lunes, 26 de julio de 2010

Pesadilla en Elm Street: El origen


Valoración: Buena

Como seguidor de Wes Craven en general (creo que hay poco reconocimiento a alguien que lleva revolucionando y reinventando de forma inagotable el género del terror desde 1972) y de su mítico Freddy Krueger en particular, me sentí aterrorizado al enterarme de que Michael Bay iba a poner sus manos, como productor, en un remake de mi slasher favorito. Afortunadamente, tras ver la película he de decir que me siento gratamente sorprendido, pues no sólo se ha recuperado el espíritu del original de Craven (las últimas secuelas habían degenerado en demasía) sino que además, el realizador Samuel Bayer (proveniente del ruidoso mundo del video-clip) ha logrado algo muy difícil en la actualidad: hacerme pasar miedo y tensión viendo una película.

Para empezar, el guión escrito por Wesley Strick (El cabo del miedo, Lobo) y el debutante Eric Heisserer es una actualización del impecable film original elaborado en su día por Craven y no una absurda copia, como aquella lamentable versión de Psicosis con la que Gus Van Sant nos castigó en 1998. Evidentemente retoma ciertos elementos que encumbraron la obra de Craven, como aquel primer asesinato en el que la víctima parecía poseída, volando por la habitación chocando contra techo y paredes, así como las temibles cuchillas de Freddy emergiendo del agua de una bañera o el desenlace del relato, por citar algunos ejemplos. Lo bueno es que sabe recuperar esas míticas secuencias manteniendo la atmósfera de tensión y pavor.

La esencia del film original podía dividirse en dos partes: el villano como la maldad personificada y la angustia derivada de alguien que sabe que, si se queda dormido, morirá. Ambas recobran fuerza en esta versión, ya que algunos personajes están a punto de fallecer por una simple cabezada.

La puesta en escena, los efectos técnicos, la factura visual, la atmósfera asfixiante y terrorífica, el ritmo narrativo, la adecuada banda sonora y varios sustos muy bien conseguidos son la parte buena del film, además de los actores secundarios, en especial la atractiva Katie Cassidy (seguro que muchos recordáis su morboso y atrayente personaje de Sobrenatural) que sabe reflejar el terror en su rostro de tal manera, que uno empieza a sentir cosquilleos en cuanto la ve en peligro. Otros secundarios destacables son Thomas Dekker (Las crónicas de Sarah Connor) o Kellan Lutz (uno de los Cullen en Crepúsculo) que tiene un breve pero muy intenso papel.

Y ahora llega la parte negativa. Por seguir un orden, comenzaré por los actores principales. Jackie Earle Haley (Shutter Island, Watchmen) no tiene ni una cuarta parte del carisma que confirió Robert Englund a este personaje de culto. El hábil manejo de las situaciones por parte de director y guionistas es lo que asusta al espectador, pero no este Freddy Krueger. Después tenemos a los dos protagonistas "buenos", Rooney Mara (la hermana sosa de Kate) incapaz de variar su gris careto a lo Kristen Stewart (parece que se ha puesto de moda posar con tristeza en lugar de interpretar) aunque le claven una inyección de adrenalina en el corazón (importante guiño a Pulp Fiction) y Kyle Gallner (Smallville, Exorcismo en Connecticut) carente de talento para modificar de alguna manera su sempiterno gesto melancólico (vamos, que son tal para cual).

Después está la poca capacidad de sorpresa y misterio en la trama, ya que tras un sinfín de secuelas, todos sabemos quién es Freddy Krueger y por qué mata.

Por último, además del clamoroso error de cásting al contratar al sustituto de Robert Englund, el libreto falla a la hora de definir a este personaje, ya que le faltan las grandes dosis de ironía y su humor enfermizo y macabro, destacando su carácter maléfico muy por encima del humorístico, quizá porque querían romper con la imagen excesivamente soez y vulgar que ofreció Krueger en las últimas películas de la serie.

En resumidas cuentas y a pesar de los fallos comentados, esta revisión moderna de Pesadilla en Elm Street es un producto disfrutable por su buen tratamiento del género del terror y su capacidad para entretener. Los críticos profesionales la han maltratado a gusto (ellos mismos) y los excesivamente puristas, quizá hayan quedado defraudados con el personaje de Krueger. Opiniones habrá para todos los gustos, desde luego, pero os diré una cosa: soy un fiel seguidor de la saga y, en líneas generales, lo he pasado bastante bien con el visionado de este film. De hecho creo que las verdaderas tropelías contra la creación de Wes Craven se cometieron en las partes segunda, quinta y sexta. A partir de ahí, que cada uno saque sus propias conclusiones.

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