miércoles, 3 de junio de 2009

Terminator 2: El juicio final

Valoración: Excelente

En 1991 el genial James Cameron realizó la más que esperada secuela de “Terminator”. Dado el calado de ésta, había que tener un gran cuidado para mantener la calidad. Cameron no sólo la mantuvo, sino que se superó en la que es, sin lugar a dudas su mejor película y toda una referencia para el género de la ciencia ficción.

A pesar de la gran calidad de la película original, Cameron la mejoró en todos los aspectos. Por un lado, los efectos especiales marcaron una época, logrando una gesta repetida únicamente en “Matrix”: obtener los cuatro Oscar técnicos de la Academia. Después tenemos a los personajes, sobre quienes el guión todavía profundiza más que en la parte anterior, con todo lujo de detalles acerca de sus diferentes personalidades. Por último nos queda la impresionante fuerza narrativa con la que está relatada, introduciendo de lleno al espectador en el futuro apocalíptico que espera a la humanidad, la cual está avocada al fracaso no por las temibles máquinas, sino por su propia naturaleza destructiva.

Con una impresionante puesta en escena, James Cameron logra hipnotizar a todo el mundo en esta arrolladora historia, plena de talento, demostrando que el cine de autor no tiene por qué estar reñido con el entretenimiento.

En cuanto a los actores, si Schwarzenegger ya estuvo bien en la primera parte, en esta segunda lo borda. No sólo ya no es el villano, sino que conforme avanza el metraje comprende y envidia a los humanos por un hecho: sus sentimientos. El personaje de Linda Hamilton también sufre una gran evolución, convirtiéndose en una mujer de armas tomar, una líder capaz de tomar decisiones por difícil que sea el momento. Ambos se enfrentarán a uno de los mejores villanos de la historia del cine, Robert Patrick, que encarna a un exterminador de metal líquido que hará las delicias de todo el mundo.

Al final Cameron abre una pequeña puerta a la esperanza, en un breve pero intenso estudio acerca del destino y el futuro, con el que pone el broche de oro a la que muchos consideramos la mejor película de ciencia ficción de todos los tiempos, un impresionante espectáculo audiovisual con un gran calado humano, imitado hasta la saciedad pero difícilmente igualado. Impagable.

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