Valoración:
Luces y sombras en lo nuevo del británico Neil Marshall, Centurión, film que presenta bastantes paralelismos con el resto de su filmografía (Doomsday, El descenso, Dog Soldiers...) a saber: aroma de Serie B, aventuras, acción y gore sin complejos. También se adivina, en estas películas, cierto carácter crepuscular, lo que unido a las altas dosis de violencia y algunas semejanzas al género del western, parece una clara influencia de uno de los grandes en este apartado: Sam Peckinpah.
Pero también se adivina el influjo de dos películas más recientes que el cine de Peckinpah: Gladiator de Ridley Scott y 300 de Zack Snyder. De la primera coge la ambientación inicial, con parajes nevados e inhóspitos, además del intento de conquista de un territorio que no importa demasiado a Roma. De la segunda el enfrentamiento valeroso de unos pocos contra un ejército y el realismo de ciertas secuencias de acción, en las que una espada no cercena miembros como si de un sable de luz se tratara (hay films en los que las heridas incluso parecen cauterizadas) sino que las armas cortan y los cuerpos quedan, por decirlo de forma suave, bastante maltrechos.
Incluso hay otro largometraje, de calidad bastante inferior, del que toma la caracterización del pueblo picto: El rey Arturo de Antoine Fuqua (los aquí villanos, porque de eso habría mucho que hablar, parecen auténticos punkys).
El principal problema de esta película es lo irregular de su narración. En contra del realismo mencionado en las batallas (desmerecido unas cuantas veces por el dichoso empleo de exagerados primeros planos, que dificultan el seguimiento de la acción) ciertas partes del argumento chirrían por su grado de inverosimilitud. En una película ambientada en el siglo II d.C. y protagonizada por la mítica Novena Legión romana, introducir aspectos como la incapacidad para coger una pulmonía o morir de hipotermia de Sylvester Stallone en Máximo riesgo, no queda demasiado bien. Por no hablar de la ridícula historieta de amor, no porque el romance no pueda surgir como tal, sino por las circunstancias del personaje interpretado por Imogen Poots (una hermosa mujer que vive sola y sin protección en medio del bosque, con una legión de soldados romanos muy cerca de allí, pero que no es molestada por nadie... No me lo creo). Asimismo, el ritmo con el que se cuenta todo el relato es bastante irregular, combinando momentos de gran intensidad con muchos bajones, tantos que, a pesar de la corta duración del metraje (poco más de hora y media) se llega a hacer pesado.
Dentro del elenco destacar a su protagonista, Michael Fassbender (uno de los Malditos bastardos de Quentin Tarantino), Olga Kurylenko (la, de momento, última chica Bond) y Dominic West (Hannibal, el origen del mal, La sonrisa de Mona Lisa). El resto del elenco está por debajo de ellos.
A modo de resumen, diré que es una película que me gustó a ratos. Marshall se desenvuelve bastante bien con la acción, aunque se excede con la sangre y, en ocasiones, el mal gusto (como ejemplo una escena un tanto asquerosa en la que varios personajes se alimentan de un ciervo recién cazado). Sin embargo, la falta de ritmo hace que en muchos momentos desconectemos del film y eso, en una película realizada con carácter de aventura y acción, me resulta imperdonable.
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