En 1995 John McTiernan retomó la saga Jungla de Cristal con esta tercera parte la cual, a modo de introducción, podríamos decir que es mejor que la segunda, pero inferior a la original.
El filme trata de salirse un poco de las dos partes anteriores. Primero fue un edificio, después un aeropuerto... Elegir un nuevo espacio cerrado parecía repetitivo, así que se decidió que la acción transcurriese en la ciudad de Nueva York y en otra época que no fuese Navidad.
Pero no es el único cambio. Esta tercera parte se podría considerar una "buddy movie" ya que Bruce Willis no estará solo, al contar con la ayuda de un divertidísimo Samuel L. Jackson, que conferirá al filme un mayor toque cómico que en los anteriores. En concreto, las reacciones de éste ante las animaladas que irá cometiendo sucesivamente John McClane, no tienen precio.
Una de las señas de identidad de esta serie ha sido la magnífica elección que se ha hecho de los villanos (exceptuando, evidentemente, la cuarta parte). Aquí le tocó al insigne Jeremy Irons, que interpretó de forma sublime al malvado hermano de Hans Gruber (Alan Rickman en el filme original) que clama venganza, aunque en realidad, oculta un sofisticado e inteligente plan para obtener sus fines verdaderos.
El trabajo de los tres intérpretes es sublime. Bruce Willis sigue haciendo las delicias del espectador con su rol de antihéroe macarra y chulesco, siempre capaz de conseguir el más difícil todavía. Irons se convierte en un villano de altura, uno de esos tipos capaces de aplastar a uno sólo por mirarlos mal y Jackson pone el contrapunto cómico, de forma que la interacción entre los tres funciona a las mil maravillas.
Además, la vuelta tras las cámaras de McTiernan aumenta la calidad del filme en aspectos como la trepidante agilidad narrativa de la trama, la altísima calidad técnica de las numerosas y espectaculares secuencias de acción y la magnífica dirección de actores.
Poco más podemos decir de esta auténtica joya, cuyo ritmo frenético, trasfondo cómico y perfecta puesta en escena harán las delicias de todo aquel que la vea. Tuvo tanto éxito que rápidamente surgieron rumores de una cuarta, la cual se haría de rogar, ya que sería estrenada doce años después.
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