Valoración:
En una ocasión, Matt Zoller Seitz del New York Times dijo que un homenaje sin innovación no es homenaje, sino karaoke. Pues bien, Michael Haneke se pasa al mundo del karaoke con el remake de Funny Games, que no es más que una vulgar y descarada copia del insoportable film, del mismo título, que realizó en 1997.El argumento es idéntico: dos psicópatas siembran el terror en un tranquilo valle residencial, donde la gente suele pasar las vacaciones jugando al golf, montando barbacoas o practicando la vela. Pero es que la casa parece la misma, los planos son iguales, la tomadura de pelo exacta... Vamos, una vergüenza.
Analizando la película como tal, para los que no conzcan la primera versión, diré que la palabra que mejor la califica es insufrible. ¿Cómo un thriller puede llegar a ser tan soporífero? Porque cuenta con irritantes secuencias que superan los diez minutos de metraje en las que no pasa absolutamente nada. Y en las que ocurre algo, Haneke directamente se limita a jugar con el espectador, tratando tramposamente de hacerle partícipe de la trama, aunque realmente su único intento es el de provocarnos, lisa y llanamente.
Para colmo de males, ni siquiera es original. Una de sus supuestas innovaciones (una secuencia con un mando a distancia, explicada en la zona spoiler) ya fue vista en La loca historia de las Galaxias. Sí, aquella película de Mel Brooks, ¡de 1987!, casi nada, diez años antes que la primera Funny Games. Y hablamos de una película en la línea de cosas como Top Secret o Agárralo como puedas. ¿Este thriller va de eso? Creo que no. También tenemos la cantidad de referencias sacadas de la La naranja mecánica. Vamos, que ni nuevo, ni novedoso, ni transgresor, ni nada de nada. Un auténtico fraude.
Sólo hay dos cosas que se salvan de la película: las interpretaciones de Naomi Watts y Tim Roth. Ella está soberbia, perfectamente integrada en el relato (no en vano es productora) demostrando grandes dotes para encarnar a víctimas de un sufrimiento brutal. Él también cumple satisfactoriamente, cosa que no pueden decir los patéticos Michael Pitt (a pesar del parecido físico y la coincidencia de apellido no es hermano de Brad Pitt) y Brady Corbet, con simplonas y cargantes actuaciones, carentes de todo rasgo de calidad.
Sinceramente, comprobar que a un director de cine le pagan dinero por insultar al público y que encima lo haga dos veces, lo veo motivo más que suficiente como para que nadie le sufrague los gastos de una película nunca jamás. Pero como la moda es afirmar que lo nuevo es bueno (una tontería como una catedral), seguramente volveremos a padecerlo.
ZONA SPOILER (no leer si no se ha visto la película):
Resumiré brevemente la secuencia del mando a distancia: uno de los villanos (Corbet) recibe un tiro en el pecho; a Michael Pitt no le gusta quedarse sin su compañero de juegos así que saca un mando a distancia, rebobina la cinta y la acción vuelve a comenzar, sólo que en esta ocasión Corbet no muere. ¿No es patético? Ya lo creo.
Pero todavía es peor analizar la situación antes de que Pitt y Corbett comiencen a torturar a Naomi Watts y Tim Roth. Vamos a ver: Tim Roth aparece como un hombre hecho y derecho, mientras que los villanos son dos críos. La pregunta es, ¿por qué Tim Roth no les parte la cara y los echa a patadas de su casa, en lugar de quedarse quieto mientras destrozan a toda su familia?
¡Qué pena das, Haneke!
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