sábado, 20 de marzo de 2010

Sherlock Holmes


Valoración: Pasable

Sherlock Holmes es uno de mis héroes de la infancia. Recuerdo que devoré ávidamente la colección completa de sir Arthur Conan Doyle y quedé muy satisfecho con su lectura. Sin embargo no me considero un purista con respecto al personaje, así que estaba dispuesto a ver cómo se las había apañado Guy Ritchie sin prejuicios, ya que conociendo su cine (Lock & Stock, Snatch, RocknRolla) todos sabíamos que esta película iba a ser una versión gamberra del mítico detective londinense.

Lo que no me esperaba era un guión tan mediocre y un montaje tan caótico, plagado de saltos temporales poco o nada estudiados. Estadísticamente podemos afirmar que un libreto concebido por varios escritores no suele salir airoso. Éste en concreto ha sido escrito por nada más y nada menos que cinco autores, por lo que no es de extrañar que narre una historia llena de ruido, acción y humor fácil, que poco tiene que ver con los argumentos con los que Doyle ha hecho disfrutar a todo el mundo.

Lo que ya resulta increíble es que, a pesar de su concepción netamente comercial, el film resulte bastante aburrido en ciertos tramos de su metraje. Ello es debido a que el argumento policíaco-detectivesco es lo de menos. ¿La razón? No se trata de un misterio al uso, sino de una típica trama que enfrenta el bien contra el mal, cuya intriga nunca llega a ser atrayente.

¿Qué salva la película? Los actores, en especial un Robert Downey Jr. que se encuentra en estado de gracia. El intérprete efectúa su desenfadada versión de Holmes, como un antihéroe un tanto excéntrico, que posee dotes geniales para la observación y la deducción. A su lado, su inseparable Watson, un Jude Law que ofrece una visión un tanto divertida del famoso doctor.

Pero hemos de volver a mencionar el guión, porque el maltrato que ofrece a Mark Strong y a Rachel McAdams resulta imperdonable. Strong puede llegar a ser formidable interpretando roles de villano. Ahora bien, poco puede hacer con un personaje tan limitado como maltratado y desaprovechado. McAdams, por su parte, ha de vivir con una figura femenina de perfil muy bajo, la cual parecen haber insertado en la historia única y exclusivamente para adornar el film.

Mencionar, para terminar, la potente banda sonora del experto Hans Zimmer y su aspecto visual, que consigue por un lado una magnífica recreación del Londres de la era victoriana y por otro, disimular de forma más o menos hábil las carencias de estilo en la filmación.

La segunda parte ya está en marcha. ¿Por qué ese empeño en construir franquicias? Por ganar pasta de forma rápida y fácil, está claro. ¿Quién lo padece? El espectador. Las casas se empiezan por los cimientos y las prisas nunca son buenas consejeras. Pensar en la trilogía antes incluso de comenzar con la primera, conlleva estos resultados.

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