Valoración:
Comentando películas como Resident Evil o Alien vs. Predator, he llegado a defender a Paul W.S. Anderson por aquello de que consiguió entretenerme bastante. Sin embargo, esta secuela de Resident Evil, escrita y producida por él mismo, es lamentable. No hay ningún tipo de esfuerzo en hacer atractiva la historia, a excepción, claro está, de volver a incluir a su esposa, la espectacular Milla Jovovich y a otro bellezón como Sienna Guillory (Love Actually, La máquina del tiempo) ataviada al más puro estilo Lara Croft. La segunda parte se hizo para recaudar dinero fácil aprovechando el tirón de la primera y punto. No busquéis consideraciones de otro tipo, porque no las encontraréis.
En esta ocasión, Anderson eligió para la dirección al inexperto Alexander Witt. Cómo sería el resultado que el señor Witt no ha vuelto a dirigir film alguno, regresando a sus labores habituales de cámara, electricidad y ayudante de dirección, de las que nunca debió haber salido.
No es que esperase una película con una gran exposición dramática y una total cohesión narrativa, pero tampoco pensaba que no me iban a contar nada. En el film original la trama era más bien simple, pero existía: una mujer con amnesia parcial despertaba en medio de un caos de violencia y horror, debiendo investigar, junto a un comando especial, el porqué de esa situación, descubriendo las malas y peligrosas artes de Umbrella, la corporación más grande del mundo. Evidentemente no es un argumento que llegue a las cotas de suspense alcanzadas por Alfred Hitchcock, pero resultaba entretenido. Sin embargo esta secuela se limita a un aburrido y repetitivo pim-pam-pum, en el que los enemigos cada vez son más difíciles de matar, como si de diferentes niveles de un arcade se tratara.
Poco más se puede decir de esta insustancial continuación, de desarrollo ilógico y nulo contenido. Sólo hay disparos, vísceras y mucho ruido. Para eso, prefiero jugar al vídeo-juego. Al menos lo disfrutaré en primera persona.
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