Phil Lord y Chris Miller debutan en la dirección cinematográfica con Lluvia de albóndigas, adaptación para el cine de Cloudy With a Chance of Meatballs, un libro infantil creado por el matrimonio Judi y Ron Barret (escritora e ilustrador respectivamente).
Por alguna razón, me había creado ciertas expectativas ante esta película (quizá fue por lo bien que lo pasé en Planet 51). El caso es que Lluvia de albóndigas terminó por aburrirme. En un principio pensé que la culpa la tenían los Estudios Pixar, ya que resulta difícil ver una película de animación hoy en día sin compararla con sus producciones. Pero no, qué va. El gran culpable de que la película tuviera fases que me parecieron extremadamente tediosas fue el guión, mejor dicho, sus guionistas, los propios Lord y Miller.
Las fases a las que me refiero son aquellas que tratan sobre asuntos tan trillados como los siguientes: tipo incomprendido que termina por ser un gran héroe, el mito de Betty la fea, la moralina de turno sobre la perseverancia y el trabajo duro, una historia romántica muy del montón y un excesivo sentimentalismo en diversos momentos. Todo ello hace que Lluvia de albóndigas sea una película de difícil digestión.
La parte buena del film es el colorido. Estoy seguro de que los más peques de la casa disfrutarán con el sinfín de variada comida que cae desde el cielo. Seguramente también lo pasarán en grande con el ritmo frenético impreso a las secuencias de acción. Pero, probablemente, si vuelven a ver esta película cuando alcancen la mayoría de edad, pensarán: "hay que ver con qué tonterías me divertía de niño".
Por alguna razón, me había creado ciertas expectativas ante esta película (quizá fue por lo bien que lo pasé en Planet 51). El caso es que Lluvia de albóndigas terminó por aburrirme. En un principio pensé que la culpa la tenían los Estudios Pixar, ya que resulta difícil ver una película de animación hoy en día sin compararla con sus producciones. Pero no, qué va. El gran culpable de que la película tuviera fases que me parecieron extremadamente tediosas fue el guión, mejor dicho, sus guionistas, los propios Lord y Miller.
Las fases a las que me refiero son aquellas que tratan sobre asuntos tan trillados como los siguientes: tipo incomprendido que termina por ser un gran héroe, el mito de Betty la fea, la moralina de turno sobre la perseverancia y el trabajo duro, una historia romántica muy del montón y un excesivo sentimentalismo en diversos momentos. Todo ello hace que Lluvia de albóndigas sea una película de difícil digestión.
La parte buena del film es el colorido. Estoy seguro de que los más peques de la casa disfrutarán con el sinfín de variada comida que cae desde el cielo. Seguramente también lo pasarán en grande con el ritmo frenético impreso a las secuencias de acción. Pero, probablemente, si vuelven a ver esta película cuando alcancen la mayoría de edad, pensarán: "hay que ver con qué tonterías me divertía de niño".
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