La directora de la mediocre Deep impact vuelve a sacudirnos (esta vez sin meteorito) con una penosa, lenta y previsible historia de ladrones, cuya característica principal es una invitación a Morfeo de tal magnitud, que son necesarias altas dosis de coca-cola o similar para poder finalizar su visionado con los ojos abiertos.
Lo que uno espera de un guión centrado en un gran robo es, como mínimo, cierta intensidad en la narración. Pero parece ser que el guionista, Ted Humphrey, agotó su reserva de dicha característica tras escribir cinco capítulos de Shark, porque os puedo asegurar que The Code no se parece en nada a la entretenida serie protagonizada por James Woods.
La preparación para el enésimo atraco del siglo es prácticamente nula, de forma que se pierden más minutos de metraje en comentar las supuestamente inexpugnables medidas de seguridad de unos huevos de Fabergé (¡Oh Dios mío, qué original!) que la planificación del crimen. Eso por no hablar de la ejecución del robo, un auténtico insulto para todos los que hemos disfrutados con films como El golpe o ,más recientemente, Ocean's eleven (la primera, por supuesto). Pero no hay que aludir a "delikatessen" como estas dos grandes películas para demostrar que The Code no vale gran cosa: simplemente el robo de la declaración de derechos perpetrado en La búsqueda la supera con creces en este aspecto.
Sin embargo el guión no es calificable como desastre únicamente porque no sepa relatar un atraco ni una investigación policial en curso; lo es también por no saber aprovechar a las grandes estrellas que forman el elenco de actores: Morgan Freeman, Antonio Banderas y Radha Mitchell (El fuego de la venganza), una mujer tan bella como magnífica actriz. Además están acompañados por el veterano Robert Forster (Jackie Brown) y Rade Serbedzija (24, Surface) que vuelve a desempeñar su sempiterno rol de mafioso ruso (vamos que está más encasillado que Michael Landon).
En un intento final por hacer que el sufrido espectador se desperece, hay un par de trampas en forma de desenlace inesperado que dan vergüenza ajena, lo que me lleva a hacerme una pregunta: ¿será verdad que los guionistas estadounidenses han emigrado del cine para dedicarse todos a la industria televisiva? Comparando los guiones de 24, Dexter, El ala oeste de la Casa Blanca o Perdidos con esta clase de mediocridades, las cuales cada vez abundan más en el universo hollywoodiense, cada día estoy más convencido de que la televisión norteamericana paga mucho más a sus escritores que el cine.
Ya han pasado los Oscar y hemos disfrutado con las impresionantes realizaciones de Clint Eastwood o David Fincher. ¿Significa esto que volverá a pasar lo de 2008? ¿Tendremos un resto de "annus horribilis" cinematográficamente hablando? Me gustaría pensar que no, pero tras ver The Code, Watchmen o Push prefiero no hacerme demasiadas esperanzas.
Lo que uno espera de un guión centrado en un gran robo es, como mínimo, cierta intensidad en la narración. Pero parece ser que el guionista, Ted Humphrey, agotó su reserva de dicha característica tras escribir cinco capítulos de Shark, porque os puedo asegurar que The Code no se parece en nada a la entretenida serie protagonizada por James Woods.
La preparación para el enésimo atraco del siglo es prácticamente nula, de forma que se pierden más minutos de metraje en comentar las supuestamente inexpugnables medidas de seguridad de unos huevos de Fabergé (¡Oh Dios mío, qué original!) que la planificación del crimen. Eso por no hablar de la ejecución del robo, un auténtico insulto para todos los que hemos disfrutados con films como El golpe o ,más recientemente, Ocean's eleven (la primera, por supuesto). Pero no hay que aludir a "delikatessen" como estas dos grandes películas para demostrar que The Code no vale gran cosa: simplemente el robo de la declaración de derechos perpetrado en La búsqueda la supera con creces en este aspecto.
Sin embargo el guión no es calificable como desastre únicamente porque no sepa relatar un atraco ni una investigación policial en curso; lo es también por no saber aprovechar a las grandes estrellas que forman el elenco de actores: Morgan Freeman, Antonio Banderas y Radha Mitchell (El fuego de la venganza), una mujer tan bella como magnífica actriz. Además están acompañados por el veterano Robert Forster (Jackie Brown) y Rade Serbedzija (24, Surface) que vuelve a desempeñar su sempiterno rol de mafioso ruso (vamos que está más encasillado que Michael Landon).
En un intento final por hacer que el sufrido espectador se desperece, hay un par de trampas en forma de desenlace inesperado que dan vergüenza ajena, lo que me lleva a hacerme una pregunta: ¿será verdad que los guionistas estadounidenses han emigrado del cine para dedicarse todos a la industria televisiva? Comparando los guiones de 24, Dexter, El ala oeste de la Casa Blanca o Perdidos con esta clase de mediocridades, las cuales cada vez abundan más en el universo hollywoodiense, cada día estoy más convencido de que la televisión norteamericana paga mucho más a sus escritores que el cine.
Ya han pasado los Oscar y hemos disfrutado con las impresionantes realizaciones de Clint Eastwood o David Fincher. ¿Significa esto que volverá a pasar lo de 2008? ¿Tendremos un resto de "annus horribilis" cinematográficamente hablando? Me gustaría pensar que no, pero tras ver The Code, Watchmen o Push prefiero no hacerme demasiadas esperanzas.
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