Valoración:
El director de Donnie Darko, Richard Kelly, realiza y escribe The box, una película de ciencia ficción basada en el relato corto de Richard Matheson Botón, botón, el cual ya fue llevado a la pequeña pantalla como capítulo de la serie En los límites de la realidad.
Estamos ante una película que vive, en exceso, de su impacto inicial: un extraño desconocido realiza una desconcertante oferta a un matrimonio, que consiste en recibir un millón de dólares si aprietan el botón de una misteriosa caja. Eso sí, llevar a cabo dicha acción provocará la muerte de alguien a quien no conocen.
A partir de ahí, el guión ofrece una mezcla de géneros de la que uno no termina de sacar nada en limpio: ciencia ficción, intriga, terror, sobrenatural, drama moral... Da la impresión de que Kelly, conforme avanzaba en la escritura del libreto, iba quedándose sin ideas, de tal manera que el tramo final es bastante decepcionante. No digo que un filme deba darlo todo mascadito, como sucedió en Vanilla Sky (aquel torpe remake hollywoodiense de la magnífica Abre los ojos de Amenábar) pero esto es distinto: como a Kelly le faltó imaginación para idear una explicación satisfactoria, simplemente no la dio. Considero este acto un insulto para el público, ya que llega un momento en que lo único que te engancha a la trama es querer saber cómo se desentrañará el misterio.
En cuanto al elenco, Cameron Diaz cumple, James Marsden (X-Men) puede llegar a causar risa (nadie se cree que este pelele pueda optar a ser astronauta) y Frank Langella (Frost contra Nixon) posiblemente sea el mejor parado, dado que su papel sólo requiere de ciertas cualidades físicas además de mantener un rostro impertérrito, para desempeñar el rol de figura enigmática.
Así pues, lo mejor de una película que tenía una premisa inicial de lo más atrayente se queda en la puesta en escena, tanto en la buena recreación de 1976 (fecha en que se contextualiza la acción) como en la lograda atmósfera de tensión durante varios momentos del metraje. Por lo tanto, no puedo por menos que concluir que The box pertenece a ese género de películas que cuentan con una buena idea, pero que fracasan al no saber aprovechar ni desarrollar todas sus posibilidades.
Estamos ante una película que vive, en exceso, de su impacto inicial: un extraño desconocido realiza una desconcertante oferta a un matrimonio, que consiste en recibir un millón de dólares si aprietan el botón de una misteriosa caja. Eso sí, llevar a cabo dicha acción provocará la muerte de alguien a quien no conocen.
A partir de ahí, el guión ofrece una mezcla de géneros de la que uno no termina de sacar nada en limpio: ciencia ficción, intriga, terror, sobrenatural, drama moral... Da la impresión de que Kelly, conforme avanzaba en la escritura del libreto, iba quedándose sin ideas, de tal manera que el tramo final es bastante decepcionante. No digo que un filme deba darlo todo mascadito, como sucedió en Vanilla Sky (aquel torpe remake hollywoodiense de la magnífica Abre los ojos de Amenábar) pero esto es distinto: como a Kelly le faltó imaginación para idear una explicación satisfactoria, simplemente no la dio. Considero este acto un insulto para el público, ya que llega un momento en que lo único que te engancha a la trama es querer saber cómo se desentrañará el misterio.
En cuanto al elenco, Cameron Diaz cumple, James Marsden (X-Men) puede llegar a causar risa (nadie se cree que este pelele pueda optar a ser astronauta) y Frank Langella (Frost contra Nixon) posiblemente sea el mejor parado, dado que su papel sólo requiere de ciertas cualidades físicas además de mantener un rostro impertérrito, para desempeñar el rol de figura enigmática.
Así pues, lo mejor de una película que tenía una premisa inicial de lo más atrayente se queda en la puesta en escena, tanto en la buena recreación de 1976 (fecha en que se contextualiza la acción) como en la lograda atmósfera de tensión durante varios momentos del metraje. Por lo tanto, no puedo por menos que concluir que The box pertenece a ese género de películas que cuentan con una buena idea, pero que fracasan al no saber aprovechar ni desarrollar todas sus posibilidades.
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