En 2002, Chris Columbus logró superarse a sí mismo con Harry Potter y la cámara secreta, adaptación de la segunda novela de J.K. Rowling sobre las aventuras del famoso niño mago.
Como toda segunda parte que se precie, el guión puede dedicarse por amplio espacio de tiempo a la aventura y a la profundización de los caracteres más importantes, ya que la presentación de personajes, escenarios e historia fue llevada a cabo en su momento en el filme original.
Potter experimenta cómo la magia va creciendo en él, pero empiezan a surgirle dudas, devenidas de la interacción entre el bien y el mal. Como si del mismísimo Luke Skywalker se tratara, el argumento juega de forma bastante aceptable con el miedo que tiene el protagonista a abandonar la luz para pasarse al bando de las tinieblas. Deberá confiar en sus amigos y aliados, pero ¿cómo saber quién lo es en un mundo lleno de hechizos? Este tipo de preguntas y, sobre todo, el temor a descubrir las verdades ocultas, harán que el relato funcione de maravilla, en una nueva aventura con pequeñas reminiscencias a Indiana Jones y, como he mencionado anteriormente, a Star Wars.
El elenco vuelve a ser de lujo. Al reparto de la producción original se unen intérpretes del carisma de Jason Isaacs (actor que siempre borda los papeles de malo) o Kenneth Branagh, en uno de los roles más alocados y estridentes de su ya de por sí peculiar carrera.
Sería la última contribución de Columbus a la saga y, además, la última aparición de Richard Harris en la gran pantalla, pues fallecería el veinticinco de octubre de ese mismo año.
Como toda segunda parte que se precie, el guión puede dedicarse por amplio espacio de tiempo a la aventura y a la profundización de los caracteres más importantes, ya que la presentación de personajes, escenarios e historia fue llevada a cabo en su momento en el filme original.
Potter experimenta cómo la magia va creciendo en él, pero empiezan a surgirle dudas, devenidas de la interacción entre el bien y el mal. Como si del mismísimo Luke Skywalker se tratara, el argumento juega de forma bastante aceptable con el miedo que tiene el protagonista a abandonar la luz para pasarse al bando de las tinieblas. Deberá confiar en sus amigos y aliados, pero ¿cómo saber quién lo es en un mundo lleno de hechizos? Este tipo de preguntas y, sobre todo, el temor a descubrir las verdades ocultas, harán que el relato funcione de maravilla, en una nueva aventura con pequeñas reminiscencias a Indiana Jones y, como he mencionado anteriormente, a Star Wars.
El elenco vuelve a ser de lujo. Al reparto de la producción original se unen intérpretes del carisma de Jason Isaacs (actor que siempre borda los papeles de malo) o Kenneth Branagh, en uno de los roles más alocados y estridentes de su ya de por sí peculiar carrera.
Sería la última contribución de Columbus a la saga y, además, la última aparición de Richard Harris en la gran pantalla, pues fallecería el veinticinco de octubre de ese mismo año.
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