lunes, 9 de agosto de 2010

Airbender, el último guerrero


Valoración: Floja

Antes de ir a ver la última película de M. Night Shyamalan tenía miedos más que fundados, ya que desde que estrenó Señales, allá por el 2002, sus films cada vez han evidenciado más un completo agotamiento de ideas, culminando en una lamentable El incidente, en la que ya no había ningún rastro de suspense, terror o similar.

El director de origen hindú debió de haber pensado lo mismo, ya que con The last Airbender ha cambiado por completo su registro, siendo su primera película (obviando, por supuesto, su desconocida Prayn with anger de 1992) en la que no podemos hablar de cine de autor.

Shyamalan se enfada mucho cuando le preguntan si se ha cambiado al cine comercial por el bajón de sus últimas películas (en una rueda de prensa en México perdió los estribos por una pregunta similar) pero es la impresión que da, ya que estamos ante la adaptación cinematográfica de una serie Anime de corte infantil y si eso no es cine comercial, no sé qué puede serlo. Por otra parte, los incondicionales de este realizador (y reconozco que durante mucho tiempo yo lo fui) se suben por las paredes cada vez que se le critica. Sin embargo la realidad está ahí, pues su cine cada vez se aleja más de las maravillosas El sexto sentido y El protegido.

¿Qué podemos contar de Airbender, el último guerrero? Un aburrido guión, confeccionado para entretener únicamente a los más pequeños de la casa (este libreto de Shyamalan, desgraciadamente, no se parece en nada a los de Pixar). Así que tenemos una película de artes marciales, de corte fantástico, en la que, en su afán por minimizar la violencia, deviene en unas secuencias de lucha en las que sólo destaca el scroll utilizado en su filmación, pero olvidáos de ver coreografías tipo Jason Statham o Jet Li.

La película tampoco tiene ningún tipo de suspense, pues su trama resulta muy poco atractiva: un niño que es el Avatar (desde que James Cameron hizo su gran última película todos parecen subirse al carro de la dichosa palabrita) es decir, alguien que debería dominar los cuatro elementos básicos (agua, tierra, aire y fuego) regresa para liberar al mundo de la tiranía de los maestros del fuego. Se encuentra con dos amiguetes y, subidos a un animal volador (muy similar al entrañable Fuchur de La historia interminable) tratarán de salvar al mundo, viviendo aventuritas muy poco atrayentes, la verdad. De paso Shyamalan introduce una serie de enseñanzas morales para los niños, para que sepan qué valores humanos hay que seguir en la vida, en un contexto de reivindicación de la naturaleza y los valores espirituales. Dicho de otra manera, una mezcla entre Walt Disney y una de magia china.

Otra de las cosas que llama la atención es la no utilización de actores de primera línea como hizo antaño con Bruce Willis, Mel Gibson o Joaquin Phoenix, por poner algunos ejemplos. En esta ocasión se ha limitado a coger a uno de los participantes en la saga Crepúsculo (Jackson Rathbone), al protagonista tristón de la pésima Slumdog Millionaire (Dev Patel) además de un niño de Dallas que parece oriental (Noah Ringer) y el director del F.B.I. en La jungla 4.0 (Cliff Curtis), entre otros, quienes se limitan a recitar de memoria sus textos, olvidando que para que una película funcione hace falta interpretar (¿es que Shyamalan ya no trabaja con sus actores?)

Para que os hagáis una idea, las diferencias entre la horrible Dragonball Evolution y Airbender, el último guerrero estriban sólo en la filmación, ya que a diferencia de aquélla, esta última está rodada con eficacia, grandes y bellos planos, banda sonora adecuada, buen uso de la cámara lenta en ciertas secuencias, logrado sentido de la estética y tomándose en serio a sí misma. Pero en lo que se refiere al interés de la historia, ambas despiertan el mismo: ninguno. De la misma manera en las dos se lleva a cabo una versión muy libre de las series de animación en las que están basadas, rompiendo sin ningún pudor con el espíritu de las originales y, sobre todo, resultando bastante aburridas, dejando una inequívoca sensación en el espectador de film de baja calidad.

Como he dicho al principio, la creatividad de M. Night Shyamalan se agotó tras Señales. Y por si me quedaba alguna duda, al final de Airbender uno de los personajes anuncia, de forma un tanto bochornosa, cuando se estrenará la secuela. Y es que The last Airbender es una tomadura de pelo como otras muchas de este estilo, algo que nunca habría esperado de Shyamalan antes pero, tras El incidente, ya no me sorprende nada.

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