Renny Harlin (Máximo Riesgo, Deep Blue Sea) fue el encargado de dirigir, en 1990, la continuación de la mítica Jungla de cristal. La empresa era harto difícil, no en vano el filme original marcó una época. Además, el no contar con la estilizada mano de McTiernan para esta segunda parte despertó no pocos recelos entre el público. Afortundamente, el finlandés Harlin resolvió con bastante solvencia el que iba a ser el mejor largometraje de su carrera.
Como toda secuela que se precie, mantiene una serie de conceptos del filme original: un espacio cerrado, una trama que abarque sólo unas horas, acción a raudales, un gran repertorio de frases mordaces e irónicas para el protagonista y, cómo no, otra Navidad con los McClane.
Inicialmente la película se iba a desarrollar en un barco, pero como Andrew Davis y Steven Seagal se adelantaron con la exitosa Alerta Máxima, se hubo de modificar el relato, encargado al mismo guionista de la primera parte, Steven E. de Souza, que adaptó a tal efecto el argumento de la novela 58 minutes de Walter Wager.
En muchos aspectos la película se ríe de sí misma, ya que en ocasiones parece una versión cómica del filme anterior. Al menos así se lo toma Bruce Willis ante lo improbable de que siempre haya terroristas fastidiándole las Navidades. Nuestro héroe vuelve a estar brillante e intrépido, demostrando una vez más que el cine de acción le venía como anillo al dedo.
Los villanos vuelven a ser de categoría: William Sadler (Cadena perpetua) y Franco Nero (Fuerza 10 de Navarone) representan perfectamente sus malvados roles intentando llevar a cabo un cuidado y meticuloso plan en el que nada es lo que parece (otra constante de la saga Jungla de cristal). Hay otros secundarios conocidos como Bonnie Bedelia, Reginald VelJohnson y William Atherton, que repiten sus papeles de la primera parte, además de nuevos rostros como el siempre solvente John Amos (El príncipe de Zamunda) o el mini-papel que tiene Robert Patrick (Terminator 2).
Pero si hubiera que destacar a alguno de ellos, sería sin duda a Dennis Franz (Policías de Nueva York) como jefe de seguridad del aeropuerto donde tienen lugar los hechos y auténtico dolor de cabeza para el bueno de McClane. De hecho, algunos de los diálogos entre ambos resultan tan eficaces como divertidos, despertando en varias ocasiones la sonrisa del espectador.
Si bien todos volvimos a disfrutar con Bruce Willis volviendo a encarnar al duro y sarcástico John McClane, La jungla 2 es de inferior calidad a la uno. Tiene una serie de virtudes que la hacen destacar, como los efectos especiales que vuelven a ser de altura, lo bien conseguido que está el desarrollo en forma de thriller o los inesperados giros de guión que ayudan a hacer adictiva la trama. Sin embargo, ni la puesta en escena de Harlin, aunque cuidada, llega a la altura de la de McTiernan ni el guión alcanza la excelencia del primero.
Aún así recaudó más dinero, asegurando una tercera parte que, para regocijo general, sería retomada por el maestro McTiernan.
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