El genial director Tony Scott (hermano de Ridley) dirigió en 1991 la que podría ser la mejor película de la historia con un antihéroe como protagonista. Hablamos, evidentemente, de El último boy scout, un filme que huye de lo políticamente correcto para llamar a cada cosa por su nombre, algo de lo que desgraciadamente adolecemos hoy en día.
Mediante un estupendo y cuidado guión (el mejor pagado de la historia hasta que Joe Ezsterhas escribió el de Instinto básico) la acción se desarrolla a ritmo de video-clip, con una estética perfecta, acción a raudales y un sentido del humor sarcástico, inteligente y brillante.
Los personajes están perfectamente trabajados, dejando cada uno su impronta personal en la historia. Es aquí donde hablaremos de su protagonista, un Bruce Willis que, decididamente, nació para interpretar este papel, el cual podríamos definir como su John McClane de Jungla de cristal, pero a lo bestia: totalmente desencantado de la vida, alguien a quien no le importa lo más mínimo su integridad física o su futuro, fracasado en el ámbito personal y familiar, pero que en lo más profundo de su ser tiene un sentido del deber moral que le obligará a hacer todo lo necesario por que triunfe el bien, o lo que es lo mismo, una auténtica tesis doctoral de lo que deben ser los arquetipos del antihéroe por excelencia.
Scott no quiere descuidar el humor. Si el protagonista es el más chulo, el más duro y el más sarcástico, ¿qué mejor que ponerle un contrapunto para así desarrollar un argumento tipo buddy movie? El cómico Damon Wayans (Más pelas) fue el encargado de desarrollar esta función de partenaire de Willis y lo cierto es que el dúo funcionó a la perfección en la gran pantalla.
Pero no habría heroismo de ningún tipo si los villanos no tuvieran el suficiente calado. Hablamos de tipos a quienes no les importa en absoluto llegar a cometer una masacre en favor del buen funcionamiento de sus negocios. Noble Willingham (Walker Texas Ranger) y Taylor Negron (Verano de corrupción) cumplieron perfectamente con sus malvados roles, dando así a la producción un carácter de seriedad que de otro modo no habría conseguido.
Ya para terminar con los actores y como curiosidad, comentar la aparición de dos rostros muy conocidos por razones bien distintas: la exhuberante Halle Berry, en una de sus primeras apariciones en cine y Bruce McGill, el sempiterno compañero de McGyver.
Así pues tenemos una formidable historia de cine negro, cuya trama no descuida en ningún momento la intriga y el suspense, perfectamente interpretada, excelentemente coreografiada, con una impecable factura visual tanto en efectos como en fotografía, que parece mejorar con el paso de los años, convirtiéndose así, por derecho propio, en una de las mejores películas de acción de la historia del cine.
Mediante un estupendo y cuidado guión (el mejor pagado de la historia hasta que Joe Ezsterhas escribió el de Instinto básico) la acción se desarrolla a ritmo de video-clip, con una estética perfecta, acción a raudales y un sentido del humor sarcástico, inteligente y brillante.
Los personajes están perfectamente trabajados, dejando cada uno su impronta personal en la historia. Es aquí donde hablaremos de su protagonista, un Bruce Willis que, decididamente, nació para interpretar este papel, el cual podríamos definir como su John McClane de Jungla de cristal, pero a lo bestia: totalmente desencantado de la vida, alguien a quien no le importa lo más mínimo su integridad física o su futuro, fracasado en el ámbito personal y familiar, pero que en lo más profundo de su ser tiene un sentido del deber moral que le obligará a hacer todo lo necesario por que triunfe el bien, o lo que es lo mismo, una auténtica tesis doctoral de lo que deben ser los arquetipos del antihéroe por excelencia.
Scott no quiere descuidar el humor. Si el protagonista es el más chulo, el más duro y el más sarcástico, ¿qué mejor que ponerle un contrapunto para así desarrollar un argumento tipo buddy movie? El cómico Damon Wayans (Más pelas) fue el encargado de desarrollar esta función de partenaire de Willis y lo cierto es que el dúo funcionó a la perfección en la gran pantalla.
Pero no habría heroismo de ningún tipo si los villanos no tuvieran el suficiente calado. Hablamos de tipos a quienes no les importa en absoluto llegar a cometer una masacre en favor del buen funcionamiento de sus negocios. Noble Willingham (Walker Texas Ranger) y Taylor Negron (Verano de corrupción) cumplieron perfectamente con sus malvados roles, dando así a la producción un carácter de seriedad que de otro modo no habría conseguido.
Ya para terminar con los actores y como curiosidad, comentar la aparición de dos rostros muy conocidos por razones bien distintas: la exhuberante Halle Berry, en una de sus primeras apariciones en cine y Bruce McGill, el sempiterno compañero de McGyver.
Así pues tenemos una formidable historia de cine negro, cuya trama no descuida en ningún momento la intriga y el suspense, perfectamente interpretada, excelentemente coreografiada, con una impecable factura visual tanto en efectos como en fotografía, que parece mejorar con el paso de los años, convirtiéndose así, por derecho propio, en una de las mejores películas de acción de la historia del cine.
No sé si la consideraría de las mejores pelis de acción de la historia, pero es muy buena, eso sin duda. Me encanta el personaje que interpreta Bruce, le viene como anillo al dedo. Y tiene varias frases que son geniales, incluso fuera de la acción de la película.
ResponderEliminarSaludos!
Entiendo que en esto del cine soy muy mío, tal vez demasiado, pero es que tengo con esta película algo especial. De hecho, estoy convencido de que es la película que más veces he visto nunca.
ResponderEliminarYa sabes,Déägol, cada uno con sus gustos. Un abrazo.