sábado, 30 de agosto de 2008

Hellboy II: El ejército dorado (The Golden Army)

Valoración: Mala

Es curioso lo de Guillermo del Toro: realizó por obligación "Blade II" para así poder llevar al cine a su superhéroe favorito, Hellboy, pero resulta que la película protagonizada por Snipes es muchísimo mejor que cualquiera de las de este diablillo rojo que empieza a cansar.

Es inconcebible que alguien con la imaginación suficiente para filmar "El laberinto del Fauno" y la calidad para crear una película de la magnitud de "El orfanato", presente esta "Hellboy 2" caracterizada por un montón de clichés totalmente manidos, llegando a una cursilería tal que incluso ha habido personas que se han salido de la sala por lo insoportable de la historia (prometo que es verídico).

El film empieza con un cuento que da pie a la película, el cual parece una de las creaciones de J.R.R. Tolkien. Continúa con una sucesión de escenas calcada de "Men in Black" y sigue con un argumento copiado casi descaradamente de cualquiera de las películas de "La momia", a saber, un personaje antiquísimo quiere resucitar a un gran ejército para devastar la tierra. Resulta que el personaje en cuestión, Luke Goss (que fue el villano de la antes mencionada segunda parte de Blade) es con diferencia lo mejor de la película, pues se lleva el protagonismo de toda la pantalla en la absoluta totalidad de sus apariciones. Ahora bien, no es algo muy difícil si tenemos en cuenta el patetismo en que el guión hace caer a Ron Perlman y su Hellboy, quedando muy lejos de lo conseguido en la película original (y no es que ésta fuera como para lanzar las campanas al vuelo).

La acción se ve reducida en grado sumo, los chistes, salvo escasísimas excepciones, no tienen gracia, los efectos especiales son correctos, pero sin alardes y las interpretaciones bastante forzadas y poco creíbles, con lo que nos queda una película muy aburrida, previsible, reiterativa y excesivamente ñoña, que llega a hacerse insoportable.

Para terminar, alguien debería decirle al señor del Toro que por muy amigo que sea del ya cansino Santiago Segura, no tiene por qué sacarlo en todas sus películas. Una vez hace gracia, dos tal vez pero llega un momento en que deja de sorprender y, evidentemente comienza a hartar. Como digo, una película soporífera, mortal de necesidad en un verano como éste: caluroso y con un exceso de mal cine.

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