Dentro de la línea decepcionante de los últimos estrenos (Hancock, Expediente X) llega a la gran pantalla "La tumba del emperador Dragón", tercera parte de la saga de "La momia" totalmente innecesaria para el público pero muy beneficiosa para Stephen Sommers, que a buen seguro recibe una importante inyección económica con la misma. Ahora bien, si yo fuese juez y George Lucas decidiese demandar al mencionado productor, Sommers quedaría en la más absoluta ruina pues su cantidad de referencias (mejor dicho, plagios de mal gusto) a las películas del mítico y carismático Indiana Jones llega a ser bochornosa.
El film es un auténtico despropósito: por un lado la imponente Rachel Weisz es sustituida por una Maria Bello que en ningún momento logra coger el aire a su papel; por otro resulta patético y un tanto penoso comprobar que si bien el hijo del matrimonio protagonista se ha convertido ya en hombre (en la segunda parte era un niño) los O'Connell parecen haber descubierto la fuente de la juventud, pues los supuestos más de veinte años entre la primera historia y este esperpento no les han pasado factura alguna. Pero sin duda, lo peor de todo es su paupérrimo guión, que ofrece una eterna retahíla de insufribles comentarios supuestamente humorísticos, de lo más trillados, repetitivos y con total carencia de imaginación.
Los efectos especiales están bien, aunque nunca se puede decir que lleguen a ser espectaculares. Aquí el largometraje pierde una gran oportunidad con Jet Li: Vamos a ver, ¿a quién se le ocurre contratar a un maestro de las artes marciales para que no de un buen puñetazo durante todo el metraje? Lo que nos lleva a otra muestra de carestía en esta producción, el poco talento a la hora de coreografiar secuencias de acción, tratando de ser disimulado por planos demasiado cercanos, mareantes y que no permiten visualizar correctamente la escena.
El argumento es una mala copia de la que fue excelente segunda parte, sólo que en versión fantasmagórica china, perdiendo por completo el empaque que ofrecía el Rey Escorpión, su ejército y su maldición de proporciones bíblicas.
En resumidas cuentas, para comprobar que Brendan Fraser vuelve a ser George de la Jungla y que Hollywood cada vez carece más de buenas ideas, mejor volved a ver "The mummy returns" y tratad de olvidar que este producto tosco y vacío ha llegado a ver la luz en una sala de cine.
El film es un auténtico despropósito: por un lado la imponente Rachel Weisz es sustituida por una Maria Bello que en ningún momento logra coger el aire a su papel; por otro resulta patético y un tanto penoso comprobar que si bien el hijo del matrimonio protagonista se ha convertido ya en hombre (en la segunda parte era un niño) los O'Connell parecen haber descubierto la fuente de la juventud, pues los supuestos más de veinte años entre la primera historia y este esperpento no les han pasado factura alguna. Pero sin duda, lo peor de todo es su paupérrimo guión, que ofrece una eterna retahíla de insufribles comentarios supuestamente humorísticos, de lo más trillados, repetitivos y con total carencia de imaginación.
Los efectos especiales están bien, aunque nunca se puede decir que lleguen a ser espectaculares. Aquí el largometraje pierde una gran oportunidad con Jet Li: Vamos a ver, ¿a quién se le ocurre contratar a un maestro de las artes marciales para que no de un buen puñetazo durante todo el metraje? Lo que nos lleva a otra muestra de carestía en esta producción, el poco talento a la hora de coreografiar secuencias de acción, tratando de ser disimulado por planos demasiado cercanos, mareantes y que no permiten visualizar correctamente la escena.
El argumento es una mala copia de la que fue excelente segunda parte, sólo que en versión fantasmagórica china, perdiendo por completo el empaque que ofrecía el Rey Escorpión, su ejército y su maldición de proporciones bíblicas.
En resumidas cuentas, para comprobar que Brendan Fraser vuelve a ser George de la Jungla y que Hollywood cada vez carece más de buenas ideas, mejor volved a ver "The mummy returns" y tratad de olvidar que este producto tosco y vacío ha llegado a ver la luz en una sala de cine.
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