El verano de 2007 se caracterizó por las terceras partes. Franquicias como Spiderman, Piratas del Caribe u Ocean's Eleven decidieron castigarnos con terceros episodios muy inferiores a sus respectivas predecesoras. Con Shrek sucedió algo parecido, en cuanto a que su calidad era considerablemente más baja que las otras dos (posiblemente también sea peor que la cuarta), sin embargo salió ganando al ser comparada con los estrenos de la época.
Los nuevos directores, Chris Miller y Raman Hui (ambos debutantes) evidencian una total falta de ideas en el desarrollo de la película, pues emplean chistes ya muy gastados, demasiados personajes secundarios que limitan a los nuevos protagonistas (no en vano el metraje es inferior a los noventa minutos), una trama que ya no es sorpresiva sino rutinaria, diálogos que caen en demasiados tópicos (quién lo hubiera dicho tras ver la original) y, sobre todo, el escaso o nulo aprovechamiento de las dos situaciones que más juego podrían haber dado: el malvado Príncipe Encantador al frente de una legión de villanos de cuentos clásicos, hartos de no tener jamás el ansiado "felices para siempre" y la unión entre unas envidiosas Blancanieves, Cenicienta, Rapunzel y Bella Durmiente, comandadas por Fiona y su madre, en plan comando de acción.
Aparece un personaje nuevo, nada más y nada menos que Arturo Pendragón quien, para variar, es todo lo contrario al clásico Rey Arturo, ya que se trata de un friki de instituto que recibe palizas varias de Lanzarote y sus amigos, mientras una super-pija Ginebra pasa por completo de él. Francamente, termina siendo otra oportunidad perdida, ya que la parte del metraje centrada en el colegio de Arturo resulta un tanto forzada.
¿Qué es lo mejor de Shrek Tercero? La teconología y los detalles. Como el apartado técnico mejora cada año a pasos agigantados, los efectos sonoros y visuales de esta tercera parte son de gran espectacularidad y precisión. Texturas, colores, diseños gráficos... En este apartado la Dreamworks de Spielberg jamás defrauda. En cuanto a los detalles, cierto carácter referencial a películas como Harry Potter, El mago de Oz, Sonrisas y Lágrimas o Cantando bajo la lluvia, entre otras, además de un par de referencias musicales de mérito, como un coro de ranas interpretando el célebre Live and let die de Paul McCartney y el formidable chillo de Blancanieves para iniciar el Inmigrant Song de Led Zeppelin.
¿Y qué es lo peor? Además de lo ya comentado, la falta de ritmo a la hora de contar su excesivamente plano argumento y un peligroso acercamiento a lo que propone Disney, tanto en ciertos toques de musical clásico como en la moralina final, tanta que rompe por completo el espíritu gamberro e irreverente de las partes anteriores.
Se puede ver, no se hace pesada e incluso hay momentos en los que provoca la risa. Sin embargo, tras las expectativas generadas por la saga, resulta bastante decepcionante.
Los nuevos directores, Chris Miller y Raman Hui (ambos debutantes) evidencian una total falta de ideas en el desarrollo de la película, pues emplean chistes ya muy gastados, demasiados personajes secundarios que limitan a los nuevos protagonistas (no en vano el metraje es inferior a los noventa minutos), una trama que ya no es sorpresiva sino rutinaria, diálogos que caen en demasiados tópicos (quién lo hubiera dicho tras ver la original) y, sobre todo, el escaso o nulo aprovechamiento de las dos situaciones que más juego podrían haber dado: el malvado Príncipe Encantador al frente de una legión de villanos de cuentos clásicos, hartos de no tener jamás el ansiado "felices para siempre" y la unión entre unas envidiosas Blancanieves, Cenicienta, Rapunzel y Bella Durmiente, comandadas por Fiona y su madre, en plan comando de acción.
Aparece un personaje nuevo, nada más y nada menos que Arturo Pendragón quien, para variar, es todo lo contrario al clásico Rey Arturo, ya que se trata de un friki de instituto que recibe palizas varias de Lanzarote y sus amigos, mientras una super-pija Ginebra pasa por completo de él. Francamente, termina siendo otra oportunidad perdida, ya que la parte del metraje centrada en el colegio de Arturo resulta un tanto forzada.
¿Qué es lo mejor de Shrek Tercero? La teconología y los detalles. Como el apartado técnico mejora cada año a pasos agigantados, los efectos sonoros y visuales de esta tercera parte son de gran espectacularidad y precisión. Texturas, colores, diseños gráficos... En este apartado la Dreamworks de Spielberg jamás defrauda. En cuanto a los detalles, cierto carácter referencial a películas como Harry Potter, El mago de Oz, Sonrisas y Lágrimas o Cantando bajo la lluvia, entre otras, además de un par de referencias musicales de mérito, como un coro de ranas interpretando el célebre Live and let die de Paul McCartney y el formidable chillo de Blancanieves para iniciar el Inmigrant Song de Led Zeppelin.
¿Y qué es lo peor? Además de lo ya comentado, la falta de ritmo a la hora de contar su excesivamente plano argumento y un peligroso acercamiento a lo que propone Disney, tanto en ciertos toques de musical clásico como en la moralina final, tanta que rompe por completo el espíritu gamberro e irreverente de las partes anteriores.
Se puede ver, no se hace pesada e incluso hay momentos en los que provoca la risa. Sin embargo, tras las expectativas generadas por la saga, resulta bastante decepcionante.
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