Ante la avalancha de películas mediocres, como viene siendo habitual en los últimos veranos, esperaba con gran interés lo último de Michael Mann, pensando que el realizador de filmes tan magníficos como El dilema o Heat nos sacaría de este hastío estival. Lo que menos podía imaginar es que la principal carencia de este relato estuviera precisamente ahí, en el poco interés que suscita, ya que Mann nos ofrece una historia muy plana, con personajes sin profundidad y un guión de lo más convencional.
Mann ha decidido obviar el argumento en detrimento de la creación de belleza formal. Así las cosas, la película puede presumir de ambientación, calidad visual, vestuarios, decorados y puesta en escena en general, demostrando que en ese sentido es un experto. Pero por mucha habilidad que Mann demuestre en las facetas técnicas, la película, salgo algún que otro chispazo brillante, es soberanamente aburrida y eso no hay quien lo salve.
El elenco con el que Mann ha contado para esta producción es de altura, pero ni el gran Johnny Depp, ni el solvente Christian Bale ni la oscarizada Marion Cotillard pueden hacer gran cosa, por culpa del maltrato del guión hacia sus caracteres. La película podría haber sido de lo más entretenida si Michael Mann lo hubiera narrado como un western clásico, es decir, un popular atracador de bancos buscado por un famoso sheriff como trama principal y no como mera excusa de fondo para llevar a cabo la filmación. Ahí sí habrían brillado Depp y Bale. Pero observar cómo en plena recesión de los años 30, un gángster que roba y mata para pegarse la gran vida es aclamado por el populacho, no me termina de convencer como argumento válido para semejante producción.
Mann ha decidido obviar el argumento en detrimento de la creación de belleza formal. Así las cosas, la película puede presumir de ambientación, calidad visual, vestuarios, decorados y puesta en escena en general, demostrando que en ese sentido es un experto. Pero por mucha habilidad que Mann demuestre en las facetas técnicas, la película, salgo algún que otro chispazo brillante, es soberanamente aburrida y eso no hay quien lo salve.
El elenco con el que Mann ha contado para esta producción es de altura, pero ni el gran Johnny Depp, ni el solvente Christian Bale ni la oscarizada Marion Cotillard pueden hacer gran cosa, por culpa del maltrato del guión hacia sus caracteres. La película podría haber sido de lo más entretenida si Michael Mann lo hubiera narrado como un western clásico, es decir, un popular atracador de bancos buscado por un famoso sheriff como trama principal y no como mera excusa de fondo para llevar a cabo la filmación. Ahí sí habrían brillado Depp y Bale. Pero observar cómo en plena recesión de los años 30, un gángster que roba y mata para pegarse la gran vida es aclamado por el populacho, no me termina de convencer como argumento válido para semejante producción.
No comparto ni comprendo la pasión que en algunos lugares veo hacia Johnny Depp, es decir, no me parece mal actor pero lo he visto muchas veces hacer lo mismo y a veces siento que ni siquiera se esfuerza, no sé... en mi bitácora de recuerdos cinematográficos pasa sin pena ni gloria.
ResponderEliminar