Valoración:
James Goldstone (Montaña rusa, Quinientas millas) dirigió en 1980 El día del fin del mundo, un film más del recurrente género de las catástrofes, el cual parece que nunca pasará de moda.
Este tipo de películas tienen casi siempre el mismo esquema: por un lado tenemos a dos personajes antagonistas, el incomprendido héroe que avisa del peligro y el poderoso de turno que prefiere arriesgar centenares de vidas antes que su poder y prestigio (como si pudiera librarse así como así de una gran hecatombe); después está la tragedia en sí, al menos la parte más terrible; por último viviremos las peripecias de un reducido grupo de supervivientes, que las pasará canutas para intentar llegar con vida al final de la historia.
Dado que el esquema mencionado es casi inamovible, existen dos recursos para hacer atractiva la trama: aumentar la calidad de guión o la de los efectos especiales. Para lo primero hace falta inteligencia, para lo segundo dinero. Es posible que en El día del fin del mundo gastasen todo su presupuesto en su estelar reparto, ya que la factura visual es bastante pobre, pero independientemente de ello, hay que reconocer que antes se cuidaba más el relato, mientras que en la actualidad sólo parece importar el más difícil todavía, en concepto de efectos técnicos y visuales.
Este film guarda bastantes cosas en común con uno de los más famosos dentro del género: El coloso en llamas. Además de poseer el mismo guionista (Stirling Silliphant) mantiene a dos pesos pesados como Paul Newman y William Holden. También disfrutaremos del trío de bellezas conformado por Jacqueline Bisset, Barbara Carrera y Veronica Hamel, junto con intérpretes de la talla de Red Buttons, Ernest Borgnine, James Franciscus, Edward Albert o los entrañables entrenadores de Rocky Balboa (Burgess Meredith) y Daniel San (Pat Morita).
El libreto tiene sus pequeñas subtramas para tratar de enganchar al público, como el duelo que mantienen Newman y Franciscus, varios romances, algunas traiciones e incluso la evolución que sufre la relación entre un policía y un ladrón. Además, claro está, del clásico tratamiento de la muchedumbre aterrorizada ante la idea de la muerte, el caos y todas esas cosas inherentes al género.
La película tiene un problema y es que falla un tanto en la parte de aventuras. En concreto se eternizan en una secuencia sobre un maltrecho puente (si no me equivoco dura más de veinte minutos) mientras que luego otras circunstancias que quizá requerirían más tiempo, pasan un tanto de corrido.
No es precisamente la mejor película que se ha hecho sobre catástrofes y desastres naturales ni tampoco es original, pero la gran categoría de todos sus actores la salva. Al menos a mí me bastó.
Un excelente reparto para una pelicula que a ratos parece una mezcla entre "El coloso en llamas" y "La aventura del Poseidon".
ResponderEliminarLastima que una vez el volcan entra en erupción la trama se convierta en una sucesión de escenas acción sin ningun aliciente.