Valoración:
Frank Capra, director de Qué bello es vivir, decía que las opiniones de los críticos de cine profesionales no son válidas, por ser emitidas tras ver la película de turno en un pase de prensa. Se refería a que el hecho de no conocer la reacción del público sesgaba negativa o positivamente dichas opiniones.
Viendo The expendables (título con mucha más gracia que la libre traducción que se han inventado en España) me ha venido a la cabeza este comentario de Capra, porque las personas con las que he coincidido la noche de hoy, en la sala de cine, han disfrutado de lo lindo con esta gamberrada protagonizada, escrita, dirigida y producida, por uno de los máximos exponentes del cine de acción de los ochenta y los noventa: Sylvester Stallone.
Siguiendo con la hipótesis de Capra, es imposible efectuar una crítica en serio de Los mercenarios. La razón es muy simple: Stallone ha querido homenajear al tipo de personaje duro, chulo y macarra que tantos éxitos le ha dado. Hablamos de Cobra, Rambo, John Spartan, Juez Dredd, Ray Tango... (no meto en el mismo saco a Rocky Balboa porque, aunque muy bruto, éste era un buen chico). A lo que voy es a que es un film autoparódico, confeccionado para un tipo de público en concreto: aquel que disfrutó con este tipo de personajes en películas como Acorralado, La jungla de cristal, Comando, Arma letal o Alerta Máxima, por citar algunos ejemplos. Y como eso lo sabemos de antemano, los que hemos ido a verla la hemos disfrutado de lo lindo, pues una de sus principales bazas es que ofrece lo que se espera, que no es poco.
¿Cabe entonces hablar de la pobreza en la realización, del trillado argumento o del maltrato del guión hacia algunos personajes que podrían haberse aprovechado más? Más bien no. Mejor lo dejaremos para aquellos que la hayan visto, como decía Frank Capra, sin público.
Ya en los noventa se oyó un fuerte rumor sobre las intenciones de Stallone de llevar a cabo una película con todos los forzudos de Hollywood. Si se hubiese realizado en aquella época, con Sylvester Stallone, Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger en plena forma, a quienes se podrían haber añadido Steven Seagal y Mel Gibson, por ser otros dos macarras de armas tomar, bajo la batuta de alguien como John McTiernan, Richard Donner o James Cameron, el producto habría sido muy diferente, dado el calado de todos ellos hace veinte años.
Sin embargo en 2010 el espíritu es muy distinto, es algo crepuscular que busca despertar, entre el aficionado, la nostalgia de la que posiblemente haya sido la mejor época del cine de acción. Sólo por ver la única secuencia de la película que une a Willis, Sly y el forzudo Arnie, soltándose pullas entre ellos, merece la pena la entrada de cine. La escena en cuestión ha sido aplaudida en toda la sala y no me extraña, pues a buen seguro todos hemos evocado la era dorada de este género con la risa chulesca de Bruce Willis, la amenazante presencia de Schwarzenegger o el gesto desafiante de Stallone.
Pero hay muchas más referencias, como por ejemplo el uso de un arma que bien podría ser prima hermana de la famosa impaciente de Depredador, el reencuentro de Stallone y Dolph Lundgren, como si fuera la continuación del impactante y mítico combate entre Rocky Balboa e Ivan Drago o un argumento similar al de Comando de Arnold Schwarzenegger (llevar a cabo una misión de rescate, que servirá para acabar con un dictador en un país ficticio).
El film también sirve para dar el relevo en el género de acción, ya que Jason Statham (Transporter) es tan protagonista o más que Stallone. De hecho su personaje es el mejor tratado por el guión, ya que se luce con todo tipo de coreografías en las secuencias de lucha, además de gozar de un sinfín de comentarios tan duros como socarrones, haciendo las delicias del respetable. Para mí es una incógnita que todo un maestro de las artes marciales como Jet Li haya quedado relegado al rol de mero secundario, pero Stallone sabrá. ¿Qué otros tipos duros acompañan a los ya mencionados? Un malvado Eric Roberts (El tren del infierno, Campeón de campeones), Randy Couture (Cinturón rojo), Steve Austin (El clan de los rompehuesos), Gary Daniels (Tekken), Terry Crews (Gamer, Terminator Salvation) y un triste y melancólico Mickey Rourke (El luchador, Iron Man 2) que es el único que no reparte a diestro y siniestro. He echado en falta la presencia de Chuck Norris, alguien que creo que encaja perfectamente en el perfil exigido para la película. Tampoco habrían sobrado Wesley Snipes y Steven Seagal. Imagino que aglutinarlos a todos es imposible.
Entre todos los forzudos, también ha habido un pequeño hueco para las bellezas, con la imponente Charisma Carpenter (Buffy la Cazavampiros, Angel) y la televisiva Giselle Itié.
No es una buena película, posiblemente porque el tributo va hacia el tipo de protagonista de una serie de películas referencia en el cine de acción y no a sus míticas e impactantes secuencias. Sin embargo, aunque objetivamente se debería definir como Serie B de este género, muy probablemente se convierta en film de culto por ser un alocado, desenfrenado y gamberro disparate, en el que todos sus participantes están dispuestos, por encima de todo, a reírse de sí mismos. Por mi parte, lo he pasado en grande.
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