Carradine nunca fue considerado un gran actor. La fama le llegó por pura suerte: un papel que inicialmente estaba destinado al mítico Bruce Lee, para una serie de televisión, terminó cayendo en sus manos a pesar de su desconocimiento supino del mundo de las artes marciales. Evidentemente nos referimos al monje shaolín chino-americano Kwai Chang Caine de la ya mencionada Kung-fu (la excusa para dejar fuera a Lee es que sus rasgos eran demasiado asiáticos y claro, el personaje tenía que tener algo de estadounidense).
Curiosamente, participar en esta serie le hizo convertirse en un adepto de las mencionadas artes, llegando incluso a escribir un libro al respecto (¡qué cosas!). De hecho, tras la serie, su nombre fue ligado a películas de esta índole como El círculo de hierro de Richard Moore (1978) o Lone Wolf McQuade de Steve Carver (1983), donde se las vería con otro tipo duro: Chuck Norris.
Sus películas más representativas fueron: Boxcar Bertha de Martin Scorsese (1972), Esta tierra es mi tierra de Hal Ashby (1976), El huevo de la serpiente de Ingmar Bergman (1977), Forajidos de leyenda de Walter Hill (1980), Río abajo de José Luis Borau (1984) y, por último, su gran aparición en la serie de dos películas en las que Tarantino homenajeó a cine y cómic de artes marciales: Kill Bill.
Seguramente muchos lo recordarán también por otra serie de televisión, Norte y Sur, donde encarnaba al malvado y temible Justin LaMotte, papel por el que fue nominado a un globo de oro.
Como ya he dicho, nunca fue reconocido como actor de prestigio, pero indudablemente sabía hacer de villano como nadie. Descanse en paz.
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