Peter Cornwell debuta en el cine con este estúpido engaño titulado Exorcismo en Connecticut (engaño, por cierto, al que contribuye la mala y efectista traducción de turno) que parece una cinta de terror, cuando realmente es una de esas horribles y aburridas películas, basadas en hechos reales, con las que suelen torturarnos en las sobremesas televisivas de los fines de semana.
Tenemos una historia en la que un chico padece una enfermedad que podría ser terminal, una familia con muchos problemas económicos, un padre alcohólico... ¿Algo más? Ah, sí, por si fuera poco, se van a vivir a una casa llena de espíritus, aunque vista la película entera se podría decir que la parte dedicada al terror es bastante inferior, en tiempo, que la dedicada al drama.
A todo lo dicho hay que añadir los tópicos por doquier, las gracias del señor Cornwell tratando, muy torpemente, de hacer guiños a El exorcista y a El sexto sentido y, sobre todo, el gran aburrimiento que ofrece la casi totalidad del metraje.
Lo único salvable es la interpretación de Virginia Madsen (Los inmortales II, Entre copas) que ofrece una buena interpretación de una "madre coraje" capaz de cualquier cosa por salvar a su hijo (otro elemento más de dramón televisivo de media tarde).
Después de Arrástrame al infierno, era muy complicado que un filme de terror pudiera gustarnos, dada la buena calidad de la película de Sam Raimi. Si encima descubrimos que no es de terror... ¡Qué miedo!
Tenemos una historia en la que un chico padece una enfermedad que podría ser terminal, una familia con muchos problemas económicos, un padre alcohólico... ¿Algo más? Ah, sí, por si fuera poco, se van a vivir a una casa llena de espíritus, aunque vista la película entera se podría decir que la parte dedicada al terror es bastante inferior, en tiempo, que la dedicada al drama.
A todo lo dicho hay que añadir los tópicos por doquier, las gracias del señor Cornwell tratando, muy torpemente, de hacer guiños a El exorcista y a El sexto sentido y, sobre todo, el gran aburrimiento que ofrece la casi totalidad del metraje.
Lo único salvable es la interpretación de Virginia Madsen (Los inmortales II, Entre copas) que ofrece una buena interpretación de una "madre coraje" capaz de cualquier cosa por salvar a su hijo (otro elemento más de dramón televisivo de media tarde).
Después de Arrástrame al infierno, era muy complicado que un filme de terror pudiera gustarnos, dada la buena calidad de la película de Sam Raimi. Si encima descubrimos que no es de terror... ¡Qué miedo!
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