jueves, 29 de julio de 2010

El circo de los extraños


Valoración: Pasable

Tras las últimas aventuras juveniles adaptadas al cine, como Crepúsculo, Harry Potter o Percy Jackson y el ladrón del rayo, uno tiene cierto temor ante la posibilidad de ver una película de corte similar como El circo de los extraños, basada en la obra de Darren Shan (nótese que el protagonista de la historia tiene el mismo nombre). ¿Qué tiene en común con las tres mencionadas, aparte del carácter juvenil? Con Harry Potter y Percy Jackson el género fantástico y con Crepúsculo, el de vampiros. Afortunadamente El circo de los extraños, si bien me parece un film desaprovechado en ciertos aspectos que ahora valoraré, me dio una sensación de mayor calidad que Percy Jackson, las últimas del mago Potter o cualquiera de las insoportables historias de amor protagonizadas por Bella y Edward.

El director es Paul Weitz, realizador de Un niño grande y American Pie quien, casualmente, es hermano del responsable de Luna nueva, Christ Weitz (¡qué cosas!). La película nos narra la introducción de dos jóvenes en un universo vampírico en el que hay dos vertientes: unos se alimentan de seres humanos sin acabar con sus vidas (vampiros) mientras que otros son asesinos implacables (vampiranos). Actualmente hay tregua entre ambos clanes, aunque parece que no durará mucho. Personalmente creo que el guión profundiza muy poco en este conflicto y eso que uno de los responsables del libreto es alguien de la talla de Brian Helgeland, aunque viendo su currículum, hay que reconocer que podemos encontrar lo mejor (Mystic River, L.A. Confidential) y lo peor (Mensajero del futuro, Destino de caballero).

Los personajes no principales también están un tanto descuidados. Actores de la talla de Willem Dafoe (Spiderman, Platoon), Salma Hayek (Frida, Desperado) o Ken Watanabe (El último samurái, Memorias de una Geisha) interpretan a caracteres absolutamente desaprovechados, de tal manera que sólo aparecen para poner su nombre a modo de señuelo.

Y es que el meollo de la historia, la parte central, son dos amigos, ninguno de los cuales está contento con su vida, uno porque vive un drama personal y el otro porque sus padres le han planificado el futuro sin contar con él. Ambos entrarán en contacto con un circo lleno de frikis y sus existencias cambiarán por completo. Es ahí donde entra el juego el que posiblemente sea el mejor personaje de la película, el vampiro Larten Crepsley, magníficamente interpretado por John C. Reilly (Magnolia, Gangs of New York) que sabe dotar a su personaje de matices como, por ejemplo, la concepción que tiene de la vida un ente de más de doscientos años. Como es de imaginar, la relación entre los dos amigos (unos flojitos e inexpresivos Josh Hutcherson y Chris Massoglia, vistos en films como Viaje al centro de la tierra y The hole (2009), respectivamente) cambiará, de forma que el argumento podrá explotar, con mayor o menor acierto, sentimientos encontrados de amistad y odio.

Es curioso cómo cada vez más, las producciones cuidan muchísimo la estética, la puesta en escena y los efectos visuales, llevados aquí al detalle (salvo por el deficiente rodaje en ciertas secuencias de acción, en las que todo pasa tan rápido que apenas si llegamos a vislumbrar algo) mientras que se despreocupan por completo de algo tan importante como quiénes van a interpretar los roles principales. Así ocurre que se dan ciertos momentos durante la película, en los que no nos creemos lo que está pasando.

En definitiva, una producción que parece hecha más pensando en las posibles continuaciones (aunque habida cuenta del descalabro económico que supuso su estreno en Estados Unidos, es algo que está muy en el aire) que en sí misma, disfrutable por su narración ágil y desenfadada, interesante en ciertos puntos como una nueva visión de los vampiros, pero, desgraciadamente, fallida en aspectos como profundidad de historia y personajes. Y es que, pensar en segundas y terceras partes antes de terminar un primer film, nunca es algo que termine demasiado bien.

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