Valoración:
Debido a la proliferación de musicales existentes en los años 60, Clint Eastwood decidió arriesgarse protagonizando La leyenda de la ciudad sin nombre, encarnando a un personaje que no tenía absolutamente nada que ver con lo que este genio había interpretado hasta la fecha: un buen tipo, agradable, prácticamente abstemio, algo melancólico y un tanto blandengue, cuya profesión es la de buscador de oro, aunque lo que realmente le gustaría encontrar es un gran amor. Su personaje contrasta no sólo con la imagen que todos tenemos de Eastwood, sino con su compañero de fatigas, un genial Lee Marvin que es el verdadero protagonista: un borracho, centro de todas las juergas, que tiene como afición partir la cara de vez en cuando al bueno de Eastwood, lo que demuestra que este formidable cineasta tiene el suficiente sentido del humor como para reírse de sus típicos personajes.
Joshua Logan (Camelot, Sayonara) fue el encargado de dirigir esta divertidísima película en la que tienen lugar sentimientos tan dispares como la soledad, el amor, la búsqueda de un lugar en el que echar raíces, el sexo sin tapujos, la codicia o la juerga continua, que es lo que, en última instancia, parece que persigue la gran mayoría de los personajes.
Así pues tenemos diversión a raudales en un musical muy alegre, vistoso y con mucho colorido, de moralidad inexistente, en el que Eastwood comenzó a mostrarnos su gusto por la música, ya que es uno de los cantantes del reparto. Muy divertida.
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