Sergio Leone quiso contar su visión particular de la Guerra de Secesión norteamericana, poniendo colofón a la famosa Trilogía del dólar con la mejor película de las tres, El bueno, el feo y el malo.
Clint Eastwood vuelve a ser el protagonista, con un personaje que parece calcado a los de las anteriores películas: frío, misterioso, duro y sin escrúpulo alguno, moviéndose sin ningún tipo de problema moral entre la fina línea que separa el bien del mal, sin terminar de definirse claramente. Lee Van Cleef repite tras La muerte tenía un precio, sólo que esta vez no será el compañero de fatigas de Eastwood, sino que encarnará a un malvado asesino profesional, codicioso y desalmado. El compañero de fechorías de Eastwood es aquí el mítico Eli Wallach, que logró lucirse con un personaje ruín y despreciable, capaz de cualquier cosa por dinero.
Y es que el dólar es el auténtico protagonista de esta historia, con ciertas reminiscencias al mundo de la piratería. Un tesoro oculto será el leit motiv de los tres protagonistas durante todo el metraje, de forma que podremos ver lo mejor y lo peor de cada uno de ellos, con la virtud de que el excelente guión de Leone convierte dichas andanzas en un entretenimiento de primera magnitud.
Vuelven la impactante banda sonora de Morricone, los largos e interminables planos previos a los duelos a pistola, los decorados extremadamente secos y áridos y el desmedido gusto por la violencia del que hace gala, en todo momento, su director.
En definitiva, una auténtica joya del Spaguetthi Western, que por razones de censura se vio cortada en una media hora cuando fue estrenada en nuestro país. Actualmente hay ediciones en DVD extendidas, pero sin llegar al 100% del metraje original. ¿Por qué? Quién sabe.
Clint Eastwood vuelve a ser el protagonista, con un personaje que parece calcado a los de las anteriores películas: frío, misterioso, duro y sin escrúpulo alguno, moviéndose sin ningún tipo de problema moral entre la fina línea que separa el bien del mal, sin terminar de definirse claramente. Lee Van Cleef repite tras La muerte tenía un precio, sólo que esta vez no será el compañero de fatigas de Eastwood, sino que encarnará a un malvado asesino profesional, codicioso y desalmado. El compañero de fechorías de Eastwood es aquí el mítico Eli Wallach, que logró lucirse con un personaje ruín y despreciable, capaz de cualquier cosa por dinero.
Y es que el dólar es el auténtico protagonista de esta historia, con ciertas reminiscencias al mundo de la piratería. Un tesoro oculto será el leit motiv de los tres protagonistas durante todo el metraje, de forma que podremos ver lo mejor y lo peor de cada uno de ellos, con la virtud de que el excelente guión de Leone convierte dichas andanzas en un entretenimiento de primera magnitud.
Vuelven la impactante banda sonora de Morricone, los largos e interminables planos previos a los duelos a pistola, los decorados extremadamente secos y áridos y el desmedido gusto por la violencia del que hace gala, en todo momento, su director.
En definitiva, una auténtica joya del Spaguetthi Western, que por razones de censura se vio cortada en una media hora cuando fue estrenada en nuestro país. Actualmente hay ediciones en DVD extendidas, pero sin llegar al 100% del metraje original. ¿Por qué? Quién sabe.
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