miércoles, 13 de agosto de 2008

WALL·E

Valoración: Notable

Los chicos de los estudios Pixar demuestran, una vez más, que su imaginación no tiene parangón en lo que al género de animación se refiere. Un robot, un planeta desierto por la acumulación de basura, una historia que poco a poco va a más para, al final, desarrollar un largometraje que sólo puede calificarse con una palabra: brillante.

Andrew Stanton es responsable directo de esta película ya que desarrolla las funciones de guionista y director, facetas que ya repitió en la hilarante "Bichos" y en la magnífica "Buscando a Nemo" (esta última posiblemente sea, después de "Los increíbles", la mejor película de estos estudios). Y es que el señor Stanton parece tener una habilidad especial para hacer reír, con la misma historia, a públicos de todas las edades, con lo que tiene el éxito asegurado ante cualquier proyecto.

Como siempre los detalles están cuidados con mimo en esta historia a la vez tierna, entretenida y con una profundidad importante, ya que en su argumento subyacen ciertos problemas de la vida real. Uno, muy evidente, es el peligro cada vez mayor que corre nuestro planeta debido al mal uso que se está haciendo de él (supongo que no hace falta que entre en detalles acerca de un asunto sobre el que cada vez estamos más concienciados). Sin embargo, también ahonda en cosas como la soledad humana o la obesidad infantil, aunque nunca perdiendo de vista su inteligente sentido del humor.

Así tenemos a nuestro protagonista, que recuerda a "Terminator" en dos aspectos fundamentales: Su escasa capacidad para el diálogo y su humanidad (recordad que Schwarzennegger por fin entendió por qué lloramos). Este simpático robot (físicamente muy parecido a Johnny Nº5) empieza como recogedor de basuras en un desolado planeta Tierra (lo que evoca importantes reminiscencias a las películas de los 80 relacionadas con la devastación nuclear) y termina convirtiéndose en la gran esperanza de la raza humana, ya que el hombre parece haber olvidado lo que es realmente importante en la vida al estar viviendo una completa época de decadencia en la que sólo ansía el bienestar y la tranquilidad.

La importancia de los gestos en el relato es clave. Actos tan simples como el contacto entre dos manos pueden cambiar el mundo, lo que indica que en esta vida muchas veces perdemos el norte acerca de lo que realmente hay que salvar.

Así pues, una buena película con un intenso trasfondo social y ecológico, que no sólo nos hará reír sino que también nos obligará a pensar. Por supuesto tenemos el sempiterno corto inicial (realmente fantástico) así que, mejor no lleguéis tarde a la sala de cine.

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