sábado, 20 de marzo de 2010

La cinta blanca


Valoración: Mala

El perturbado Michael Haneke (tras ver Funny Games es el adjetivo más suave que se me ocurre para su persona) vuelve a hacer más de lo mismo, por mucho que se empeñen en tildarlo de transgresor, original y no sé cuántos epítetos falsos más.

Las películas de Haneke tienen siempre el mismo argumento: ahondar en la miseria humana. Viendo su filmografía uno piensa que este realizador austriaco no tiene ningún tipo de fe en la humanidad. Claro, así son sus películas.

Para Haneke la miserable condición humana está caracterizada por la crueldad y la ignorancia. Su mensaje siempre es el mismo, obsesionado con las actitudes extremas e intolerantes. Y digo yo, ¿acaso sus películas no son extremas e intolerantes? Ya lo creo que sí.

La estética está bien cuidada (por decir algo bueno del film) pero no así la puesta en escena que, una vez más, carece de cualquier tipo de sonido impactante. ¿Por qué ese empeño en que todo lo que huele a comercial es malo? Pero voy más allá: ¿por qué una buena banda sonora o unos buenos efectos de sonido son, para Haneke, comerciales? Creo que muchos músicos de renombre no estarían de acuerdo con él.

He dejado el guión para el final, porque no tiene desperdicio: nada original (eso ha quedado ya explicado), aunque se pretende no hay intensidad en la trama, muchos personajes son triviales, hay un excesivo simplismo en el uso de ciertas metáforas y, para rematar la faena, una insulsa y sobrante historieta de amor (¡¡¡Cuidado, Haneke, que esto último es un recurso comercial!!!)

Muchos consideran a este elemento y a su homólogo danés (Lars von Trier) como grandes exponentes del cine de autor. Discrepo por completo. ¿Quienes son para mí los grandes autores de cine? Ni más ni menos que Clint Eastwood, Steven Spielberg, John McTiernan, James Cameron, Ridley Scott... Es decir, los que hacen al cine más grande cada día, que no es el caso, ni de lejos, de Michael Haneke.

No hay comentarios:

Publicar un comentario