Tras el desastre que llevó a cabo Mike Newell en Harry Potter y el cáliz de fuego, los responsables de la saga decidieron colocar como nuevo director a un desconocido: David Yates. Supongo que pensaron que difícilmente lo haría peor que Newell y, al menos en eso, acertaron.
El principal problema de esta quinta parte es lo absurdo de la trama. Podría decirse que director y guionista han necesitado dos horas de metraje para lo que denominaremos como un anexo del filme anterior, resumido de la siguiente manera: el ministerio de magia cree que Harry Potter ha mentido al relatar lo sucedido en los últimos minutos de la cuarta película y esto no puede quedar así.
Entonces, ¿en qué emplea David Yates estas dos horas? Dejadme pensar: importantes fallos de guión (aspectos de la trama inacabados que no comentaré para no incurrir en spoiler), desaprovechamiento insultante de intérpretes de primer orden como Ralph Fiennes, Jason Isaacs, Emma Thompson, Helena Bonham Carter, Alan Rickman o Gary Oldman, un excesivo protagonismo del que podría ser el personaje más repelente de toda la saga, encarnado por una actriz de segunda como Imelda Staunton, que cae en el típico error de la sobreactuación, amoríos adolescentes mal contados y con muy poco sentido y, para terminar, la poca relevancia que en la historia tienen Emma Watson y Rupert Grint, apareciendo más como meras comparsas que como íntimos amigos del protagonista.
Para ser justos, no todo es culpa de Yates, ya que ha tenido que adaptar uno de los peores libros de J.K. Rowling a partir de un mediocre guión de Michael Goldenberg (responsable del libreto de la patética Contact, casi nada). Vamos, que habría necesitado toda la magia de Howarts y algo más para conseguir filmar una buena película. Al menos habrá que reconocerle su calidad visual, con muy buenos efectos especiales y el tramo final del filme, en el que por fin se aborda la trama principal. Aunque, sinceramente, me parece una soberana tomadura de pelo la poca relevancia que tiene, en el cómputo total de la película, la que iba a ser gran batalla entre los magos seguidores de Dumbledor y los acólitos de Voldemort.
La serie de Harry Potter va cuesta abajo y sin frenos y, a tenor de las informaciones que manejo (David Yates dirigirá un total de cuatro filmes) va a ser difícil que alguien frene la caída.
El principal problema de esta quinta parte es lo absurdo de la trama. Podría decirse que director y guionista han necesitado dos horas de metraje para lo que denominaremos como un anexo del filme anterior, resumido de la siguiente manera: el ministerio de magia cree que Harry Potter ha mentido al relatar lo sucedido en los últimos minutos de la cuarta película y esto no puede quedar así.
Entonces, ¿en qué emplea David Yates estas dos horas? Dejadme pensar: importantes fallos de guión (aspectos de la trama inacabados que no comentaré para no incurrir en spoiler), desaprovechamiento insultante de intérpretes de primer orden como Ralph Fiennes, Jason Isaacs, Emma Thompson, Helena Bonham Carter, Alan Rickman o Gary Oldman, un excesivo protagonismo del que podría ser el personaje más repelente de toda la saga, encarnado por una actriz de segunda como Imelda Staunton, que cae en el típico error de la sobreactuación, amoríos adolescentes mal contados y con muy poco sentido y, para terminar, la poca relevancia que en la historia tienen Emma Watson y Rupert Grint, apareciendo más como meras comparsas que como íntimos amigos del protagonista.
Para ser justos, no todo es culpa de Yates, ya que ha tenido que adaptar uno de los peores libros de J.K. Rowling a partir de un mediocre guión de Michael Goldenberg (responsable del libreto de la patética Contact, casi nada). Vamos, que habría necesitado toda la magia de Howarts y algo más para conseguir filmar una buena película. Al menos habrá que reconocerle su calidad visual, con muy buenos efectos especiales y el tramo final del filme, en el que por fin se aborda la trama principal. Aunque, sinceramente, me parece una soberana tomadura de pelo la poca relevancia que tiene, en el cómputo total de la película, la que iba a ser gran batalla entre los magos seguidores de Dumbledor y los acólitos de Voldemort.
La serie de Harry Potter va cuesta abajo y sin frenos y, a tenor de las informaciones que manejo (David Yates dirigirá un total de cuatro filmes) va a ser difícil que alguien frene la caída.
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