sólo ante el peligro".
Tengo una máxima en el cine: cuanto mejor es el guión, mejor es la película. Incluso da lo mismo si el argumento es simple como en este film (llevar a un preso al tren) si está bien contado. Y es que este guión basado en una historia corta de Elmore Leonard además de en la película original, no es una absurda copia sino que se rehace a imagen de un director que gusta de exprimir al máximo los diferentes caracteres de sus films, fabulosamente definidos, para otorgar siempre una buena dosis de profundidad a sus películas.
Así llegamos a las dos estrellas de este peliculón. Era complicado encontrar a dos artistas de la talla del legendario Glenn Ford y del ganador del Oscar, Van Hefling (protagonistas del film del 57), así que el éxito logrado por Russell Crowe y Christian Bale no tiene parangón en una época en la que los duelos al sol parecen haber quedado relegados a un segundo plano.
Habitualmente los papeles que más dan de sí son los de malo y Crowe es un villano de categoría a quien el guión trata muy bien, con frases tan inteligentes como mordaces que harán las delicias de cualquier espectador. Pero es que Russell Crowe es uno de los mejores intérpretes del momento, alguien que con un sólo gesto es capaz de transmitir todo lo que pasa por su cabeza, unas veces aterrador por su maldad sin conciencia y otras veces transmisor de una gran sabiduría, al poner en tela de juicio la doble moralidad existente a la hora de matar. Además hay que reconocer su mérito al encarnar de manera tan sublime un personaje tan complicado como ecléctico (basta observar la figura de Jesucristo en la empuñadura de su revólver).
Christian Bale es su antagonista. Una persona recta y justa hasta el límite aunque la vida siempre lo haya maltratado. Bale está impecable en un personaje que, a pesar de su altura moral, se muestra oscuro y en contínuo sufrimiento por su incapacidad de resolver sus obligaciones como cabeza de familia, algo a lo que su infortunado paso por la guerra no ayuda. Su único golpe de suerte ha sido percibir un buen salario por intentar encarcelar a Russell Crowe, el problema es que también es la tarea más difícil que podían encomendarle. Crowe y Bale acabarán desarrollando cierta empatía al comprender que en algunas cosas importantes no son tan distintos como en un principio pudiera parecer ya que, en definitiva, son hombres de honor, dato este muy presente en todo el metraje.
El elenco queda completado por secundarios de categoría como el mítico y todavía vivo Peter Fonda interpretando a un agente de Pinkerton con muy malas pulgas, la bellísima Vinessa Shaw (Eyes Wide Shut) que pone un pequeño punto exótico a la trama o Ben Foster (X-Men 3) en el rol de asesino sin escrúpulos, lo que confiere un gran empaque a la película.
A todo esto le unimos los elementos típicos como forajidos de leyenda persiguiendo diligencias, indios, interminables arenas desérticas, caciques, reses alborotadas o tiroteos de altura, una factura visual impecable y un pulso narrativo de lo más firme, obtenemos un completísimo film que podría ser el heredero de "Sin perdón" en la nueva edición de los Oscar y que posiblemente acabe convirtiéndose en el primer gran clásico del género en este nuevo milenio.
Sin embargo James Mangold ha ejecutado a la perfección este remake de la película del mismo nombre de 1957 dirigida por todo un especialista como Delmer Daves ("El árbol del ahorcado", "Jubal", "La ley del talión"), lo cual tiene más mérito al tener en cuenta que Mangold, si bien es un cineasta estupendo ("Inocencia interrumpida", "Identidad", "En la cuerda floja") nunca se había dedicado al mundo del oeste, aunque se acercó bastante con "Copland", donde consiguió sacar lo mejor de Stallone en una película muy similar en ciertas cosas a "Sólo ante el peligro".
Tengo una máxima en el cine: cuanto mejor es el guión, mejor es la película. Incluso da lo mismo si el argumento es simple como en este film (llevar a un preso al tren) si está bien contado. Y es que este guión basado en una historia corta de Elmore Leonard además de en la película original, no es una absurda copia sino que se rehace a imagen de un director que gusta de exprimir al máximo los diferentes caracteres de sus films, fabulosamente definidos, para otorgar siempre una buena dosis de profundidad a sus películas.
Así llegamos a las dos estrellas de este peliculón. Era complicado encontrar a dos artistas de la talla del legendario Glenn Ford y del ganador del Oscar, Van Hefling (protagonistas del film del 57), así que el éxito logrado por Russell Crowe y Christian Bale no tiene parangón en una época en la que los duelos al sol parecen haber quedado relegados a un segundo plano.
Habitualmente los papeles que más dan de sí son los de malo y Crowe es un villano de categoría a quien el guión trata muy bien, con frases tan inteligentes como mordaces que harán las delicias de cualquier espectador. Pero es que Russell Crowe es uno de los mejores intérpretes del momento, alguien que con un sólo gesto es capaz de transmitir todo lo que pasa por su cabeza, unas veces aterrador por su maldad sin conciencia y otras veces transmisor de una gran sabiduría, al poner en tela de juicio la doble moralidad existente a la hora de matar. Además hay que reconocer su mérito al encarnar de manera tan sublime un personaje tan complicado como ecléctico (basta observar la figura de Jesucristo en la empuñadura de su revólver).
Christian Bale es su antagonista. Una persona recta y justa hasta el límite aunque la vida siempre lo haya maltratado. Bale está impecable en un personaje que, a pesar de su altura moral, se muestra oscuro y en contínuo sufrimiento por su incapacidad de resolver sus obligaciones como cabeza de familia, algo a lo que su infortunado paso por la guerra no ayuda. Su único golpe de suerte ha sido percibir un buen salario por intentar encarcelar a Russell Crowe, el problema es que también es la tarea más difícil que podían encomendarle. Crowe y Bale acabarán desarrollando cierta empatía al comprender que en algunas cosas importantes no son tan distintos como en un principio pudiera parecer ya que, en definitiva, son hombres de honor, dato este muy presente en todo el metraje.
El elenco queda completado por secundarios de categoría como el mítico y todavía vivo Peter Fonda interpretando a un agente de Pinkerton con muy malas pulgas, la bellísima Vinessa Shaw (Eyes Wide Shut) que pone un pequeño punto exótico a la trama o Ben Foster (X-Men 3) en el rol de asesino sin escrúpulos, lo que confiere un gran empaque a la película.
A todo esto le unimos los elementos típicos como forajidos de leyenda persiguiendo diligencias, indios, interminables arenas desérticas, caciques, reses alborotadas o tiroteos de altura, una factura visual impecable y un pulso narrativo de lo más firme, obtenemos un completísimo film que podría ser el heredero de "Sin perdón" en la nueva edición de los Oscar y que posiblemente acabe convirtiéndose en el primer gran clásico del género en este nuevo milenio.
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