El televisivo Joseph Sargent, dirigió en 1974 este magnífico thriller, encasillado en el subgénero policíaco de los secuestros, basado en la novela de John Godey.
Lo mejor de la película, sin duda, es el sobrio guión de Peter Stone (no en vano ha sido responsable de libretos de alta calidad como el de Charada), que alcanza situaciones de alta tensión gracias a la forma en que está narrado, sin necesidad de efectos especiales de gran magnitud, algo que en la actualidad parece imposible. Dichas secuencias van enlazadas con buenos momentos cómicos entre los diferentes personajes, todos perfectamente definidos, quienes aportan gran calidad al relato.
Dentro del elenco elegido para este proyecto, destacan sobremanera Walter Matthau y Robert Shaw, dos auténticos actorazos que mantienen una dura pugna, ya que uno es el policía y el otro el villano. Matthau es el hombre tranquilo, un tipo que intentará por todos los medios que la situación no se descontrole (y eso que deberá lidiar no sólo con los secuestradores, sino también con la burocracia establecida y cierta incompetencia). Por su parte, Shaw es el cerebro, un ex-oficial militar muy seguro de sí mismo, que no mostrará escrúpulo alguno a la hora de intentar llevar a cabo su elaborado plan. Como digo, el duelo entre ambos es de altura, lo que combinado con la buena intervención de varios secundarios (destacando aquellos que protagonizan ciertos contrapuntos humorísticos) consigue que el relato funcione magníficamente.
Pelham uno, dos, tres es cine de alta calidad, del que desgraciadamente es difícil encontrar en la actualidad, ya que parece que en Hollywood han olvidado que lo mejor de una película es su historia y no su grandiosidad en cuanto a efectos técnicos. A ver si Bay y compañía aprenden un poquito del cine antiguo, no estaría mal, ¿verdad?
Lo mejor de la película, sin duda, es el sobrio guión de Peter Stone (no en vano ha sido responsable de libretos de alta calidad como el de Charada), que alcanza situaciones de alta tensión gracias a la forma en que está narrado, sin necesidad de efectos especiales de gran magnitud, algo que en la actualidad parece imposible. Dichas secuencias van enlazadas con buenos momentos cómicos entre los diferentes personajes, todos perfectamente definidos, quienes aportan gran calidad al relato.
Dentro del elenco elegido para este proyecto, destacan sobremanera Walter Matthau y Robert Shaw, dos auténticos actorazos que mantienen una dura pugna, ya que uno es el policía y el otro el villano. Matthau es el hombre tranquilo, un tipo que intentará por todos los medios que la situación no se descontrole (y eso que deberá lidiar no sólo con los secuestradores, sino también con la burocracia establecida y cierta incompetencia). Por su parte, Shaw es el cerebro, un ex-oficial militar muy seguro de sí mismo, que no mostrará escrúpulo alguno a la hora de intentar llevar a cabo su elaborado plan. Como digo, el duelo entre ambos es de altura, lo que combinado con la buena intervención de varios secundarios (destacando aquellos que protagonizan ciertos contrapuntos humorísticos) consigue que el relato funcione magníficamente.
Pelham uno, dos, tres es cine de alta calidad, del que desgraciadamente es difícil encontrar en la actualidad, ya que parece que en Hollywood han olvidado que lo mejor de una película es su historia y no su grandiosidad en cuanto a efectos técnicos. A ver si Bay y compañía aprenden un poquito del cine antiguo, no estaría mal, ¿verdad?
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