Valoración:
17 otra vez suele ser la clase de película con la que, o bien te ríes y entonces quizá te parezca mejor de lo que es, o bien no te hace gracia, te aburres y sólo hablas de sus defectos. Sí, esta película del inexperto Burr Steers tiene más taras de lo deseable, pero, afortunadamente, me encuentro más identificado con el primer grupo, ya que me resultó entretenida.
No suele gustarme que en las comedias introduzcan elementos dramáticos, sin embargo parecen necesarios en todas aquellas películas de corte romántico, dentro de este género. En esta ocasión los dramas vienen de la mano de Matthew Perry (el inolvidable Chandler de Friends) que sólo aparece al principio y al final del film, resultando, en mi opinión, bastante desaprovechado, ya que es un buen cómico.
Pero la película está confeccionada para lucimiento de Zac Efron, que goza de gran popularidad gracias a la saga High School Musical, o lo que es lo mismo: taquillazo casi asegurado gracias al público adolescente.
Dejando a un lado lo obvio (que la pretensión del film no es otra que forrarse con su protagonista), toda la parte central de la película es bastante divertida, dadas las situaciones que un muy solvente Efron para la comedia, deberá afrontar, las cuales podéis imaginar con un breve extracto del argumento: un hombre casado y con dos hijos básicamente odia su vida, sintiéndose un fracasado (está a punto de divorciarse y sus hijos prácticamente ni le hablan); de pronto un giro del destino, que otorga a la película su toque de fantasía, lo devuelve a la edad de diecisiete años. Entonces hará balance de su vida y decidirá intentar arreglar las cosas desde su nueva condición de adolescente.
¿A qué os suena todo esto? Rápidamente me vienen a la memoria dos películas: Big (protagonizada por Tom Hanks) y Regreso al futuro. El guión tiene mucho de ambas así que, aunque no veamos ningún De Lorean, siempre estarán en nuestra mente.
Se trata de una película bastante previsible, de tono más familiar que gamberro (aunque Thomas Lennon (Cómo perder a un chico en diez días) y Melora Hardin (27 vestidos) aportan su pequeño punto friki) que establece, aunque sin profundizar demasiado, un punto de vista maduro sobre los adolescentes en su ambiente de instituto. Dada la previsibilidad y poca originalidad de su libreto, además de la enseñanza moral de turno tipo Disney, sólo funciona por el buen hacer de sus actores. El caso es que, a pesar de todo, funciona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario