La más que evidente falta de imaginación que asola Hollywood hace que, de un tiempo a esta parte, las diferentes productoras no paren de adaptar (por decir algo) todo tipo de comics, video-juegos o series antiguas. En este desmedido afán por continuar haciendo negocio (porque no lo olvidéis: el cine es un negocio puro y duro) en 2009 le tocó el turno a la obra de Akira Toriyama, Dragon Ball, un cómic con muchísimos seguidores en el mundo entero.
A este respecto, los ejecutivos hollywoodienses lo tienen muy claro: "si un libro, un tebeo o un juego tiene una legión de fans, seguro que reventamos la taquilla simplemente con tomar los nombres de algunos protagonistas", Así pues, ¿para qué invertir tiempo y dinero en escribir una buena historia, contratar a un director que sepa de qué va esto y trabajar con un buen elenco de actores, si es negocio seguro?
Porque no os lo perdáis: el realizador es James Wong (Destino final, El único) que reconoció no saber nada acerca de Dragon Ball, a excepción de lo que le contaban sus hijos, que seguían la serie de televisión (y a quienes seguro hizo llorar al ver la película); el guionista, Ben Ramsey, contaba en su haber únicamente con dos libretos que eran auténticas "joyitas" como Equipo Mortal y De profesión asesino (no es de extrañar que llevase siete años sin escribir nada); por último, en lo que a actores se refiere, el protagonista, Justin Chatwin (La guerra de los mundos, Historia de un secuestro) es incapaz de expresar nada, el villano, James Marsters (Angel, Smallville) se limita a pasear su cuerpo verde por el escenario, la guapa de la película, Jamie Chung (Hermandad de sangre, Samurái Girl) luce palmito en plan modelo (que no intérprete) y el resto de la cuadrilla de Goku, entre los que destaca un nombre, Chow Yun-Fat (Tigre y Dragón, Asesinos de reemplazo) son simplemente ridículos.
El caso es que, en esta ocasión, el negocio no ha salido. La peliculita no fue precisamente un taquillazo y resulta que costó cien millones de dólares, lo que no entiendo dado el poco caché de director, guionista y actores. ¿Pensáis que se lo han podido gastar en efectos especiales? No lo creo, habida cuenta de la mediocre factura visual de la película, las pésimas caracterizaciones y las baratas y torpes secuencias de acción.
Así pues tenemos una historieta inventada (ya que poco o nada tiene que ver con el cómic ni con la serie de televisión) que no profundiza ni en la trama, ni en los personajes ni mucho menos en el universo creado por Toriyama (el cual es muy difícil, por su concepción, de ser adaptado a la gran pantalla) que sólo podrá gustar a niños de muy tierna edad por aquello de que es muy ruidosa y colorida, dada su estética videoclipera. Al resto, seguidores de Bola de Dragón Z o no, simplemente nos queda una ilusión: tener fe (expresión repetida hasta la saciedad en los temibles diálogos sin sentido del guión) en que el mal resultado económico haga que, al menos durante unos años, dejen en paz otras series anime de gran calado entre el público como, por ejemplo, Los caballeros del Zodiaco.
A este respecto, los ejecutivos hollywoodienses lo tienen muy claro: "si un libro, un tebeo o un juego tiene una legión de fans, seguro que reventamos la taquilla simplemente con tomar los nombres de algunos protagonistas", Así pues, ¿para qué invertir tiempo y dinero en escribir una buena historia, contratar a un director que sepa de qué va esto y trabajar con un buen elenco de actores, si es negocio seguro?
Porque no os lo perdáis: el realizador es James Wong (Destino final, El único) que reconoció no saber nada acerca de Dragon Ball, a excepción de lo que le contaban sus hijos, que seguían la serie de televisión (y a quienes seguro hizo llorar al ver la película); el guionista, Ben Ramsey, contaba en su haber únicamente con dos libretos que eran auténticas "joyitas" como Equipo Mortal y De profesión asesino (no es de extrañar que llevase siete años sin escribir nada); por último, en lo que a actores se refiere, el protagonista, Justin Chatwin (La guerra de los mundos, Historia de un secuestro) es incapaz de expresar nada, el villano, James Marsters (Angel, Smallville) se limita a pasear su cuerpo verde por el escenario, la guapa de la película, Jamie Chung (Hermandad de sangre, Samurái Girl) luce palmito en plan modelo (que no intérprete) y el resto de la cuadrilla de Goku, entre los que destaca un nombre, Chow Yun-Fat (Tigre y Dragón, Asesinos de reemplazo) son simplemente ridículos.
El caso es que, en esta ocasión, el negocio no ha salido. La peliculita no fue precisamente un taquillazo y resulta que costó cien millones de dólares, lo que no entiendo dado el poco caché de director, guionista y actores. ¿Pensáis que se lo han podido gastar en efectos especiales? No lo creo, habida cuenta de la mediocre factura visual de la película, las pésimas caracterizaciones y las baratas y torpes secuencias de acción.
Así pues tenemos una historieta inventada (ya que poco o nada tiene que ver con el cómic ni con la serie de televisión) que no profundiza ni en la trama, ni en los personajes ni mucho menos en el universo creado por Toriyama (el cual es muy difícil, por su concepción, de ser adaptado a la gran pantalla) que sólo podrá gustar a niños de muy tierna edad por aquello de que es muy ruidosa y colorida, dada su estética videoclipera. Al resto, seguidores de Bola de Dragón Z o no, simplemente nos queda una ilusión: tener fe (expresión repetida hasta la saciedad en los temibles diálogos sin sentido del guión) en que el mal resultado económico haga que, al menos durante unos años, dejen en paz otras series anime de gran calado entre el público como, por ejemplo, Los caballeros del Zodiaco.
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