Es una pena que en los países de habla no inglesa se haya cometido la torpeza de emitir Grindhouse en dos veces. Para quien no lo sepa, los grindhouses eran unos cines que, a partir de los años sesenta, exhibían en Estados Unidos películas de terror de bajo presupuesto pensadas para el público adolescente, es decir: sexo, sangre y monstruos por doquier. Y una de sus particularidades era la de las sesiones dobles, de ahí que en nuestro país se haya perdido este espíritu al partir Grindhouse en dos películas.
Por ello, aquí nos ocuparemos solamente de Death Proof. Esta segunda parte está dirigida por el maestro Quentin Tarantino, que si bien queda muy lejos de las altas cotas alcanzadas por la magistral Pulp Fiction, sí deja entrever su talento como cineasta en pequeños detalles: inteligentes y divertidos diálogos, virtuosismo con la cámara emitiendo planos de todo tipo (en especial su obsesión por retratar los pies de la gente), detallitos made in Tarantino como una marca de tabaco propia, secuencias de acción bastante bien conseguidas y varias sorpresas insertadas sabiamene para regocijo del espectador.
Tarantino nos ofrece un homenaje doble: por un lado hacia las road movies antiguas de terror y, por otro, a los antiguos especialistas de cine, aquellos que se jugaban la vida al estrellar coches de verdad en lugar de los trucos actuales generados por ordenador.
Las referencias musicales y cinematográficas son constantes. La banda sonora posee temas como The last race de Jack Nietzsche, Jeepster de T. Rex o Hold Tight de los británicos Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick & Tich. Las referencias cinéfilas nos llegan tanto por las reminiscencias del cine de Roger Corman, como por las diversas citas de diferentes films que incluye el guión, así como la aparición de carátulas de cierta película de Ralph Nelson de 1970 (Soldado azul).
Siguiendo con las referencias, los fans de Tarantino disfrutarán al recordar el diálogo inicial de Reservoir dogs, la conversación de los masajes en los pies de Pulp Fiction o la melodía de Kill Bill. Quentin Tarantino es un genio detallista y se agradece.
Otra de las características de su cine suele ser recuperar a alguna antigua estrella cuya carrera se encuentre en declive. En esta ocasión lo ha hecho con Kurt Russell, magnífico en su rol de psicópata. Russell encabeza un reparto coral con nombres conocidos como Rosario Dawson (Siete almas), Vanessa Ferlito (24), Sydney Tamiia Poitier (hija del celbérrimo bahameño Sidney Poitier) o Mary Elizabeth Winstead (la hija de Bruce Willis en La jungla 4.0).
Death Proof no es una obra maestra, ni mucho menos, pero es Tarantino en estado puro: originales y particulares diálogos, humor negro en clave de violencia, estilo postmoderno y referencial, chicas de infarto, puesta en escena sublime, ambientación perfecta y detallada... A buen seguro, sus seguidores gozarán de lo lindo.
Por ello, aquí nos ocuparemos solamente de Death Proof. Esta segunda parte está dirigida por el maestro Quentin Tarantino, que si bien queda muy lejos de las altas cotas alcanzadas por la magistral Pulp Fiction, sí deja entrever su talento como cineasta en pequeños detalles: inteligentes y divertidos diálogos, virtuosismo con la cámara emitiendo planos de todo tipo (en especial su obsesión por retratar los pies de la gente), detallitos made in Tarantino como una marca de tabaco propia, secuencias de acción bastante bien conseguidas y varias sorpresas insertadas sabiamene para regocijo del espectador.
Tarantino nos ofrece un homenaje doble: por un lado hacia las road movies antiguas de terror y, por otro, a los antiguos especialistas de cine, aquellos que se jugaban la vida al estrellar coches de verdad en lugar de los trucos actuales generados por ordenador.
Las referencias musicales y cinematográficas son constantes. La banda sonora posee temas como The last race de Jack Nietzsche, Jeepster de T. Rex o Hold Tight de los británicos Dave Dee, Dozy, Beaky, Mick & Tich. Las referencias cinéfilas nos llegan tanto por las reminiscencias del cine de Roger Corman, como por las diversas citas de diferentes films que incluye el guión, así como la aparición de carátulas de cierta película de Ralph Nelson de 1970 (Soldado azul).
Siguiendo con las referencias, los fans de Tarantino disfrutarán al recordar el diálogo inicial de Reservoir dogs, la conversación de los masajes en los pies de Pulp Fiction o la melodía de Kill Bill. Quentin Tarantino es un genio detallista y se agradece.
Otra de las características de su cine suele ser recuperar a alguna antigua estrella cuya carrera se encuentre en declive. En esta ocasión lo ha hecho con Kurt Russell, magnífico en su rol de psicópata. Russell encabeza un reparto coral con nombres conocidos como Rosario Dawson (Siete almas), Vanessa Ferlito (24), Sydney Tamiia Poitier (hija del celbérrimo bahameño Sidney Poitier) o Mary Elizabeth Winstead (la hija de Bruce Willis en La jungla 4.0).
Death Proof no es una obra maestra, ni mucho menos, pero es Tarantino en estado puro: originales y particulares diálogos, humor negro en clave de violencia, estilo postmoderno y referencial, chicas de infarto, puesta en escena sublime, ambientación perfecta y detallada... A buen seguro, sus seguidores gozarán de lo lindo.
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